Venezuela: el mundo al "reves"
Luismi Uharte.- Rebelión
Es indudable que a lo largo de estos últimos días, los grandes medios de
comunicación que cuasi monopolizan la información mundial, están
sistemáticamente trasladando a millones de personas en todo el planeta la
siguiente matriz de opinión: el gobierno venezolano ha atentado gravemente
contra la "libertad de expresión", por haber ordenado el "cierre" del canal
RCTV (Radio Caracas Televisión), y esto ha traído como consecuencia la "masiva protesta" de la "sociedad civil" en todo el país. Lo fundamental
aquí es apuntar que en esta breve frase se combinan tres falsedades que
conforman una mentira integral, ya que ni se ha atentado contra la libertad
de expresión, ni se ha cerrado ningún canal, ni la protesta ha sido tan
masiva como algunos quisieran, y mucho menos detrás de las movilizaciones de
apoyo al canal está la mayoría de la población. Pero vayamos punto por
punto, para ir desmontando la falacia.
En primer lugar, se debe afirmar con rotundidad que en Venezuela no se ha "cerrado", en el sentido estricto del término, ningún canal de televisión,
aunque justificaciones jurídicas de peso había desde hace más de cinco años.
Lo que ha ocurrido ha sido el fin de la concesión de la emisión en el
espectro radioeléctrico, que es radicalmente diferente. Hay que recordar que
el espectro radioeléctrico, en todos los países del mundo, es un bien
público gestionado por el Estado, y le corresponde al gobierno de la nación
otorgar su uso a radios y televisiones, de la misma manera que es su
competencia renovar dicho uso o no hacerlo. En diferentes países,
regularmente, no se renueva la concesión a radios y televisiones y esto no
se convierte en noticia internacional, y mucho menos en denuncia. Pero si
esto mismo, ocurre en Venezuela, entonces se monta una campaña internacional
de repudio. No por casualidad, por supuesto. El caso específico del canal
RCTV, algunos, de forma malintencionada, lo remontan a finales del año
pasado, cuando el presidente Hugo Chávez anunció con seis meses de
anticipación, la no renovación de la concesión a dicha televisora, la cual
se vencía este 27 de mayo. El inicio de la historia se sitúa en abril de
2002, cuando RCTV se erige como uno de los actores principales en el golpe
de Estado contra un gobierno democráticamente electo. En aquel momento, y
sorpresivamente, el canal no fue ni intervenido ni juzgado, cuando es
evidente que si esto mismo, es decir, conspirar y diseñar un golpe de
estado, hubiese ocurrido en cualquier país del capitalismo central (Francia,
Inglaterra, Alemania, EE.UU...), al día siguiente hubiese sido cerrado
definitivamente y nadie habría osado elevar la voz. Aquí, en Venezuela, como
estamos en el mundo al "revés", la democracia ha tenido que esperar
pacientemente a que se venciera una concesión legal, para que el gobierno,
lógicamente, decidiera conceder la licencia a un nuevo canal público recién
creado, TVES (Televisión Venezolana Social).
En segundo lugar, la medida adoptada no supone un atentado contra la
libertad de expresión, sino más bien todo lo contrario. Diversas
investigaciones han demostrado que en las dos últimas décadas la
concentración empresarial no se ha efectuado solo en el ámbito productivo y
financiero, sino también en el comunicativo. Cada vez menos empresas
controlan el grueso de la información mundial, constituyéndose en un
oligopolio mediático privado, que atenta sistemáticamente contra la
diversidad informativa y por tanto contra el derecho a la información veraz
que tenemos miles de millones de personas no propietarias de medios. En la época del capitalismo neoliberal, los grandes medios privados de
comunicación se han convertido en cuasi monopolios, debido a que el poder
monetario determina la capacidad real de disponer o no de una gran
televisión que llega a millones de personas. Mientras tanto, los pobres se
tienen que conformar, en el mejor de los casos, con el acceso a una radio
comunitaria que quizás impacte en unos pocos miles. Este es el concepto de
libertad de expresión tan sui generis que defienden la ideología liberal y
por supuesto las clases dominantes. Y la verdad es que mientras el dinero
sea el que determine quien puede o no influir mediaticamente en millones de
personas, la libertad de expresión es una farsa. RCTV es un ejemplo de esta
realidad, ya que nos encontramos ante un medio de comunicación con más de 50
años de existencia, propiedad de las elites, y al servicio de los intereses
de las clases dominantes del país. En definitiva, volvemos a estar en el
mundo al "revés", ya que sí habitualmente en la mayoría de los países del
mundo se cierran periódicos y radios de origen y financiación popular, y por
tanto se atenta constantemente contra la libertad de expresión, aquí en
Venezuela, se apoya desde el gobierno a los medios alternativos y
comunitarios y se castiga a los que en otras latitudes son intocables.
En tercer lugar, aquí no se está viviendo una movilización popular a favor
de la libertad de expresión. Lo que estamos presenciando es un apoyo activo
de una fracción de los estratos ("clase") medios a un canal privado de
televisión, y por tanto, una defensa del privilegio de la comunicación de
masas que históricamente tuvieron las clases dominantes. Esos grupos de
universitarios, la mayoría provenientes de las capas medias de la sociedad,
que se están manifestando a favor de RCTV, están desempeñando desde este
lunes 28 el papel de carne de cañón de la burguesía contra un gobierno
popular. Recordemos que a lo largo de la historia esta dinámica se ha
repetido, es decir, la instrumentalización por parte de las elites de
fracciones de los estratos medios como fuerzas de choque al servicio de
objetivos autoritarios e incluso fascistas, como se dio en el caso chileno
contra el gobierno popular de Salvador Allende. El encontronazo que sufrimos
este domingo con dos jóvenes en el metro de Caracas, sirve para ilustrar el
esquema de valores cargado de racismo y clasismo que identifica a
importantes grupos de la "clase" media. A la invitación de un señor de
avanzada edad a sumarse a la movilización a favor de la nueva televisión
TVES y contra RCTV, las dos jóvenes respondieron de la siguiente manera: no
nos mezclamos con inmundicia". Esta manifestación de absoluto desprecio por
los sectores más pobres y humildes de esta sociedad, nos muestra en toda su
crudeza al prototipo de ciudadano racista y clasista que en términos éticos
está por debajo de toda condición humana, y que si algo defiende, no es la
libertad de expresión, sino más bien el privilegio de unos pocos, y la
exclusión y la explotación de los que ahora, con el gobierno de Chávez, han
recobrado la ilusión y la esperanza por un mundo mejor. Detrás de todo este
circo mediático del falso "cierre" de un canal, se vuelven a confrontar en
la calle dos proyectos de convivencia antagónicos, el de la democracia, es
decir, el popular, y el de la plutocracia, es decir, el de los propietarios
del gran capital.
"Quedan abolidas las mas mínimas sombras de explotación del hombre por el hombre; y como consecuencia de esto, toda clase de arrendamiento, de aparcería o de salario. Esta medida alcanzara a todos los vecinos del pueblo, cualquiera sea su condición". (Colectividad Pina del Ebro, España -Articulo 9 de las Bases Aprobadas por la asamblea local el 3 de enero de 1937-)
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