Proteccionismo, Filibusterismo, Libre Comercio: José Martí y Los Tratados Comerciales
José Luis Díaz N.
jdiaz@pz.una.ac.cr
“¡Y todo ese veneno lo hemos trocado en sabia! Nunca, de tanta oposición y desdicha, nació un pueblo más precoz, más generoso, más firme. Sentina fuimos, crisol comenzamos a ser. Sobre las hiedras, fundamos.”
José Martí, Madre América, 1889.
“He aquí por qué las sociedades civilizadas deben volver a la concepción de que producir el alimento, el albergue y demás, es de interés social. Que todo lo que sirva para conseguirlo, suelo, instrumentos de producción y medios de existencia durante la producción, debe pertenecer a la sociedad, no al individuo.”
Pedro Kropotkin, Los tiempos nuevos, 1901.
Introducción.
La supuesta novedad de los tratados de libre comercio, estocada final, en un largo tránsito de aniquilamiento, a la posible existencia de los mercados nacionales, a la opción productiva en armonía con la naturaleza, a la garantía de la seguridad agroalimentaria, a las formas de empleo digno sin la fatiga de la productividad, con uno de sus ejes, la competitividad, a la estancia con sosiego en la vasta ruralidad, a la cultura nacional en todas sus expresiones, a la dieta alimenticia sin sustancias extrañas en los alimentos, la transgenización de los cultivos, a la autonomía e independencia política, a la participación de base en la toma de decisiones importantes, a las relaciones sociales solidarias, a la tranquilidad del seno familiar, a la estrategia del comercio internacional justo sin el chantaje de la negociación, a la aspiración de una sociedad más igualitaria e inclusiva, al respeto a todas las formas de vida y no a su venta, no lo es sino, única y exclusivamente, en su expresión discursiva, en su dominio superlativo de libre. Construcción lingüística que oculta los verdaderos propósitos, lenguaje violento, amedrentador.
Presentada con todo el adobe, propio de la cocina criolla, lo que identifica como popular, mascarada, carnaval, con ingredientes exóticos, extraños, manidos,
impronunciables, la cocida de los tratados comerciales hace que los cocineros criollos de alto vuelo, los que han hecho sus armas culinarias para la preparación del guiso pueblerino en las escuelas internacionales, en el proceso de cocción, con cada nueva adición de ingredientes, la cuchara de mezclar se trastoca en el instrumento de prueba, con sorbos califican la sazón, catadura de expertos, y refuerzan su convencimiento como profesionales de la cocina: relamen las migajas del gran capital, ingrediente base, y por la carencia de meseros, sirven la mesa. Hablan de este plato, con ribetes y decoraciones globalizadas, con incrustaciones armamentistas, con la notoria intencionalidad de que debe ser probado y aprobado por todos. Gran banquete, con invitación exclusiva, pocos los seleccionados para el disfrute de estos sabores. Se exige contraseña y esta debe ser ganada. Las guarniciones: el proteccionismo de la economías industriales, la ración de diplomacia mercenaria, la inversión extranjera, la flexibilización de las relaciones de trabajo, el tráfico de mercancías y la eliminación de aranceles para los comensales menos favorecidos, la mayoría; por último, el aderezo agridulce de la salsa de la integración vertical de mercados, hace que la receta resulte añeja y disipada, rancia. Los cuques, con su uniforme desteñido y los honores pasados expuestos, la banda distintiva acredita, su talismán. Esperan que la receta “nos lleve al desarrollo.” Pero, como ellos mismos dicen, “no hay certezas solo posibilidades.”
Tanto trabajo para resultar, con todos los actos de modorra mediática, con todo el derroche de matonismo, con toda la fastuosidad con pedrería barata, cuentas de vidrio, con todas las medidas y raciones especificadas en el manual para la preparación del plato, con todo el desfile de aplaudidores, desde banqueros, asesores, periodistas hasta primeras damas, con una fritanga.
Del rango de gourmets, pasaron estos expertos en la aplicación de recetas, a chambones ataviados, todos, con un gorro ridículo que los identifica, en el que se lee con letras bordadas en los colores blanco, azul y rojo, TLC.
Razón demás para asentir con José Martí, sus anotaciones al comercio, cuando en el arte de la mala cocina se trata, en la referencia a “ El tratado comercial entre Estados Unidos y México” , discutido a la par del debate por la apertura del Istmo de Panamá, además de la concesión de una franja de océano a océano en Nicaragua, quién señala , con claridad indiscutible, e indica que este hecho es un “... acontecimiento de gravedad mayor para los pueblos de nuestra América Latina”. Y continúa, “... No es el tratado en sí lo que atrae a tal grado de atención; es lo que viene tras él”. Martí no hace referencia solamente a lo visible inmediato, lo político, sino también a lo más profundo, lo económico, como reflejo, las demás esferas.
Plagado este tratado, en una temprana fecha, 1883, de instrumentos tendientes a la profundización de grandes asimetrías entre países, destaca el secreto en la negociación, puesto que es revelado al público por los medios de comunicación poderosos, atizados por “.... los productores de azúcares, que se creen directamente amenazados por el proyecto” ( Martí, 1978,336). Concordancia con el ascenso de los Estados Unidos como potencia militar, industrial y política ( Mora, 2001:24), posterior a los procesos de expansión territorial; los espacios geográficos comprados a Francia y España y los tomados de México, resultado de la derrota sufrida por este último país en la guerra contra Estados Unidos, de 1846-1848, y la firma del tratado de paz Guadalupe-Hidalgo en 1848.
El comercio, instrumento de dominación desde los orígenes del capitalismo, sustentado en la desigualdad de las relaciones intercambio, aparece, como una de las grandes alternativas, solución a muchos de los problemas económicos de las potencias emergentes, y así, los Estados Unidos encuentre un “... cuantiosísimo mercado para muchos productos que le sobran y se ayudan a mantener, con este canal ancho de exceso de producción, el sistema prohibitivo, del que creen que necesitan aún sus industrias para llegar más tarde a competir con las más perfectas europeas. Descargan sus mercados; emplean a mayor interés su riqueza sobrada; se ayudan a esquivar, por unos cuantos años, con el nuevo mercado de los frutos sobrantes, el problema gravísimo que viene de la desocupación de los obreros por el exceso de producción de artículos no colocables – fatal consecuencia del sistema de la protección- e introducen, sin derechos, pueblos enteros, ciudades enteras, en un pueblo limítrofe” ( Martí, 1978: 339).
Resulta sumamente claro el argumento martiano en lo referido a sus preocupaciones con respecto a este tratado comercial, con una proyección más allá del adjetivo que la califica. Un país agrícola, México, coloca en el mercado de los Estados Unidos todo cuanto exporta, pues casi no existe producto que no esté exento de ser cubierto por esta propuesta. Un país industrial, Estados Unidos, con las puertas de México abiertas para colocar, entre otros, todos los productos de hierro “... que por la mala obra y falaz beneficio del sistema proteccionista sobrecarga hoy a los mercados americanos, enfermos de plétora; a cuanto se necesita para levantar pueblos, como por obra de magia; para desmontar selvas, para quebrar montes y echar, por donde andaban sierpes y fieras, ferrocarriles” (Martí, 1978:338).
Y es que los Estados Unidos, se transforma en potencia sobre la base del proteccionismo. Fue este país, según los anales de la historia, el padrino y bastión del proteccionismo moderno, ( Chomsky, 2001,27 ), definido, hoy, para algunas industrias entre las que están las farmacéuticas, las de grabación y las de producción de programas computacionales, protegidas todas a través de patentes y derechos de autor ( Public Citizen, 2006,17).
Proteccionismo, filibusteros y libre mercado.
El sistema proteccionista, escribe Marx, hacia la segunda mitad del siglo XIX, es medio artificial de “... fabricar fabricantes, de expropiar trabajadores independientes, de capitalizar los medios de producción y de subsistencia nacionales, de abreviar por la violencia la transición entre el modo de producción antiguo y el moderno” ( Marx, 1975:946).
Modernidad que aún sigue siendo el argumento favorito en la justificación de la necesidad de operar la transformación de la sociedad desde la óptica del mercado, con todas sus regulaciones internas. “ Propiciar el aislamiento de Costa Rica de los grandes fenómenos del mundo moderno es una causa reaccionaria y una traición a nuestra juventud. No será mi gobierno el que, por miedo y por prejuicio, aísle a Costa Rica de la economía internacional.” ( Arias,2006, 41A).
Encontramos así, que una de las causas del desequilibrio se presenta sobre la base del comercio, muy útil a las economías sustentadas en la producción de bienes durables y no durables en diferentes ramas productivas, con un sistema de protección a toda prueba. Para Martí el contrapeso resultaría de la incidencia de las potencias europeas como fuerza en dirección opuesta al expansionismo del naciente imperio estadounidense y la necesidad de equilibrar esas fuerzas de apetito voraz e insaciable ( Hart Dávalos, 2003:4).
No solamente se incluyen aspectos asociados con la independencia de las antillas, Cuba y Puerto Rico y la amenaza anexionista de Estados Unidos con respecto a estos territorios, sino además, el impacto en el resto de América Latina; a partir de 1840 las tentativas en esta dirección habían sido diversas; nada más para recordar, las incursiones de otro Walker, no George Walker Bush, William, en Centro América durante 1856-1857, “ Doquira que se encuentren frente a frente la barbarie i la civilización, o dos formas diferentes de civilización, el resultado debe ser la guerra. Por consiguiente, la lucha entre los nuevos i los antiguos elementos en la sociedad nicaragüense, no era pasajera ni casual, sinó natural e inevitable. La guerra de Nicaragua era el efecto claro i distinto del choque entre dos razas que pueblan el Norte i el Centro del Continente. Pero al mismo tiempo que nacía de las leyes naturales, creo que el relato que antecede, demuestra, que la raza más fuerte se mantuvo continuamente en el limite de la razon i la justicia; i si pudieron sostener de este modo su causa en Centro América, bien pueden confiar en su triunfo definitivo. Ni reyes ni presidentes podrán contener un movimiento basado en la verdad i llevado adelante con equidad; i los obstáculos mismos que ponen en su camino, sirven unicamente para ayudar a los que se quiere afrentar por la parte que estan llamados a representar en la historia del mundo” ( Walker, 1993, 264-5). Trágico final. Sorprendido en el Río Tinto, en territorio catracho, este representante del mundo civilizado, de “la raza de la justicia y la razón”, es fusilado por el ejército hondureño, a la edad de 36 años, nueve días después de su captura, el 12 de setiembre de 1860 a las ocho de la mañana. “ Ni siquiera se le inmutó el semblante al marchar de la prisión a la plaza donde lo fusilaron.” ( Bolaños, 2003,xv).
“ El predestinado de los ojos grises” demostró su frialdad mercenaria, solo pidió disculpas a quienes había hecho daño, posiblemente sus aventureros. . “El sur pidió más tierras para criar la esclavitud” ( Martí,1972,22), “Walker fue a Nicaragua por los Estados Unidos” ( Martí, 2002,22)
México, a pesar de la tentativa del tratado comercial en el último cuarto del siglo XIX, se ha mantenido como un país altamente dependiente. “ Sin más que pocos productos del suelo, para dar de comer a los nuevos habitantes, con lo que este artículo permite libre de entrada en México, puede construirse, como por obra de soplo fantástico, toda una nación. (...). La lista es tan numerosa (...) qué necesitamos decir (...) permite la entrada en México de cuanto un pueblo necesita para arar toda su tierra, y sembrarla toda, y alimentar a los agricultores mientras produce, y remover y exprimir las aguas de los ríos, y penetrar y hacer saltar las ricas minas de todos sus montes?” ( Martí, 1978,338). La experiencia de esta primera aproximación al libre comercio no sirvió como referente obligado, en 1992, firma un nuevo tratado comercial, con las consecuencias ya conocidas.
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN, hasta la fecha ha resultado ser una serie de promesas incumplidas. El comercio no resuelve las desigualdades existentes, las profundiza. El TLCAN ha significado la reescritura de las reglas del juego económico, con el favor volcado a las grandes corporaciones multinacionales y a los países desarrollados ( Pickard, M., 2004).
Opinión suficiente para pensar que el capitalismo no permite el surgimiento del supuesto desarrollo sobre el tránsito por los diferentes estadios de crecimiento, cuyo eje central es el comercio, que muchos apologistas de este sistema consideran como lógicos, desde las sociedades agrarias hasta las urbes industrializadas, con alta nota en desarrollo.
Los cambios, esperados por Martí, sobre una supuesta ventaja comparativa, para el caso de México, no se dieron. Este país, como consecuencia de su vecindad con Estados Unidos, respecto del resto de los países latinoamericanos, aún con la firma de tratados semejantes, por parte de estos países “... resultaría siempre que en la competencia de frutos iguales por llegar a un mercado común llevaría la ventaja, por precios de flete, frescura del fruto y oportunidad del arribo, el país más cercano ” ( Martí, 1978:340). Un poco más de una centena de años no bastaron como prueba empírica para la demostración de este argumento, que en la realidad resultó en lo opuesto.
La gravedad de esta propuesta comercial radicó en un proceso acelerado de concentración de capital, en manos de los inversores de Wall Street y un consecuente control mayor de recursos de todo tipo en los países a los cuales estos se dirigen.
Esta tendencia surgió sobre la base un argumento ideológico para la ampliación de una política más agresiva, por parte de los Estados Unidos, en la región, pasando de la doctrina Monroe con la proclama de “ América para los americanos”, apropiación indebida de un gentilicio, en 1824, eventualmente justa, a criterio de Martí, por el peligro de la “creación de una monarquía europea”, pretensiones colonialistas y la propuesta del aislacionismo, invento estadounidense con grandes réditos en la definición, posterior, de la política externa de este país hacia América Latina, su patio trasero, al concepto de “ destino manifiesto” o “ águila rampante” de 1845. “Franklin Pierce fue el primer presidente de los Estados Unidos que, en su discurso inaugural de 1853, declaró que el ensanchamiento de la nación era una de las metas de su gobierno. James Buchanan, su sucesor, pronosticó que “ la expansión territorial será en el futuro la política de nuestro país y sólo los cobardes la temen y la combaten”. Los territorios “atrasados” que desperdiciaban sus recursos naturales debían ser tomados, y la única recompensa que había que darles era su incorporación a la Unión Americana. La misión de Estados Unidos era, pues, seguir siempre adelante y cada tantos años tragarse, con desenfrenada pasión y entusiasmo, más y más territorios, fuera mediante compra, anexión, conquista militar o por cualquier otro medio”. ( Rosengarten, 1997:32). Programa inspirador de William Walker y sus filibusteros. Fase que termina con la elocuencia intervensionista aplastante de “ el gran garrote”, intervención abierta en la franja desde el Río Bravo a la Tierra del Fuego de Theodore Roosevelt y la consolidación del imperialismo, con su gran cruzada por la ístmica vía interoceánica en 1903.
No obstante, con el uso de otros recursos tratan “... de ir preparando, por un sistema de tratados comerciales o convenios de otro género, la ocupación pacífica y decisiva de América Central e islas adyacentes por los Estados Unidos.” ( Martí, 1989,66). Práctica que inicia este proceso con negociaciones comerciales con Cuba, República Dominicana, Nicaragua y México en las dos últimas décadas del siglo diecinueve. En la misma dirección, hacia 1888, el gobierno de los Estados Unidos convoca a la conferencia monetaria de la Repúblicas de América, con el objeto de adoptar una moneda común de uso forzoso en todos los países (Opus Cit,203), propuesta que se plasma en 1944, conferencia de Bretton Woods, con el establecimiento del dólar, a la par de la libra esterlina, medio de reserva de los países, haciendo desaparecer en poco tiempo a la segunda moneda, hasta que en 1971, es establece su consolidación como reserva y medio de pago con aceptación internacional y su no convertibilidad en oro.
En nuestros tiempos esta política se traduce como integración económica, sinónimo obligado de modernización,“ Dar la espalda a la integración económica, regresar al proteccionismo comercial y menospreciar la atracción de la inversión extranjera constituyen, hoy por hoy, las vías más seguras para condenar a la juventud costarricense al desempleo y a Costa Rica al subdesarrollo.” ( Arias, 2006, 41A ).
Marco conceptual de referencia obligada para aceptar la globalización, del signo vigente, entendida como sujeción a las políticas de liberalización en la economía según la normativa establecida en los conceptos emanados desde el consenso de Washington, con los principios de la reforma fiscal sobre la base de la disminución de la carga tributaria y la supresión de las exenciones fiscales que benefician a los más pobres, liberalización de los mercados financieros, igualdad de trato entre las inversiones autóctonas y las extranjeras, privatización, en lo que corresponda, del sector público, desregulación máxima de la economía, intensificación en la protección a la propiedad privada, fomento a la liberalización del intercambio de mercancías, fortalecimiento del sector exportador, limitación del déficit presupuestario, por último, transparencia del mercado, eliminación de los subsidios estatales a los operadores privados ( Ziegler, 2004,62-3). Como se observa, conjunto de principios que son favorables al libre mercado en toda su extensión, sistematizados y aplicados a lo largo de las dos últimas décadas del siglo veinte con la contribución del gobierno de los Estados Unidos y las instituciones financieras internacionales ( Chomsky, 2003:20).
Como corolario, subsidios y protección para los ricos, bajo la égida del contrato por América, artilugio de los conservadores del norte, que genera grandes benéficos para los dueños del gran capital, libre mercado para los pobres.
El objetivo económico y el desequilibriogeneral
La mercantilización del mundo, en todas las esferas posibles, sobre la base de la oferta y la demanda como leyes regidoras de toda actividad humana, la transacción de objetos, el objeto-mercancía, eje sobre el cuál gira la acumulación de capital, impacta nuestra vida cotidiana destruyendo el sentido de comunidad, su desaparición, con la disolución de las relaciones personales y la pérdida de pertenencia ( Rodríguez, 1997: xv). Este es el resultado de un proceso histórico cuyo objetivo central es el económico, expresado en la reproducción de capital, con profundas representaciones en lo político y en todos los demás aspectos de nuestra convivencia social. Se da entonces por supuesto que los cambios, solo son posibles con la exigencia de una actitud que responda a la lógica del capital, lógica que busca la perpetuación de estas relaciones, con un marco social que refuerza, como uno de sus principios, lo que es bueno para las empresas también lo es para la sociedad, las desigualdades establecidas sobre la base el control de los recursos de todo tipo, las relaciones obligantes establecidas a partir del derecho civil, válido para la raza mercenaria, invasora.
John Winthrop, gobernador de la Bahía de Massachussets así lo declara, en un lejano año, 1607, cuando los peregrinos se asentaron Nueva Inglaterra, los indios no son dueños de la tierra, ellos tienen el derecho natural, pero no el derecho civil, el derecho natural no tiene asidero legal, por tanto no debe ser respetado ( Zinn,1990,13). Modificación inicial que permitirá en lo sucesivo la aplicación de la política de la posición dominante, según el derrotero establecido en los centros de poder, ahora global.
Base para que opere el papel impositivo obligante de las agencias internacionales de financiamiento, mal llamadas de desarrollo, representantes del gran capital y en ámbito de las naciones, sus “ meseros políticos” ( Chomsky, 2001:10). El modelo impuesto por parte de estas agencias, de agendas sobre crecimiento económico en el ámbito de las naciones y la definición de los problemas importantes que deben ser tratados sin importar las consecuencias de orden social, se transforman en los objetivos sobre los cuáles debe girar la propuesta económica para cada país ( Díaz, 1987a).
Así deuda interna, deuda externa, política monetaria, política crediticia, ajustes al sistema cambiario, política fiscal, política arancelaria, negociación salarial, apertura comercial, liberalización financiera se transforman en los puntos de partida sobre los que girarán las principales decisiones económicas.
La definición de la política macroeconómica interna pierde vigencia, deja vacantes las posiciones políticas definitorias, hasta su extinción, de los sujetos directores nacionales con respecto al rumbo de la economía, quienes se transforman en voceros de las agencias internacionales, representantes de grandes corporaciones, obviando cualquier propuesta que no esté ligada al libre mercado, libre competencia, libre empresa, exaustación de los recursos naturales, empobrecimiento de la fuerza laboral, entre otras definiciones. “ Profundizaremos la vinculación de Costa Rica con la economía mundial. Vamos a atraer vigorosamente la inversión extranjera y continuaremos teniendo una política comercial decidida, que permita a la mayor cantidad de productores nacionales vincularse a los mercados de exportación.” ( Arias,2006,41A). Argumento que responde con claridad a la prescripción de la receta por seguir.
Obstáculos para el crecimiento económico se relacionan con la conservación y protección de los recursos naturales, la satisfacción de la demanda interna, el desarrollo de mercados locales, las leyes laborales de protección a los trabajadores, las jornadas de trabajo, la solidez de las monedas regionales, las transacciones comerciales con mercados alternativos en condiciones de igualdad, la defensa de los recursos naturales, la soberanía nacional , “ ... nosotros estamos hablando de ideologías y soberanía mientras ellos están apostándole a la competitividad, creciendo como locos y reduciendo la pobreza como nadie” ( Oppenheimer, 2006,19A).
Argumentos pensados en función de una supuesta modernización económica, expresados por altos funcionarios, grandes empresarios, intelectuales mediáticos, periodistas encumbrados, sobre la base de la obligación necesaria de modificar las condiciones sociales, productivas, culturales, ambientales, con los indicadores de eficiencia, racionalidad sustentada en la crematística, ciencia de la asignación de precios, distribución de recursos con las exigencias seguidas a partir del mercado, criterios todos definidos como signos de la salud del sistema económico, expresados todos en el índice de competitividad, parámetro a aplicar en toda su extensión.
Los países, la población con más carencias, sujetos a este tipo de negociaciones, han visto desboronarse su sistema de seguridad social, no obstante la recurrencia a la afirmación decorativa de la lucha por la justicia social, demagogia sin titubeos y rayana en el cinismo político.
Refiramos lo anterior al caso particular, Costa Rica, su sector agrícola. La aplicación del primer Programa de Ajuste Estructural (PAE I), 1985, negociado con el Banco Mundial, baja los aranceles, imposición necesaria para la defensa de la producción nacional en contra de la importada y elimina subsidios a la producción para el mercado interno. De igual manera, plantea reformas a la estructura del sector público, delimitando el empleo público. Es el inicio de la economía orientada hacia la exportación. Para el caso de la política agropecuaria, con el segundo programa de ajuste estructural negociado a partir de 1987, en el primer mandato de la administración Arias Sánchez, bajo la tutela de su Ministro de Planificación, excandidato hoy a la presidencia de la república, los precios de los granos básicos estarán determinados por un promedio de los precios a nivel internacional. Considerando los subsidios dados en estos mercados, especialmente en los Estados Unidos, el precio nacional resulta sumamente elevado, lo que lleva a la desactivación de este sector. En la administración Calderón Fournier, 1990-1994, se aprueba el tercer programa de ajuste estructural, consolidando de esta forma, el proceso de liberalización de la economía. Una característica importante está relacionada con las transformaciones a la estructura del empleo, con la propuesta del programa de movilización laboral, el recorte de veinticinco mil empleos en el sector público. La privatización de las instituciones públicas es otro de los objetivos planteados.
Todo lo anterior, necesariamente implicó una política de “no-política” con respecto a la producción agrícola nacional, su destrucción y, la aceptación de las propuestas dadas a partir del principal programa de ayuda alimentaria de los Estados Unidos, conocido como PL480, ( Public Law 480 de 1954) con el nombre completo de “ Acta para el Desarrollo del Comercio y la Asistencia Agrícola ” ( Agricultural Trade Development And Assistance Act). También conocido, eufemísticamente según los conservadores norteños, como “ Alimentos para la Paz”.
Quizá el impacto mayor se dé con el Título I de la citada ley, que tiene como objetivo fundamental bajar los excedentes agrícolas de los Estados Unidos y crear nuevas condiciones para el desarrollo de mercados de exportación para esos productos, con el uso de los modelos de desarrollo utilizados e impuestos por la Agencia Internacional de Desarrollo ( AID).
Debe entenderse que este es un mecanismo de financiamiento para la importación comercial de alimentos y otros productos agrícolas, cuyo receptor principal es el gobierno del país pobre, en primera instancia, y en segundo lugar, las agroindustrias e industrias de alimentos, que utilizan insumos agrícolas importados. Este mecanismo se expresa como un instrumento de crédito blando, sobre la base de la venta a los empresarios residentes en el territorio nacional, por parte del gobierno receptor , de los productos agrícolas importados, quién no tiene que devolver la “ayuda” de inmediato al gobierno dador. Las tasas de interés, en dólares, oscilan entre un tres y un cuatro por ciento anual y los plazos son de hasta de hasta veintiún años. Con este título, la exportación de alimentos de los Estados Unidos fue de un tercio de todos los productos agrícolas, consumidos en el país, otro eufemismo, “importados” por Costa Rica de los Estados Unidos, ( Garst, 1990, 9).
Internamente la política agrícola, por seguir, establece restricciones totales para la producción de alimentos, especialmente granos básicos, con el soporte del crédito bancario de la banca estatal, como instrumento de control político, al amparo del listado establecido en el PL480, esto provoca, en la práctica, la desaparición de la producción nacional orientada a la satisfacción del consumo interno de alimentos. El programa fomenta la dependencia de las importaciones agrícolas con lo que se arriesga la seguridad agroalimentaria.
El segundo título, la donación de alimentos, excedentes en los Estados Unidos, con distribución gratuita para los pobres, para el caso de Costa Rica, terminó en 1982.
Es claro que esta política desde los Estados Unidos expresa interés por lo que acontece en la región centroamericana. Para este período, Nicaragua con el sandinismo, es considerada como un país vecino amenazante.
El caso descrito por Martí para México, un siglo después, se aplica aquí casi literalmente. Costa Rica, dada la crisis de los años ochenta, acoge esta acta, en su título I, en 1982, durante el gobierno de Luis A. Monge A. de 1982-1986. A Estados Unidos la política descrita le permite “... la colocación, desde el primer instante, en las condiciones ventajosas, de un exceso de riqueza que coloca hoy desventajosamente, el descargo de un mercado forzoso de sus industrias embarazadas por la sobra de productos no colocables y la posibilidad de alzar ciudades, sin más autorización ni traba que las que les otorga el tratado, en un pueblo vecino” ( Martí, 1978:339). Evidencia suficiente para establecer que la celeridad requerida para la puesta en vigencia del Tratado de libre Comercio entre Estados Unidos, Centro América y República Dominicana responde a estas consideraciones, en su fundamento, favorecedoras del país dominante, necesidad de hacer desaparecer las montañas de maíz de las praderas hechas campos de cultivo recurrentes, periódicos, amenaza a otro maíz, por la sobreabundancia y la contaminación genética: la comida que trajeron el gato montés, el coyote, la cotorra, el cuervo, cuatro animales que dieron noticia de las mazorcas blancas y amarillas y enseñaron el camino al lugar de su descubrimiento, Paxil.
El maíz entró en la carne del hombre, llenó de alegría encontrar “... una hermosa tierra, llena de deleites, abundante en mazorcas amarillas y blancas y abundante también en pataxte y cacao y en innumerables zapotes, anonas, jocotes, nances, matasanos y miel. Abundancia de sabrosos alimentos...” ( Recinos, 2001,160)
La Propuesta Programática del Libre Comercio.
¨El orden económico capitalista actual es como un cosmos extraordinario en el que el individuo nace y al que, al menos en cuanto individuo, le es dado como un edificio prácticamente irreformable, en el que ha de vivir, y al que impone las normas de su comportamiento económico, en cuanto que se haya implicado en la trama de la economía ¨ ( Weber, 1979:49).
¿Qué mejor argumento podríamos encontrar para ejemplificar nuestra condición actual?. Weber, como apologista del capitalismo se adelantó cien años en este alegato. Se plantea así la intencionalidad, explícita, de la máxima positivista “ prevenir para controlar”, el capital impone las reglas sobre las que se juega y cada uno de los participantes se limita a obedecer ciegamente, cada país está ¨ implicado en la trama de la economía ¨ agreguémosle mundial.
¿ Y qué mejores representantes de esta ideología, con todas las implicaciones y con todos los medios posibles para hacerla efectiva?. La respuesta es solo una: el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Organización Mundial del Comercio (OMC). Para no citar al Banco Mundial y a la Organización Mundial del Comercio, en lo relacionado a la toma de decisiones, en el caso del Fondo Monetario Internacional, el reparto de votos para las cinco naciones más industrializadas del mundo, Estados Unidos, Japón, Alemania, Inglaterra, y Francia, contabilizan el 41% de los mismos. En cuanto al BM, este impulsa la estrategia de mercantilizar al mundo sobre la base de la apertura de los mercados, como instrumento necesario, la privatización a ultranza de los activos estratégicos , tanto los convencionales como los naturales, con todos los mecanismos propuestos por los programas de ajuste estructural y sus implicaciones en los campos y las ciudades de los países expuestos a estas medidas ( Saxe, J. y Delgado, J.C. 2004:9).
En sus propuestas de ajuste estructural, sistematizadas a partir de 1987, el FMI valora como imprescindibles tres grandes objetivos: 1. Control sobre la balanza de pagos, es decir, las transacciones económicas de un país con el resto del mundo: cuenta corriente y cuenta de capitales; 2. Mejor utilización del potencial productivo, esto es , fortalecimiento del sector privado productivo, sobre todo el dedicado a las exportaciones, con apoyo fiscal irrestricto, protección a la propiedad privada y, 3. Crecimiento económico en el largo plazo ( IMF, 1987, 1), que no es lo mismo, usando la teoría económica del mercado, que hablar de desarrollo y los condicionantes que se establecen para la elección social, en este caso particular, utilizando como criterio el concepto de utilidad social, o bienestar social, siendo el objetivo de la sociedad su maximización, con las limitantes en cuanto a los recursos o tecnologías, siempre que estos sean relevantes. Lo que se busca es la producción del mayor bienestar posible para toda la población ( Arrow, 1994:47).
El principal argumento para la propuesta de IMF, es una supuesta ineficiencia de los países expuestos a los programas de ajuste estructural con respecto al manejo de su economía y una reorientación de la misma hacia el lado de la oferta, mayor producción, sobre todo, la dirigida a las exportaciones no tradicionales, con incidencia directa en la política monetaria, la política fiscal, los gastos del sector público, preocupación también de Martí, por cuanto el país no tendrá ingresos por concepto de impuestos al estar todos los productos sujetos al libre comercio, “... el tratado dejaría sin rentas al gobierno de México, que deriva hoy casi todas las suyas de los derechos de aduana...” ( Martí, 1978:341). Todo lo anterior con efectos directos en la estructura impositiva, déficit del sector público, política de intercambio monetario, inversión y manejo de la deuda externa. Agrega Martí más adelante sobre el impacto en los procesos de construcción de infraestructura ferroviaria, sin ingresos el gobierno deberá suspender “... el pago a poco de las subvenciones con que auxilia la construcción de determinadas líneas férreas de empresarios norteamericanos; estas, privadas de las subvenciones, quedarían forzadas a interrumpir y abandonar, acaso, sus trabajos; entonces, sobre sus ruinas, continuaría construyendo los ferrocarriles mexicanos la poderosa compañía no subvencionada, nutrida por los magnates ferrocarrileros de los Estados Unidos, con cuyos intereses esta íntimamente ligado el general Grant, coautor, sino en la letra, en el espíritu del proyecto” ( Martí, 1978: 341).
Y es que el general Grant “ ¡Ay de sus años últimos! En que ni se fatigó su ansia de poder, encaminada ahora innecesariamente hacia la riqueza...; ni cejó en su afán de expandirse y marchar en que su misteriosa cualidad de héroe negociante le llevó a curiosear por Cuba y México y a aconsejar con su nombre a la cabeza, la continuación sobre México de la red ferrocarriles norteamericanos...” ( Martí, 1972:45).
Todo este tejido argumentativo, en torno al comercio, desde el punto de vista ideológico, lo que busca es sustentar una teorética económica que de hecho refuta y desautoriza las propuestas de que el objeto de la economía, según los neoclásicos, es el de ampliar el rango de posibilidades de elección, como proceso de maximización del beneficio individual, en condiciones en las cuales todos los individuos están en igualdad con respecto a su acceso a todo tipo de bienes y servicios producidos por la sociedad ( Lewis, 1976).
Pero la interpretación de los tres objetivos y su concreción en la práctica se puede resumir en: primero, limitación del papel del sector público a las actividades definidas como de bien común y que por su carácter no son susceptibles de ser desarrollas por el sector privado, segundo, fortalecimiento del sector privado, el ligado con las exportaciones, de ahí la necesidad constante de especializar la producción de acuerdo con el criterio referido, obligatoriamente, a las ventajas comparativas: “ Un país posee una ventaja comparativa en la producción de un bien si está relativamente bien dotado de los insumos utilizados intensivamente en la producción de ese bien ” ( Case y Fair, 1997: 492). Una supuesta especialización y comercio pueden beneficiar, de acuerdo con la teoría, a todos los socios comerciales, incluidos los productores ineficientes. Por último, crecimiento económico, sin ninguna instrumento que medie en lo que se refiere a como se distribuye la riqueza entre los diferentes sectores sociales que participan en su creación, el frío e inexpresivo cálculo que relaciona el producto interno bruto ( PIB) y la población total del país (P) en un periodo determinado ( PIB/P ) para definir el ingreso individual del país.
El modelo aportado por el FMI (IMF, 1987), con pequeños cambios, para cada uno de los casos, recordemos Argentina y su pasada crisis, se sitúa, como corresponde, del lado de la oferta agregada, sin considerar posibilidad alguna con respecto a la demanda agregada interna en cada uno de los países en donde estas propuestas de ajuste estructural han sido aplicadas, lo que objeta además, cualquier decisión interna que comprometa los objetivos asignados según los criterios definidos y el programa diseñado en una oficina central, en un país industrializado o en un hotel de lujo, con la compañía de un bourbon en las rocas, en el espacio geográfico con problemas ligados a lo que no debe ser el manejo de la política macroeconomía, correspondencia obligada con el marco del ajuste estructural, principio que rige, violentando la institucionalidad, el proceso interno de toma de decisiones, lo que se traduce, literalmente, como imposición.
De más está reafirmar que el fracaso de los buenos seguidores del FMI se debe no a que no siguen los recetarios de su órgano rector, sino a que aplican sus recomendaciones al pie de la letra (Stiglitz, 2002). Ser buen alumno para el FMI significa que cada país debe proponerse como objetivos últimos la apertura de los mercados nacionales, la reestructuración de las funciones del sector público con respecto a la reducción de su campo de acción en lo económico y social y, la reducción del costo de la fuerza de trabajo, referida a flexibilización, con respecto a los derechos humanos, en particular los laborales ( Hinkelammert y Mora, 2001).
Esta relación de desigualdad se solidifica con mayor fuerza en los felices noventa, América Latina, la alumna más aplicada de las políticas de globalización, se adhirió a las reformas fundamentalistas de mercado, dejando de lado los principios de justicia social, equidad e imparcialidad, que los proponentes de estas políticas si defendieron y para los que la receta prescrita no se aplicó. La consecuencia inmediata ha sido estancamiento, mayor pobreza, desempleo y sin subsidios. Para los Estados Unidos, esto representó prosperidad económica, pero a la vez, la incubación de las semillas de la destrucción. La recesión económica de los Estados Unidos también se cobro su peaje a costa de América Latina, se decía que cuando Estados Unidos estornuda México se resfría ( Stiglitz, 2003: 64). Ahora, todo el mundo se enferma.
Lo anterior nos permite replantear que la expansión capitalista con el signo actual, el dominado por la multinacionales, y sus muchos calificativos, tiene sus orígenes en la década de los años setenta y de manera muy precisa en: 1. Equipara las normas interiores de producción para la base del capital nacional sobre la base de las existentes a nivel internacional, 2. Amplia las posibilidades de inversión del capital externo con un estructura productiva que sigue la pauta internacional y el consecuente proceso de concentración-centralización del capital, algo muy evidente en la actualidad, o de otra manera, una brecha social más amplia con el aumento de la pobreza y la riqueza concentrada en un grupo de individuos reducido, 3. Equipara y cambia normas en lo referido a la reproducción del capital en lo interno y nacional, sobre la base de la ganancia de los agentes económicos externos (Palloix, 1975). Este proceso es regido por las directrices creadas por las grandes multinacionales, con condiciones favorables para estas importen o produzcan bienes a nivel local, reciban un trato similar al dado a las empresas nacionales y tengan la opción de emprender cualquier actividad autorizada legalmente para las empresas locales.
De esta manera podemos decir que los principios del libre mercado no operan como lo dice la teoría. Y esta tendencia, sin ser crítico del sistema capitalista de producción, la señaló Weber en 1901, al establecer el criterio de unipolaridad en las alternativas económicas, “el cosmos en el que el individuo nace ,irreformable. ”.
La época actual con respecto al desarrollo del capitalismo se caracteriza por una alta concentración de las riquezas en manos de pocas empresas, la mayoría de ellas multinacionales, en contra del principio de la libre competencia y la distribución eficiente de los recursos (Farley,2000). La competencia perfecta no lleva necesariamente a una asignación eficiente de los recursos, con la estructura actual del capitalismo, la Organización Mundial del Comercio favorece a un pequeño grupo de transnacionales y protege el monopolio de estas empresas sobre ciertos productos. Pocas de estas empresas se benefician enormemente de la liberalización comercial y han crecido durante el proceso, especialmente en las telecomunicaciones y las finanzas. El argumento basado en los derechos de propiedad establece monopolios. Las patentes excluyen el consumo de bienes con impacto en lo público como el conocimiento y la tecnología. De todas las patentes a nivel global, el 97% están s en manos de ciudadanos de países industrializados, aún en los países llamados en vías de desarrollo, el 80% de las patentes pertenecen a ciudadanos de los países ya citados.
Otro problema referido al desequilibrio mundial, se fundamenta en la ineficacia del mercado para compensar por daños a terceros, resultado del impacto negativo de algunas de las actividades económicas establecidas al amparo del libre mercado. Un aumento en el comercio internacional externaliza el costo de los hidrocarburos, por concepto de aumento del transporte en el acarreo de mercancías, con un serio impacto ambiental. En teoría, la OMC, tiene el poder de decidir sobre el diseño de leyes nacionales para la eliminación de las externalidades, así como de reforzar decisiones en la protección del ambiente, pero cuando se trata de imposiciones de un país sobre otro, en lo económico, las leyes ambientales son declaradas barreras comerciales, al igual que los preceptos legales sobre la protección a las industrias locales, así como las empresas públicas en el campo de los servicios. Lo más irónico, apunta Farley, es que de las cien economías más grandes del mundo, cincuenta y una son economías internas de las grandes corporaciones multinacionales. Una multinacional se maneja con una estructura vertical, altamente jerarquizada, dirigida y controlada desde los centros económicos de poder mundial, sin impacto en lo social en la comunidad en donde opera, por tanto es la antítesis de la teoría del libre mercado.
La defensa mas cínica de la OMC ( Farley, 2000) es la de que el libre mercado beneficia primariamente a los más pobres del mundo. En términos de comercio los más pobres adquieren deudas para financiar infraestructura como apoyo a la tendencia hacia la producción especializada con un destino hacia el mercado externo. Son unos cuantos productos los que se exportan. Las condiciones del mercado internacional hacen que un exceso en la oferta provoque una caída de los precios, de igual manera, la sustitución tecnológica, como consecuencia final, el fracaso y la generación de estados económicos deprimidos. Cultivos como el café, el banano, la caña de azúcar, el tabaco, las flores, las frutas varias, las legumbres, entre otros, así los constatan.
Resultado último, en los países en donde el proceso de liberalización comercial ha sido acelerado, no solamente se ha ampliado la brecha de la desigualdad salarial, han caído los salarios reales para los trabajadores no calificados; además, ha aumentado el desempleo industrial. Por supuesto, debemos considerar las asimetrías resultado de este trato preferencial asociado a la producción para el mercado externo, delimitado por políticas con prerrogativas muy beneficiosas, comparadas al apoyo dado a la actividad productiva orientada hacia el mercado interno, casi en el abandono. El principal principio distributivo de la riqueza se establece con un proceso socializador de las pérdidas y la apropiación privada de las ganancias, la deseconomía, se distribuye el costo asociado a la actividad productiva, la no-riqueza ( Diaz, 1987b). Todos los “agentes económicos” pagamos los costos asociados con la producción, las ganancias son corporativas.
En términos del intercambio comercial internacional la evidencia es clara. El intercambio desigual entre productos industriales y no industriales, entre países desarrollados y no desarrollados, se ha profundizado. En los años ochenta una locomotora era equivalente a doce mil novecientos diez sacos de café, diez años después, en los felices años noventa la misma locomotora tenía una relación de equivalencia igual a cuarenta y cinco mil ochocientos sacos de café ( Centro Nuevo Modelo de Desarrollo, 1997, 70). “ Se desdeño la sabiduría acumulada durante tantos años, que nos enseñaba que había políticas alternativas, que políticas diferentes afectaban a los diferentes grupos sociales de manera diferente, que debía respetarse el toma y daca, y en fin que era precisamente la política la que proporcionaba el escenario para evaluar este intercambio de mutuas compensaciones y adoptar la decisión más conveniente.” ( Stiglitz,2003,16).
Es igualmente importante señalar, que las seiscientas corporaciones más grandes del mundo controlan el cincuenta por ciento de la producción industrial mundial, el veinticinco por ciento de todos los bienes materiales y el veinte por ciento de toda la producción, incluidos los servicios ( Centro Nuevo Modelo de Desarrollo, 1997: 78).
La estrategia de las grandes corporaciones transnacionales, en lo relacionado a las inversiones directas, se ha modificado sustantivamente. Para los años noventa, en América Latina y el Caribe, “... quien es dueño del Mar Caribe, es dueño de todas las Américas...” ( Mora, 2001:28), se centró en la búsqueda de materias primas en Argentina, Venezuela, Colombia, Bolivia y Brasil, con petróleo y gas; en Chile, Argentina y Perú, con minerales. Con respecto a las manufacturas, se busca eficiencia en la industria automotriz en México, electrónica en México y el Caribe, confecciones en el Caribe y México. Además de mercados para la industria automotriz en Argentina, agroindustria en Argentina, Brasil y México, química en Brasil, cemento en Colombia, República Dominicana y Venezuela. Con respecto a los servicios sobresale la búsqueda de mercados para finanzas en Brasil, México, Argentina, Venezuela, Colombia y Perú; telecomunicaciones en Brasil, Argentina, Chile y Perú; comercio minorista en Brasil, Argentina, México y Chile; energía eléctrica en Colombia, Brasil, Argentina y América Central; distribución de gas en Argentina, Brasil, Chile y Colombia. Finalmente, turismo en México, América Central y el Caribe ( Fernández Mayo, 2002: 132).
Como puede notarse, con detalle, las actividades productivas tradicionales, sobre todo las agrícolas, son desplazadas.
No se está pensando en los orígenes de la inversión extranjera con “las proezas” de los inversionistas, más aventureros y mercenarios, en el marco del origen y ascenso expansionista estadounidense. Así el “ Emperador del Caribe” , Minor C. Keith ( Dos Pasos, J., 1977:172), quién llega a Costa Rica por primera vez en 1871, funda, en 1898, la United Fruit Company, Mamita Yunai, orientada a la construcción de ferrocarriles inicialmente, y posteriormente a la producción de bananos y otros bienes agrícolas, constituyendo, formalmente, en América Central, el territorio conocido con el peyorativo mote de las “ banana republics” , producto del dominio casi total de estas grandes corporaciones sobre el diseño de la política interna aplicable a todo el territorio, siempre con una alta preferencia a servir a estos intereses, resultado de la incidencia corporativa, organizada administrativamente en el enclave y la introducción de nuevas formas de hacer consenso, lección muy aprehendida por la clase gobernante, práctica de uso común y variado, a través de la historia den los países en donde estas empresas operan. El contratista Henry Meiggs, tío de Keith, como “ agradecimiento” por la firma del contrato, que traspasa a su sobrino, envía al General Tomás Guardia la jugosa suma de cien mil libras esterlinas, en una Costa Rica de 146.000 habitantes e ingresos anuales del gobierno por un millón de pesos, en 1870. Los enemigos del gobierno difunden la noticia, por el escándalo sobre la construcción del ferrocarril , a lo que el General responde “ En todas partes se hacen siempre estas gratificaciones después de una negociación: en todas partes esas sumas se las reparten entre sí y sus íntimos amigos, las personas a quienes se las obsequian.” ( Stewart,1991,25). Estrategia bien reorientada de acuerdo con las nuevas exigencias de la acumulación de capital.
No solamente son las grandes corporaciones las que desplazan sus actividades económicas y desecha el remoto recuerdo del origen. Muchas veces, en la post modernidad, “sugeridos” por las mismas empresas, en función de la retribución a las inversiones de sus accionistas, los gobiernos también toman decisiones en esta dirección, influencia de las tendencias expansionistas, de viejo cuño, con “el triunfo del conservadurismo”, reflejo del continuo giro a la derecha de la población de los Estados Unidos orientado a la necesidad de “... reinstaurar los felices tiempos en que imperaba el libre mercado...
Y dirigirán una triunfal cruzada para establecer el Sueño Americano de la democracia del libre mercado en el mundo” ( Chomsky, 2000:8). Argumento primero y último de los procesos de inserción en la economía mundial.
Modernización Agrícola: Camino de la desesperanza
Desde la década de los ochenta, que coincide con la aplicación, en 1985, del PAE I, hasta el día de hoy no existió una definición estatal clara con respecto a la producción agrícola tradicional en Costa Rica. En primer lugar los efectos de una política de crédito estatal devastadores contra la producción de granos básicos y cultivos tradicionales, no obstante, el florecimiento de una política agresiva de crédito para la agricultura orientada hacia el mercado externo. Debemos considerar que el total de colones corrientes, otorgados como crédito bancario estatal, de acuerdo con su porcentaje, en 1986 (26.0%), 1990 (21.7%) y en 2001 (6%) ( Proyecto Estado de la Nación, 2003) refleja cuál es la situación para este sector, bajo la tutela de los programas de ajuste estructural. Lo anterior ha obligado a la importación de maíz, arroz y frijoles, con todas las implicaciones negativas desde la perspectiva de la seguridad agroalimentaria, lo que pone a merced del mercado internacional un aspecto tan importante como la alimentación de la población nacional.
La pobreza se ensaña en el espacio rural, en nuestro caso particular en la Región Brunca, constatamos un aumento de ésta al 35% , considerada como la más alta de Costa Rica ( Proyecto Estado de la Nación, 2003:85).
Ciertamente con la indefinición de la política agraria ha existido una extrapolación basada en la experiencia de los países industriales , para los que la agricultura representa un porcentaje muy bajo del PIB y la participación de la población agrícola es relativamente poco significativa. Particularmente, en nuestro caso, la población rural representa un porcentaje cercano al 40% del total, por lo que la agricultura continúa siendo una de las actividades económicas más importantes, no solamente como generadora de empleo, ( el 38% del total del empleo es empleo rural), sino también desde el punto de vista de la producción de alimentos.
La perspectiva del libre comercio aplica la premisa sobre la base de que el sector agrícola, en los países industriales, representa, cada vez, menos importancia en la actividad económica en general y, por tanto, una disminución con respecto a su participación en el producto interno bruto (PIB) no afecta sustantivamente la producción total del país, conclusión equivocada, por cuanto la única fuente de producción de alimentos es la agricultura (Daly, 2000). Además, dicen los ideólogos, en caso de escasez, habrá otros países produciendo bienes agrícolas. Estrategia de los Estados Unidos para constituirse en el granero del mundo. Quién controla el estómago controla todo lo demás.
Si a esto se le suma la eliminación de incentivos y nuestra imposibilidad de competir con países en los cuales continúan existiendo, a pesar de los acuerdos de la conocida Ronda de Uruguay, en 1994 y el compromiso para su eliminación. El caso concreto de los Estados Unidos, así lo prueba, con un aumento a $173500 millones de dólares para subsidios la agricultura y la inclusión de quince cultivos, entre lo que sobresalen los exportados por este país hacia esta región, desde el año 2002, un equivalente diario de $220 millones ( Fernández, 2005,82), entonces, nuestro panorama se oscurece aún más.
La Desconexión Neoliberal
Siendo la crisis social y económica atribuible a las fuerzas del mercado, entre ellas la automatización, consecuencia del proteccionismo, y el comercio internacional, con la persistencia de grandes subsidios estatales en los países desarrollados y la participación del Estado para hacer parecer el comercio como eficiente, sin tomar en consideración el daño ecológico impuesto a generaciones futuras ( Chomsky , 2001:30), resulta importante de nuevo volver a Martí.
Con su pensamiento fundacional, Martí propone una reversión del proceso expansionista estadounidense, su concepto de equilibrio. Pero si nos vamos a una visualización con respecto a nuestra estructura económica, aparece de inmediato la necesidad de pensar en lo nuestro. Una extensión martiana para la realidad actual corresponde la necesidad de luchar en contra de la globalización como es entendida hasta hoy y para la que existen argumentos suficientes en el nivel internacional con la orientación de que este proceso debe ser revertido.
El Tratado de Libre Comercio Estados Unidos, Centro América y República Dominicana, TLC, evidentemente refleja esa acentuación del desequilibrio, Martí lo clarifica, otro contexto, otro imposición política, en 1891. “ Cuando un pueblo es invitado a unión por otro, podrá hacerlo con prisa el estadista ignorante y deslumbrado, podrá celebrarlo sin juicio la juventud prendada de las bellas ideas, podrá recibirlo como una merced el político venal y demente, y glorificado con palabras serviles; pero el que siente en su corazón la angustia de la patria, el que vigila y prevé, ha de adquirir y ha de decir qué elementos componen el carácter del pueblo que convida y el del convidado, y si están predispuestos a la obra común por antecedentes y hábitos comunes, y si es probable o no que los elementos temibles del pueblo invitante se desarrollen en la unión que pretende, con peligro del invitado; ha de inquirir cuáles son las fuerzas políticas del país que le convida, y los intereses de sus partidos, y los intereses de sus hombres, en el momento de la invitación. Y el que resuelva sin investigar, o desee la unión sin conocer, o la recomiende por mera frase y deslumbramiento, o la defienda por la poquedad del alma aldeana, hará mal a América” ( Martí, 1989,204).
Es clara la intencionalidad ya referida y sostenida por los argumentos políticos del país poderoso. No solamente la referencia obligada a la unilateralidad en lo relacionado a la injerencia en los asuntos internacionales, también sobresalen los aspectos, en la eventualidad de los casos bilaterales o multilaterales, asociados con la firma de tratados o acuerdos, según sea el caso. La perspectiva no es la misma para los firmantes. Siempre la probabilidad alta de obtener grandes ventajas para quién impone las condiciones, indefiniciones entre tratados y acuerdos, falta de claridad y lucidez de quienes negocian o complicidad, con el conocimiento, ya evaluado sobre los resultados certeros por obtener, cinismo político bajo el amparo del lema “ por la patria”, envoltura que confunde, publicidad maniquea.
Así lo afirma el Exsecretario de Estado, Collin Powel: “ Nuestro objetivo con el ALCA es garantizar a las empresas norteamericanas el control de un territorio que va del polo ártico hasta la Antártida, libre acceso, sin ningún obstáculo o dificultad, para nuestros productos, servicios, tecnologías y capital en todo el hemisferio.” (Mora, 2004, 14). La vuelta a los años aislacionistas del primer cuarto del siglo XIX, con la proclamación maniquea de “ América para los americanos”, evidencia en el acuerdo de México y Estados Unidos de 1883, con una ventaja del primer país no visible en el futuro inmediato, todo son expectativas, la olla con rebalse de riqueza, para el segundo, la colocación de todos sus excedentes, “ Comete suicidio un pueblo el día en que fía su existencia a un solo fruto” ( Martí, 1978,340).
La proclama del libre comercio, con la retórica del poder imperial se instrumentaliza en la jerigonza del representante comercial de los Estados Unidos, Robert Zoellick al establecer que “ ... los países que buscan acuerdos de libre comercio con los Estados Unidos deben cumplir más que criterios económicos y de comercio, si pretenden ser elegibles. Como mínimo, estos países deben cooperar con los Estados Unidos en su política exterior y en sus metas de seguridad nacional, como parte de 13 criterios que guiarán la selección que haga Estados Unidos de sus potenciales socios en acuerdos de libre comercio. ... Negociar un Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos no es algo a lo que alguien tenga derecho. Es un privilegio.” (Mora, 2004,15). Nótese que el mismo Zoellick no hace referencia a tratados comerciales.
Es clara, entonces, la necesidad de un rompimiento con la propuesta inspirada en el libre comercio, una plataforma de desarrollo, un proyecto político de Nación, “ El TLC fija una ruta y los compromisos que se asuman” ( Arias, 2006,8A). Modelo asumido por una minoría poderosa como obligación nacional, al que todos debemos servir. Un argumento más para creer en la desventura del servilismo voluntario expuesto hace más de cuatro centurias, por un joven de dieciocho años, Etienne de La Boétie.
En este entorno, la promoción de formas básicas de producción y la consolidación de unidades sociales primarias, como contestación a la propuesta oficial, se vuelve un imperativo. A nivel local el fortalecimiento de las relaciones comunales con respecto a la producción y la necesaria autosuficiencia con el uso de mecanismos, fuera del mercado global, para el intercambio de bienes y servicios. Un último aspecto, corresponde al impulso del mercado nacional, con producción nacional y organizaciones locales que fortalezcan una estrategia agroalimentaria sustentada en la producción amigable con el ambiente.
Ciertamente estamos hablando de un proceso de desconexión neoliberal. Si la propuesta del libre comercio no es clara y no responde a nuestros intereses, como sociedad solidaria, no debe ser asumida. Lo contrario es aceptar la estrategia del capitalismo, con su senilidad y con ello destruir los sistemas económicos locales, como consecuencia, profundizar en las condiciones de desequilibrio en todos los ámbitos de la actividad humana, todo en función de la búsqueda de nuevas opciones para la obtención de ganancias, motor que hace posible la existencia del capital.
“ Gobernar no es más que prever. Antes de unirse a un pueblo, se ha de ver qué daños, o qué beneficios, pueden venir naturalmente de los elementos que lo componen....” (Martí, 1989:205)
Por lo virtuoso, realidad mediática, del capitalismo, para todos sus defensores, la aceptación de la integración económica, global, significa ni más menos que la posibilidad de crecimiento de la economía, más aún, si esta lleva una gran carga de imposición, la unilateralidad, siempre presente con respecto a los procesos de negociación, dependencia de las condiciones impulsadas desde la economía desarrollada, centro de poder.
Ciertamente con esta perspectiva, no existe camino alguno, más allá, de las grandes ventajas que aquí se ofrecen, todas muy oportunas según la orientación implícita de quienes negocian. Sin embargo la explicación más certera se da en la expresión marxista sobre el efecto del olor a pescado en las narices de los grandes hombres, lo que los llevó a husmear, en fecha posterior a 1825, la posibilidad de lucrar con el asunto hasta arrendar la orilla del mar a los comerciantes londinenses, una vez allí, los dueños originales, el clan de los gaélicos, quienes ya habían sido expulsados de las montañas, sustituidos por ovejas y obligados a vivir “ ...a medias en la tierra y a medias en el agua, no viviendo, pese a todo eso, más que a medias”, fueron de nuevo expulsados (Marx, 1975:914).
Expresión que define con sencillez y economía de recursos lingüísticos el efecto último de esta “integración” comercial.
“ Quien dice unión económica, dice unión política. El pueblo que compra manda. El pueblo que vende sirve. Hay que equilibrar el comercio, para asegurar la libertad. El pueblo que quiere morir, vende a un solo pueblo, y el que quiere salvarse, vende a más de uno. El influjo excesivo de un país en el comercio de otro, se convierte en influjo político. La política es obra de los hombres, que rinden sus sentimientos al interés, o sacrifican al interés por una parte de sus sentimientos. Cuando un pueblo fuerte da de comer a otro, se hace servir de él. Cuando un pueblo fuerte quiere dar batalla a otro, compele a la alianza y al servicio a los que necesitan de él. Lo primero que hace un pueblo para llegar a dominar a otro, es separarlo de los demás pueblos. El pueblo que quiere ser libre, sea libre en negocios. Distribuya sus negocios entre países igualmente fuertes. Si ha de preferir alguno, prefiera al que lo necesite menos, al que lo desdeñe menos.”( Martí, 1989:206).
Se conjuga así un derrotero ascendente iniciado hace doscientos años con las proclamas del proteccionismo, la necesidad imperiosa del dominio territorial, todos los medios válidos y, el supuesto beneficio del comercio, este último, de apariencia mutualista sustentado en el acuerdo entre las partes interesadas. Argumento que da las bases para el manoseo al infinito del fortalecimiento de la democracia. Ideología publicitada hasta la nausea.
Nuestro futuro, a partir de aquí, se vuelve cada vez más incierto. Destrucción sistematizada del sentido de comunidad e imposición de un orden jerárquico de estrategias individualizadas, en todas las esferas posibles, desde y fuera del trabajo, en condiciones en que la incertidumbre es la constante. Más allá del tratado de libre comercio, lo que se vislumbra como futuro, es la ruina de la sociedad en su conjunto, amenaza latente, destrucción final. Ausencia de comida.
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San Isidro de El General
Junio 2006
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