EL PROBLEMA DE LA DIRECCIÓN DEL MOVIMIENTO POPULAR Y LA DERROTA DEL “tlc”
Aproximadamente un año y medio antes; allá por el mes de julio de 2005, la lucha contra el “tlc” a nuestro entender, estaba entrando en una fase crítica que requería hacer ajustes y poner a tono de las circunstancias, el engranaje organizativo, los procedimientos y mecanismos de coordinación y decisión del conjunto de los agrupamientos coaligados en dicha batalla. La misma que estamos dando ante el programa anexionista; dictado por Washington con impúdica desfachatez, a las rastreras oligarquías, cómplices del acto de coloniaje encubierto en el ilusorio y tramposo concepto de “tratado de libre Comercio”. Un nutrido abanico de organizaciones del movimiento social comprendió la urgencia de articular una conducción eficaz, convergente, ágil, convincente, representativa, lúcida, visionaria y perceptiva, de las fuerzas populares frente a los culminantes planes privatizadores de la agenda neoliberal.
Se esgrimió la necesidad de conformar una instancia que hiciese confluir los esfuerzos de los conglomerados sociales beligerantes y del pueblo consciente, como un sólo bloque de amplio espectro, unitario y plural. Los combates por la defensa de la soberanía nacional y la dignidad del pueblo costarricense así lo exigían. De tal manera surgió la propuesta de crear la Coordinadora Nacional de Lucha Contra el TLC como ese espacio al que aspirábamos, y el cual en su fundación reflejaba los sentimientos, el contenido y los objetivos de quienes habíamos interiorizado con certeza la prioridad de constituir esa forma de dirección colectiva, de contacto directo, de acercar las voluntades, de engarzar posiciones, de amalgamar las ideas coincidentes y de concretar el caudal propositivo para la movilización y la acción.
La motivación se sustentaba de sobra en la pertinente respuesta al reto que el actual período histórico presenta, al movimiento patriótico, popular y a la causa del cambio social en Costa Rica. Un elemento medular en el desarrollo de una lucha nacional por la sobrevivencia, como la que estamos enfrentando, es la consolidación de una consistente, ejecutiva, dinámica, orientadora y participativa estructura conductora. La misma debe hacer méritos para posicionarse en el imaginario de los amplios sectores sociales, siendo esa referencia meridiana con credibilidad en el pueblo, el lugar de interlocución ineludible para propios y extraños, la cual se posesione de la conciencia de las masas y refleje el sentir de la extensa gama de expresiones organizadas y autogestionarias del movimiento.
Pero, encontrar las claves que posibiliten maniobrar el timón de las luchas del momento ante la invasión del capital transnacional y sus secuaces caseros, no es nada fácil. Ni se trata de hegemonizar la confrontación, ni es un asunto de protagonismos, ni está en la capacidad discursiva, ni en la disputa personalista, ni en los prejuicios, descalificaciones o etiquetamientos, en torno a dirigencias, planteamientos, ideologías y concepciones de lucha. El derrotero indica; más por el contrario, una línea de comportamiento más caracterizado por una integración de todos los matices, visiones y sensibilidades, propiciando de esa forma un enriquecimiento y fortalecimiento de la protesta social. Hemos hablado también de un debate franco, maduro y abierto a las masas que contribuya a resolver sapientemente las diferencias, a buscar los puntos de contacto y a optimizar las condiciones para la unidad en la acción. El liderazgo al que aspiramos debe estar siempre arraigado en la gente, esculpido desde abajo y nunca sobre las bases.
En distintas ocasiones la Coordinadora ha tenido un papel protagónico y ha jugado el rol de coordinación que le corresponde conforme a su razón de ser. En la organización y planificación de la gran marcha contra el “tlc” realizada el 17 de noviembre de 2005, convirtiéndose en el espacio de referencia de los frentes regionales y otros núcleos de lucha, o en el esbozo de lineamientos y trazos para la movilización general. Incluso hubo momentos en que representantes de diversas organizaciones, colectivos y frentes, levantamos la voz en defensa de la Coordinadora y reivindicamos su legitimidad como la instancia en la que nos sentíamos representados los llamados “agrupamientos informales”. No obstante, también se cuentan circunstancias donde el amodorramiento, inercia y vicios burocráticos, la han sumido en prácticas de foro, empantanándola en un exceso discursivo de autocomplacencia y alejándola de una dinámica resolutiva, de una constancia para catapultar la propuesta movilizadora, del esfuerzo sostenido para llevar el pulso de los acontecimientos y la iniciativa política.
Hay ínfulas de cúpula en dirigentes de gremios y grupos que de alguna forma ensombrecen y distorsionan el ambiente de confianza, fraternal, de respeto, y de trabajo que debe privar. Han dejado ver muestras de prepotencia, arrogancia y soberbia, amparados en la fuerza económica o la multitudinaria membresía de su sindicato. Igual ha sucedido con la minimización de propuestas, la subestimación de personas y organizaciones, y el juego peligroso de relegar, retrazar, menoscabar, o distraer la aplicación de acuerdos, lo cual ha socavado los cimientos sobre los que se debe construir la unidad y la dirección del movimiento. Recuérdese lo que ocurrió con lo decidido alrededor de la fallida asamblea nacional popular, la cual fue boicoteada y no se logró efectuar. Rememoremos lo acaecido en la manifestación del 8 de mayo y las incongruencias y contradicciones que salieron a flote. Obsérvense bien las incoherencias y el avivamiento de los roces emergidos en las jornadas enmarcadas en la Huelga Nacional del 23 y 24 de Octubre, y en las protestas de Cuesta de Moras de los días 11 y 12 de diciembre recién pasados.
Hace un año y semanas una encerrona de la Coordinadora establece los términos de la estrategia de lucha contra los intentos de imponer el mal llamado tlc, determinando en una importante discusión que el objetivo es “la derrota total y definitiva del “tratado de libre comercio” y de la ofensiva neoliberal encarnada por las agendas complementarias, paralelas y de implementación.” Ahora parece que la táctica y las medidas operativas no tienden a corresponder con ese lineamiento estratégico trazado. Afloran síntomas negativos como la dificultad o la reticencia a favorecer una participación sin límites; personal u organizacional, en las esferas de la dirección del movimiento provocando un acentuado recelo en las bases y en colectivos de lucha.
En ese sentido se ha visto como la decisión; varias veces ratificada, de ampliar y robustecer la Comisión Operativa, ha ido convirtiéndose en un problema serio ya que no se viabiliza en forma diáfana y prudente el cumplimiento de tal acuerdo, y lo que es más grave, se percibe el uso de subterfugios y dilaciones sospechosas que desgraciadamente lleva a pensar, que se está obstaculizando el cumplimiento de la referida directriz. Por otra parte la tendencia reincidente a insistir en actividades como las marchas, las vigilias, el montaje de tribunas para el lucimiento de cierta dirigencia, el tedioso discurso a ultranza, evidencia de forma clara un preocupante desequilibrio; y ¿porqué no?, desgaste y agotamiento, de la fase actual de la pelea. Porque sin restarle importante al peso de ese tipo de acción, las mismas están caducando ya que nos se está dando una combinación audaz, con otros métodos de lucha.
Efectivamente, escuchemos a los hermanos Arias Sánchez y a las Cámaras Empresariales manipulando a la opinión pública con el cuento del derecho de los costarricenses a opinar, a disentir, a manifestarse, mientras se haga pacíficamente y no se entorpezcan garantías de otros, se atente contra la propiedad privada, o se promueva el desorden. ¡Atención! ¡Cuidado con estas señales! Podríamos estar mordiendo el anzuelo y caer en la trampa de mantenernos en una corriente de protesta signada por la credibilidad en los términos legales, y mediatizada por los mecanismos formales, institucionales y los órganos de poder, ya de por sí desprestigiados, desacreditados y agrietados por las irregularidades, degradados y cuestionados por significativos sectores populares. No podemos aceptar desde ningún ángulo que la dirección del movimiento social legitime los parámetros establecidos, cuando es el mismo descontento popular el que rechaza la representatividad de los grupos gobernantes, ministros y diputados. Proceder conciliando un orden gubernamental que se hunde en el repudio general, nos estaría precipitando a un error político que se puede pagar muy caro.
Siguiendo esta línea de análisis es necesario advertir que el trámite legislativo del paquete denominado “tlc”, con sus tentáculos conocidos como agendas paralelas, puede estar induciéndonos a dirigir el esfuerzo de los golpes estratégicos a un terreno equivocado. Cierto es que se ha dicho y en todo momento se consideró que trabajar el frente parlamentario tácticamente adquiere importancia, ya sea porque se aporta información valiosa sobre el contenido de los “proyectos” neoliberales, ya fuese por mantener al día el conocimiento de los planes de los sectores hegemónicos para conjurar las imposiciones imperialistas y antipopulares. Sin embargo, tenemos que movernos con pies de plomo en lo tocante al ámbito parlamentario, desenvolvernos con malicia indígena para superar la creencia que se ha querido generalizar; ante todo en las capas más ignorantes de la población, introduciendo el argumento falaz de que es en el Congreso de la República donde se “aprueba”, se “ratifica” el “tlc”, y prácticamente se decide el futuro nacional.
Existe una inclinación a considerar y darle validez a esa especie, enarbolada especialmente por las clases dominantes, partidos electoreros y politicoides de toda bandería. Lo que estamos en la obligación de entender; particularmente en la etapa crucial en la que se encuentra el conflicto, es que no podemos ser atraídos a ese enfoque sesgado, a continuar dando palos de ciego y reincidiendo en llevar la lucha erráticamente a un callejón sin salida, si continuamos dándole vigencia a la ya festinada ruta parlamentaria y concluimos cocinándonos en la salsa de las ambiciones, las vanidades, del pantano burocrático y del oportunismo de la politiquería, y de los y las diputadas que están vendiendo caro su voto.
Definitivamente es un error pavoroso considerar la arena legislativa como el lugar donde se está dando la batalla fundamental contra el “tlc”, y un acto inadmisible hacerle creer eso a la gente. Parlamentarizar la lucha sería colocar el movimiento popular a la retaguardia, como furgón de cola de la comprobada infamia que día a día se trama en la corriente legislativa, con la farsa aprobatoria, y la insulsa y ridícula discusión de un “dictado” colonizante, inmodificable y que confirman oficialmente con el látigo del chantaje, los grilletes de los dólares y el terrorismo de la mentira.
Oscar Barrantes Rodríguez
San Ramón-Costa Rica
Asamblea del Pueblo y Comité Cívico de Occidente
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