¿Por
qué Bush es reelecto en USA?
Porque USA es un país en donde apenas el 10% de su
población posee pasaporte, en el que menos del 10%
podría señalar España (ni hablar de Irak
o Afganistán) en un mapamundi, en el que la liga nacional
del deporte favorito de su pueblo, el béisbol, se llama
la “Serie Mundial” y el ganador “el campeón
del mundo”, en el que su representación basquetbolística
en las olimpiadas, considerada invencible, se llama siempre
el “dream team”; en el que menos de un 1% de su
población tiene acceso a la educación universitaria.
La población norteamericana, con poquísimas
excepciones, no tiene la mínima conciencia del mal
que hizo el gobierno USA en Centroamérica, Chile y
otros países de este hemisferio, durante los años
setenta y ochenta: las víctimas que cobró la
política del presidente más querido en USA desde
Kennedy, Ronald Reagan. Estados Unidos ha atacado a otros
países, ha sido el agresor, aunque siempre, siempre
a favor de una causa justa, piensa el americano medio, por
eso lanzó bombas sobre Hiroshima, Hanoi y Bagdad. El
americano es una persona que cree en grandes verdades, “verdades
evidentes”, como dice la Declaración de Independencia,
y una de ellas es que USA es el país al que en casi
todos los casos huyeron sus antepasados en busca de una vida
más segura y mejor, es una fortaleza contra los males
que podrían existir en el mundo externo, desconocido.
Fortress America, “Fortaleza América”,
es la expresión que utilizan hace mucho tiempo. El
americano piensa que puede ir a la guerra sin que mueran “nuestros”
soldados, o más bien, se lo exige a sus gobernantes,
guerras de sangre ajena. El americano ve el mundo en blanco
y negro, el mundo, como predica el mismo G. W. Bush, se divide
entre malos y buenos. El cristianismo americano, el más
ferviente del mundo occidental, es un cristianismo que da
más énfasis al Antiguo que al Nuevo Testamento.
Con Cristo existen matices, para los profetas la vida era
más simple: la justicia era cuestión de ojo
por ojo. En USA no hay debate sobre la pena de muerte, es
justa y necesaria y no se discute más. El americano
medio es un ser optimista, religioso, poco dado a la ironía,
nada interesado en el resto del mundo, pero convencido de
que su país es el más grande, el más
civilizado, el más justo, el más democrático,
el más poderoso y el más invulnerable en la
historia de la humanidad.
Los asesores y abogados
de burros y elefantes, no fueron capaces de aflojar las corroídas
y arcaicas estructuras electorales, ni de ofrecer una sola
idea que abriera una brecha entre dos amorfos contendientes,
iguales por su ineptitud, su torpeza y su perversidad. Al
igual que los otros, los “demócratas” fueron
incapaces de montar una campaña coherente que contrarrestara
al guerrerismo demencial de los Bush-Bin Laden. La explicación
no es tanto la ineptitud, que les impidió crear un
discurso persuasivo, sino más bien que no contaban
con una propuesta distinta. La misma demagogia hacia un electorado
controlado con la subcultura del individualismo banal, la
retrógrada religiosidad y en general estupidización.
Un planteamiento de conformidad con los intereses de la producción
vinculada a una economía militarizada y acorde a las
estrategias de dominación imperialista global de U.S.A
(Clinton en Irak). Solo que la retórica de J.F.K (Kerry)
nació agrietada, fue ambigua y palideció en
la anemia crónica de su inconsistencia programática
ante la arrogancia, insolencia, soberbia y prepotencia “republicana”.
La fórmula vergonzante “demócrata”,
dentro del régimen dominante en Washington, se hundió
desfigurada en el pantano de la “democracia” electoral
con una sola carta salida de la manga “republicana”,
manipulando el recurso más vulgar de la información,
cuando el conspicuo “amigo” saudita de Bush, tercia
blandiendo las sandeces y las calenturientas amenazas del
ilusorio terrorismo y así provocar el viraje definitivo.
Sin duda Osama Bin Laden fue el argumento decisivo y contundente
que desequilibró la balanza en un proceso electoral
fiel reflejo de una sociedad en franca decadencia. El espectro
del terror amenazante, ficticia recreación de la “verdad
única” propalada por las agencias de publicidad
de USA (CNN, Fox, NBC) es el “recurso político”
indiscutible que empuja de nuevo a G.W. Bush, a la cúspide
de la paranoia por la hegemonía unipolar y del desprecio
a la humanidad entera. Ahora bien, como dice un amigo mexicano,
mejor que ganó Bush, porque así se tendrá
que tragar él mismo su propia creación.
Elaborado con colaboraciones
variadas.
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