¡PÓNGANLE
EL OJO…, Y APUNTEN…!
Nunca el ultraje y la contumelia han llegado
a tanto extremo de atrocidad e impudicia. Ni las conciencias
más ecuánimes, mesuradas y circunspectas son
capaces soportarlo. Ciertamente hay circunstancias en las
que el desafuero, la iniquidad y el abuso, son un ladrillo
que se descarga en la faz de un pueblo, e irreparablemente
conlleva a la indignación suprema. Chapoteando en la
sordidez y en el menoscabo total, Franklin Chang, individuo
nacido en tierras latinoamericanas, fue tentado por el capital,
es revolcado por las ambiciones, fue envuelto por la avidez
de enriquecimiento, a cualquier precio.
Se le olvidó la raigambre, en un instante
tiró el sentido de la autoctonía, perdió
hasta el modo de andar. El resplandor de la fama, la nombradía,
el centellear de las medallas, la presunción de los
galones y sardinetas militares, y el tintineo de las monedas;
lo adularon, lo lisonjearon y lo encandilaron. Los dólares,
la jactancia y la plétora, llevaron a este personaje
a renegar de la nación costarricense, a destrozar su
identidad, a desgarrar la integridad patriótica latinoamericana.
Codicioso, pretencioso y ladino este prójimo
no titubeó ni un instante, ni balbuceó con tartajeos
al rezar el mandamiento que le aplicaron en Washington, como
restricción obligatoria para sellar el reclutamiento
a las filas del Pentágono, y su alistamiento en la
NASA. ¡Flamante inscrito en el cuerpo de astronautas
de los Estados Unidos! Más que brillo, arroja tinieblas,
indecencia, fetidez. De nada valen aquí las evasivas
“racionales” o las disculpas “sentimentales”.
En algunos reductos todavía tienen la obscenidad, pústula
en la conciencia, un caparazón de impudor, o resistencia
al vómito, al hablar de talento, notoriedad, capacidad
intelectual, o competencia, de una persona de semejantes actitudes.
La razón insensible, fría,
impasible, indiferente e inmutable, del pragmatismo, del individualismo,
del utilitarismo, propios del cientificismo positivista, tienden
a anteponerse como escudo de justificación, para asentir
al acto de afiliación; del susodicho, como miembro
de las tropas imperiales. Ha admitido a la vez, los términos
de una traición a su nacionalidad, y su anuencia ineludible
a servirle a su nuevo amo, asumiendo el compromiso, inflexible,
inalterable e invariable, de someterse a las órdenes
de la oficialidad castrense del imperio, y defender los intereses
de su nuevo país, del gobierno gringo, de la metrópoli
imperialista.
Le ha vendido el alma al diablo, la avaricia
y la ruindad lo esclavizaron, y Satán no olvida ni
absuelve, no accede a la clemencia; menos la patria, jamás
el pueblo. Desde el momento de la abjuración, tendrá
que responder a los imperativos y mandatos de un estado mayor,
de la jefatura militar, de los ejecutivos empresariales y
jerarcas de las instituciones estatales yankis. Se encuentra
amarrado a los designios de sus superiores y de su nuevo reino,
para intervenir, manipular, injerir, conjurar, difundir, boicotear,
invadir, sabotear y actuar, en todas las dimensiones de las
políticas que fragüen las orbitas del poder en
los Estados Unidos y su estrategia de dominio.
Se ha encerrado en una cueva sin fondo, se
ha precipitado a un abismo tétrico, sombrío
y mefítico, su dócil postración, ciega
vanidad, y viciada conducta, lo remolcaron; reptando como
una sabandija de la más inmunda especie, a un atajo
sin retorno. Estampó su rastro en el más sórdido
acto de rendición. Se atrevió a rubricar una
espantosa tropelía contra la soberanía costarricense.
He aquí el inicuo juramento que en la genuflexión
de un hecho de servilismo horroroso repitió y firmó
Franklin Chang:
'Por este medio, declaro bajo juramento,
que renuncio absolutamente y por completo y abjuro de toda
lealtad y fidelidad a cualquier príncipe, potentado,
estado o soberanía extranjera, de quien o del cual
haya sido sujeto o ciudadano antes de esto; que apoyaré
y defenderé a la Constitución y las leyes de
los Estados Unidos de América contra todo enemigo,
extranjero y nacional; que profesaré fe y lealtad reales
hacia el mismo; que portaré armas bajo la bandera de
los Estados Unidos cuando lo exija la ley; que prestaré
servicio como combatiente en las Fuerzas Armadas de
los Estados Unidos cuando lo exija la ley; que haré
trabajo de importancia nacional bajo dirección civil
cuando lo exija la ley; y que asumo esta obligación
libremente, sin ninguna reserva mental ni intención
de evasión; lo juro ante Dios'.
En su momento los gobiernos de turno se han
hecho eco de la “superación” lograda por
este subordinado. El “cerebro” que se remontó
al centro, al “primer mundo”, a la “cumbre
del desarrollo”, y se convirtió en científico
investigador del espacio exterior, que ha atravesado la atmósfera
como parte de excursiones de exploración, inscritas
entre las más fabulosas de la historia de la humanidad.
Sabemos que los onerosos e inseguros transbordadores espaciales
construidos por la industria bélica, por encargo de
la NASA, tienen en lo fundamental una utilización relacionada
con el desarrollo de los planes militares del Pentágono.
A Franklin Chang lo han convertido en “héroe”
ocultándole al pueblo la verdad sobre las características
de la situación, y las estipulaciones de su vínculo
con la maquinaria Aero-espacial de la superpotencia, que le
conminan a supeditarse. En algunas ciudades los Concejos Municipales,
lo han signado “hijo predilecto”. Tal es el caso
de San Ramón, donde su foto cuelga en el salón
principal del palacio del Ayuntamiento de esa ciudad. Con
un semblante taimado en su estampa de hipócrita, que
han colocado junto a auténticos patriotas, luchadores
sociales, y genuinos héroes, pareciera burlarse de
quienes están creyendo en su socarronería y
engañifa.
Por momentos uno se imagina que las personas
y sus auras, honradas por la distinción de su gloria,
de sus aportes y logros, legítimos hidalgos, y damas
de garbo, que han tenido que soportar semejante gazapo, esa
impostura y yerro injurioso, se sienten agraviadas y miran
a tan tortuoso acompañante desconfiadas, ante lo cual
sus espíritus generosos, honrados y bizarros, quisieran
evacuar sigilosamente el lugar, alejándose presurosos
y con agobio de sus cercanías. El pueblo ramonense
tiene una tarea ineludible por resolver, se trata de limpiar
la ciudad de ese moho destemplado, de esa carlanca que nos
desaira, borrar la inicua mancha de la traición, poner
en su lugar la perversión, suprimiendo el erróneo
acuerdo del Concejo Municipal; de un desacertado momento,
para enterrar en el agujero de las equivocaciones, al astronauta
vendido y su retrato pútrido.
El ex-presidente Abel Pacheco lo nominó
como uno de “notables” para que participara en
la elaboración de un dictamen sobre la conveniencia
o no del cacareado “Tratado de Libre Comercio”,
para nuestro país. Lo presumible es que los convocados
a ese ejercicio de análisis amplio, conocedor, transparente,
eran personajes rigurosos, doctos e imparciales. Sin embargo,
en las intenciones de los potentados no parecía estar
el objetivo de proyectar luz a la comunidad nacional sobre
el tema referido, más por el contrario, se observa
una pretensión embozada por justificar la embarcada
que le estaban dando al pueblo costarricense, al legitimar
un acto político de sumisión ciega al dominio
colonial.
El antedicho “científico”
o mejor diríamos cerebro fugado; fugitivo adrede de
la rectitud e integridad humanas, ese execrable, el huero
“señor Chang Díaz”, ha tenido la
venia del gobierno y, plácidamente ha opinado sobre
un tema que refleja los planes expoliadores de la potencia
de los monopolios capitalistas y del ejército al que
le debe obediencia. ¡Entendamos! Las clases dominantes
en su desatino y codicia incurren en los zigzagueos más
descabellados. Sin duda alguna, con absurdos de esta índole
tales grupos sociales, pretenden seguir menoscabando la dignidad
de nuestro pueblo.
En este caso intentan “meter gato por
liebre” utilizando al apátrida; el renegado Chang,
que manteniendo la máscara desfigurada de costarricense
les sirve para _ con su apócrifo prestigio costeado
con la traición a la patria _ ejecutar un ardid legitimador.
Porque es claro que el “bracero”, mendicante de
la NASA, al emitir criterio alrededor del cerrado, dudoso
e infecto fardo _ dígase el “telece”, como
cabal lo escribió “un romero” en una tapia
a la vera de la interamericana el pasado 2 de agosto _, le
da vigencia y posibilita el fortalecimiento de la idea, o
la creencia, en que el “tratado” es viable, aunque
haya mostrado inquietudes o cuestionamientos acerca de su
aceptación y, sus bondades para Costa Rica. Sus declaraciones
facilitarían las cosas, al abrirle puertas a la imposición
unilateral de la metrópoli imperialista, al sello de
un cheque en blanco que no es propuesta aceptable desde ningún
punto de vista.
La incorporación del “navegante
espacial”, como ficha en la arena de la contienda, se
entiende, en el libreto de los estrategas del gobierno, y
de la plutocracia amarrada al dogmatismo del “libre
comercio”, a la “negociación” y al
cobarde sometimiento, como un recurso táctico que permite
entronizar la posibilidad de consentir la entrada en nuestras
vidas, de ese instrumento del imperio que han dado a conocer
como “tlc”, cual si fuera una nave apocalíptica
que no se puede dejar escapar, porque de lo contrario estaríamos
condenados a quedar sin oportunidades de acceder al “desarrollo”,
la prosperidad , y a las “virtudes” de la “
globalización”.
El cálculo apuntó a los réditos que les
acarrearía la imagen del “operario” en
proyectos de la jactanciosa Agencia, al servicio de los consorcios
capitalistas transnacionales, el aludido Franklin Chang. De
ahí que hayan arreciado su utilización, en la
abusiva y falsaria campaña propagandística divulgando
como tormenta satánica, esa sarta de mensajes fantasiosos,
ficciones, y burdas mentiras, con las que pretenden alucinar
a las amplias masas populares. Por supuesto, apostaron a confundir
a los conglomerados más humildes con el mito de la
“imparcialidad” del susodicho, “sobre el
TLC”, Ese disoluto intentó embrollar a la gente
con una monserga de embustes como; “tiene cosas malas
y buenas, pero la suma es positiva”, quiso entorpecer
a la población con el fárrago de que, “vale
la pena hacer la prueba y, si no queda bien, nos salimos;
pero no podemos hacerlo en reversa”.
Por favor, vaya a engañar fantoches
e ilusos con el esquema de manipulación de Estados
Unidos, que tiene un solo sentido, el atropello y la expoliación
para la eternidad, su método es despótico, sus
planes invariables, sus políticas arbitrarias, y los
pueblos ante un diseño impositivo de tal magnitud,
y en tal grado inhóspito, agresivo y salvaje, tiene
un único camino, rechazarlo terminantemente. Consumándose
en su miseria, ese depravado ha pretendido enmarañar
al pueblo con el desbarajuste de expresiones, originadas en
su propio desconcierto y, publicadas por la prensa, tales
como; “porque al sumar todas las cosas que tiene, la
mayoría es buena para el país, aunque tiene
cosas malas. No es un instrumento perfecto, pero es mejor
tenerlo”. (Las citas corresponden a campo pagado “Franklin
Chang ya dijo sí ¿y usted? En Al Día
lunes 1 de octubre de 2007.) El ha caminado
No obstante, en la práctica sus ecuaciones
se les vuelcan, se les vuelven en contra. Están dando
pasos en falso, titubean, se mueven por el filo de la navaja,
se desquician, resbalan en el fango, se hunden cada vez más
en la deyección, en la corrupción y la ignominia.
Arrastrándose en sus andrajos de inmoralidad, el sobredicho
Chang, porfiado, despectivo, alterado por los “reflectores”,
por lo aduladores, por la lisonja, perturbado por los dólares,
se ha dejado decir, entre tanto disparate, “nuestro
trabajo es de mucha alta tecnología. Un punto que tal
vez es importante y no pensábamos, pero podría
beneficiarnos es el de la propiedad intelectual. Estamos creando
propiedad intelectual muy nueva, que el país no había
previsto. Eso lo tenemos que proteger cuidadosamente y creo
que con el TLC se protegería.” (En Al Día
1/10/2007.)
El trastorno es de tal dimensión,
que no puede evitar el desliz de hablar de un tema en el que
está involucrado con sus negocios, y como agente de
las empresas que se esconden tras la NASA. Además se
refiere en realidad a las ventajas que se les darían
a las transnacionales, para patentar , es decir, privatizar
conocimiento creado por los costarricenses, y las obtenciones
logradas en laboratorios, viveros, centros de investigación,
o simplemente las plantas, fauna, semillas, con las cláusulas
del capítulo de propiedad intelectual. El capital transnacional
tiene todas las ventajas para apropiarse de los logros y del
acervo científico, usufructuar saqueando esas riquezas
y, transferirlas a sus metrópolis. Con cinismo rampante
le miente a la opinión pública adulterando el
fondo de lo referido. Claro, oculta el contenido real de un
mecanismo montado para acaparar conocimiento, monopolizarlo
y protegerlo para el mercadeo, y beneficio del capital.
La ansiedad de los siervos del capital extranjero,
rayando casi en la demencia, les hizo creer en la fantasía
de las ventajas de poner al “cerebro”, al “científico”,
al cónsul de los costarricenses en las inmensidades
estratosféricas, como propagandista del “tlc”.
El hombre de “éxito”, lumbrera de la astrofísica,
figura apologizada por los panegiristas del sistema dominante,
virtualmente sería una carta de presentación
de las supuestas prerrogativas y privilegios que nos acarrearía
el retorcido “tlc”, que con tanto palabreo, perspicacia,
y sesgo ladino, refiere en sus alocuciones, ese despreciable
traidor; pero, anotémoslo, comprendámoslo, escribámoslo
con letras grandes, Franklin Chang Díaz, solo responde
a la confianza de sus jefes del pentágono, a los dueños
y ejecutivos de los consorcios y centros corporativos, a su
patrón; el poder imperial de Washington, ante el cual
ha capitulado con inicuo juramento.
Oscar Barrantes Rodríguez
Miembro:
Asamblea del Pueblo
Comité Cívico de Occidente
San Ramón-Costa Rica
Octubre de 2007.
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