Ponencia en foro organizado por el Frente Palmareño de Lucha contra el TLC y el neoliberalismo.
Compañeras y compañeros:
El martes recién pasado, celebrábamos los treinta y siete años del movimiento social que frenó los apetitos de la transnacional ALCOA, por la bauxita del Valle de El General. Hace treinta y siete años, hubo un movimiento, integrado principalmente, aunque no exclusivamente, por jóvenes, que rechazó el contrato-ley de dicha compañía. Esos contratos-ley eran verdaderos tratados de libre comercio, pero del Estado con una empresa transnacional (como el famoso contrato-ley con Mamita Yunai). Hoy, a treinta y siete años de que la juventud costarricense demostrara su combatividad en las calles josefinas, estamos de nuevo en pie de lucha. Hace treinta y siete años, se expresó el referéndum de las calles, como luego se volvería a expresar en el año 2000 contra el paquete denominado combo energético. No nos olvidemos que el combo ya había sido aprobado en primer debate, cuando el movimiento social doblegó los planes para imponer el modelo neoliberal en las telecomunicaciones y la electricidad. Es importante rescatar estos hechos históricos para comprender la dinámica de los movimientos sociales. Es importante no olvidar que cuando la mayoría de la población se ha opuesto a cualquier pretensión expoliadora, este pueblo la ha detenido. Tengamos, entonces, confianza en que este pueblo sabrá detener este mal llamado tratado de libre comercio, a través de todas las formas de lucha.
Aquí estamos personas que estamos convencidas de que este tratado, solo es la coronación del modelo neoliberal, modelo que se impulsa en nuestro país, desde finales del siglo recién pasado, a través de los llamados programas de ajuste estructural (los llamados paes). O sea que no representa ninguna ruptura en la continuidad de las pretensiones dictadas por el “consenso de Washington”. Además, creo que quienes aquí estamos, sabemos que este tratado es parte de la estrategia geopolítica de los Estados Unidos de América, de ir extendiendo su frontera cada vez más al sur, como ya lo están haciendo so pretexto de los temas de la migración y el narcotráfico. Lo que sí me interesaría llamar la atención el día de hoy, es que el capital transnacional pretende imponer las políticas contenidas en el mal llamado tratado de libre comercio, a través del mismo tratado o a través de la denominada agenda paralela o complementaria, en discusión en la asamblea legislativa. De allí el peligro que significa el referéndum en estas circunstancias, para el movimiento social.
El referéndum ha sido asumido por el gobierno ilegítimo de los hermanos Arias, con sus propias reglas: 1) No es necesaria la consulta de constitucionalidad del TLC, ante la Sala Constitucional (el argumento es que no está establecida la obligatoriedad de dicha consulta en la Ley del referéndum), 2) No es procedente la suspensión del trámite legislativo del TLC, ni de la agenda complementaria o paralela (el argumento es el respeto a la división de poderes). 3) El Tribunal Supremo de Elecciones se hace responsable de organizar dicho referéndum (lo preocupante es que es el mismo tribunal que en las últimas elecciones ha sido cuestionado por las irregulares ocurridas en estas y por no ser capaz de frenar la campaña de los grandes medios de comunicación y las empresas encuestadoras). 4) El gobierno hará campaña abierta a favor del tratado (ya lo está haciendo). Si al referéndum tal y como lo plantean los hermanos Arias, le sumamos la actitud de la jerarquía de la iglesia católica, que ha ordenado el silencio a los sacerdotes contrarios al TLC, la única conclusión es que no se realizaría en las condiciones de equidad y de verdadera democracia, que tal consulta requeriría. De allí la desconfianza de diversos sectores hacia el referéndum. Debemos hacer entonces un gran esfuerzo, desde las bases de los diversos sectores sociales, desde las calles, por impedir que las condiciones establecidas por el poder, para el referéndum sean las reglas del juego, se deben establecer reglas que garanticen realmente, la expresión libre y soberana de la mayoría de la población. Creo que el referéndum es un instrumento que debería estar a disposición de los ciudadanos, no solo para discutir el TLC, no solo para realizar uno al año, no solo para discutir lo que al poder le interese; al contrario, el referéndum debería utilizarse cada vez que el pueblo lo decida, para cualquier tema y con la participación de los mayores de quince años, que ya tienen su tarjeta de identidad, y el tribunal supremo de elecciones debería ser garantía de imparcialidad y de reglas de participación equitativas. El referéndum no es una dádiva de los gobernantes, ha sido una conquista del movimiento social y este en particular, es la conquista de la movilización realizada en los últimos años en contra del TLC, que el 26 de febrero pasado demostró su fuerza y profundidad. Por lo tanto, no debemos detener la movilización social, al contrario, la propagando del No al TLC en el referéndum, debe hacerse a través de la movilización en las calles, pues no existen los recursos económicos para regalárselos a los propietarios de los grandes medios de comunicación.
Debemos tener claridad hoy, que estamos frente a un enemigo que está dispuesto a pelear en cualquier terreno y en cualquier escenario, no es tiempo para la división dentro del movimiento social, que solo favorecería al gobierno de los hermanos Arias en su política de imponer ese mandato imperial llamado TLC. Pero esta unidad solo es posible a través de la discusión, la crítica y la autocrítica, que tanto temen aquellos sectores que han visto en esta lucha, una oportunidad para realizar sus aspiraciones electorales.
Entonces si hay referéndum debemos trabajar desde las bases, casa por casa, regionalizar y localizar los esfuerzos, para enfrentar las maniobras del capital transnacional y de su gobierno títere. Si hay referéndum debemos ir a decirle no al poder, no al TLC. Y en las calles debemos defender un referéndum realmente democrático, con la consulta previa de constitucionalidad a la sala, fiscalizado por el pueblo y por observadores internacionales. En las calles debemos detener la agenda de implementación del TLC, mal llamada paralela o complementaria. Debemos hacerle comprender a la mayoría de la población que los proyectos de dicha agenda son los rieles por donde quieren echar a andar el ferrocarril del TLC.
Unidad sí, pero por un movimiento social autónomo, que no se utilice este movimiento para imponer una modificación del modelo de dominación político, que hoy está en crisis y que durante tantos años hemos tenido que soportar. Que no nos utilicen para satisfacer los apetitos electorales y de privilegios de algunos dirigentes sindicales y políticos. Termino con la pregunta que se hacía un revolucionario hace muchos años: ¿Dónde están aquellos que han de venir a servir a las masas y no a utilizarlas para sus propios intereses?
Palmares, 28 de abril de 2007.
Jorge Castillo Arias
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