POLÍTICA
INTERVENCIONISTA, SERVILISMO Y CONTRARREVOLUCIÓN
Con el devenir cotidiano de los acontecimientos políticos
y de la contienda social se confirman cosas, juicios y afirmaciones
que se han venido haciendo en los últimos tiempos,
en particular cuando se refieren al gobierno de facto, cínico
y servil de “los hermanos Arias”. Los hechos y
los argumentos son espléndidos y concluyentes a la
hora de calificar el régimen actualmente establecido
en Costa Rica, como una tiranía impuesta por Washington
y el capital transnacional.
Con la ejecución de las tropelías más
odiosas atropellaron nuevamente la dignidad y la honradez
del pueblo costarricense, esta vez haciendo uso; con una grosería
obscena, de los vicios, anomalías y alteraciones con
que han venido manipulando y torciendo la institucionalidad,
especialmente el modelo electoral, de cualquier manera limitado,
parcial, antidemocrático y arbitrario desde su concepción
por los grupos políticos afín a las clases dominantes.
Arrojaron al fango la constitucionalidad, derribaron la separación
de los Poderes del Estado, compraron magistrados, chantajearon
jueces, extorsionaron tribunales e instituyeron la reelección
de Oscar Arias, para luego ensamblar un insolente fraude y
abusivamente ratificarlo en la silla presidencial, en lo que
fue la crónica de un golpe de estado.
En forma categórica podemos afirmar que se ha enquistado
un régimen despótico que actúa sin contemplaciones
llevando a cabo las medidas y los planes que, en consonancia
con los designios expoliadores y opresivos que lo implantaron,
sumisamente está supeditado a consumar, como es el
caso del irrazonable “tlc” y la no menos desatinada
intención de ratificarlo por una absurda vía
parlamentaria o con el descabellado “referéndum”,
el cual terminó siendo un adefesio, una confabulación
indecente, y un escarnio repugnante.
Representante de los sectores capitalistas especuladores
y financieros, la fracción oligárquica gobernante
instaura una hegemonía autoritaria e intransigente
en arreglo con los recalcitrantes postulados neoliberales.
En ese sentido se convierte en pieza útil al servicio
de las corporaciones transnacionales y de la política
expansionista, neocolonial y de dominio de los Estados Unidos.
Refugiados en una demagogia apolillada y en una propaganda
de tonos anticomunistas anacrónicos, pretenden continuar
engañando al pueblo costarricense con la enmohecida
fábula de la “democracia representativa”,
“el pacifismo” y del “estado social de derecho.”
Pregonan con acentos dramáticos el mito desgastado
de la persistencia de un país modelo en desarrollo
humano, con índices sociales e indicadores económicos
avanzados.
Mantienen la necia retórica propia de la época
del llamado “estado benefactor,” surgido del neopopulismo
entronizado por el reformismo socialdemócrata y por
los programas asistenciarios del socialcristianismo. Hicieron
de las conquistas sociales de la década de 1940 y de
instituciones creadas durante los años de 1950 a 1980,
una quimera que continuaron propalando ilusoriamente, a pesar
de que se habían apresurado a neutralizar, a destruir
y paulatinamente pasaron a ir cerrando tal modelo reformista.
Decisiones que responden a las reglas de privatización,
apertura y modernización y de esa forma seguir el trazo
de la denominada globalización. Es decir, fueron descargando
la galopante atrocidad del capitalismo salvaje.
Han presentado el infausto “tlc” como una supuesta
propuesta de desarrollo, así lo ha dicho con la más
descarada desvergüenza el ministro de comercio exterior
Marco Vinicio Ruiz, en toda ocasión que se le ha dado.
¿De qué proyecto de fomento, avance o impulso
a nuestra economía y, de prosperidad social de nuestro
pueblo se puede hablar, desde la perspectiva del “libre
comercio”? Por supuesto que esa sería una faena
estéril, sobre todo cuando es hasta la saciedad conocido
que, estamos ante una fórmula surgida de las estrategias
de expansionismo, monopolización y control global,
concebida para el dominio absoluto de la economía,
el comercio, la producción y la administración
política de un país y de regiones continentales
enteras.
El mal consignado “tratado” que no es otra cosa
que un edicto imperial, de ninguna manera puede constituir
una expectativa para el desarrollo de nuestras naciones, por
el contrario es un salto mortal al trance funesto que reduciría
a naciones enteras a la condición de colonias, condenando
a sus pueblos al averno de la esclavitud. Esa realidad la
podemos percibir gráficamente al observar como congresistas,
ministros, diplomáticos y empresarios gringos se pasean
con petulancia por los pasillos de la Asamblea Legislativa
y los salones de la Casa Presidencial, con el látigo
en la mano forzando la aplicación de sus directrices
y su política.
Es que hemos visto como tantas veces los “procónsules”
imperiales descargan toda su arrogancia presionando, chantajeando,
comprando y dando órdenes a funcionarios gubernamentales,
diputados, magistrados y en general a los oligarcas criollos,
en una despreciable muestra de injerencia imperialista y un
deplorable acto de sometimiento. El embajador yanki usa todos
los medios a su disposición para hacer declaraciones
públicas amenazantes sobre el “tlc”, en
una franca actitud impositiva y urdiendo el espantajo de la
intimidación. Esparciendo miedos, utilizando mentiras
incubadas en la conciencia todavía tímida de
una amplia capa de la población, con el objetivo de
obstaculizar el crecimiento de la oposición a la draconiana
receta del “tratado”.
En su talante intervencionista han bajado al precipicio de
un cinismo sórdido y depravado, esa afrenta agresora
de que somos objeto ha sido consentida mansamente por los
matreros grupos oligárquicos y de cuyas garras opresoras
es cómplice directo el tentáculo sátrapa
de los hermanos Arias. Sin embargo, el servilismo de la dictadura
enquistada en Costa Rica a los mandatos del imperialismo es
tan grave que, dócilmente se presta a las confabulaciones
políticas contrarrevolucionarias, a las conspiraciones
militares y a los planes Washingtonianos de invasión
directa, en sus intentos por frenar los procesos de transformación
y los movimientos revolucionarios de Latinoamérica.
En su momento hemos rechazado tajantemente el ridículo,
decadente y absurdo papel de marioneta de Oscar Arias, cuando
ha pretendido manipular a la opinión pública
con declaraciones tendenciosas y falaces alrededor de la Revolución
Bolivariana, el liderazgo de Hugo Rafael Chávez Frías
y el ALBA, utilizando las mismas sandeces y subterfugios del
Departamento de Estado y la Casa Blanca. Con muecas de monigote
protagoniza una provocación pedestre que no ha servido
más que para poner en peligro las relaciones diplomáticas
con la República Bolivariana de Venezuela y, enlodar
los lazos de amistad y solidaridad existentes entre los pueblos
costarricense y venezolano. Posteriormente se han vertido
serias denuncias que ponen en evidencia el riesgoso juego
del gobierno de los Arias, en su rastrera actitud de acatamiento
y sumisión a las ordenanzas de Washington.
Como parte del fardo de los “tratados de libre comercio”
se implantan compromisos políticos y militares que
responden a la estrategia de predominio imperialista, y a
los cuales someten a los gobiernos involucrados y presa de
su propia obediencia a la prescripción del dictamen
neocolonial. Los jerarcas enclaustrados en Zapote se han subordinado
a las reglas del juego devotamente y se ajustan a las campañas
de contrainsurgencia, contención y contrarrevolución
ejecutadas por Estados Unidos e inscritas en los decretos
unilaterales del “Plan Colombia”, el “Plan
Patriota”, por el “Programa de Guerra al Terrorismo”
y en la doctrina de “Guerras Preventivas”.
Dichos planes que permiten la intervención e injerencia
del Pentágono y la CIA en Colombia, ahora no sólo
se están aplicando en detrimento de los derechos del
pueblo colombiano y violando la soberanía de esa nación,
además se están extendiendo a las actividades
contrarrevolucionarias y agresiones en menoscabo de la autodeterminación
de Venezuela, con ramificaciones que repercuten en Costa Rica.
En varias oportunidades organizaciones populares y líderes
de la Revolución Bolivariana revelaron que, la coordinación
de los aparatos de inteligencia de Washington y Bogotá
se extiende más allá realizando misiones en
los territorios venezolano y costarricense.
En Costa Rica el organismo de inteligencia colombiana (DAS)
interacciona con el cuerpo de seguridad del estado (DIS),
paramilitares y otros elencos de espionaje, efectuando operativos
de persecución a colombianos asilados en nuestro país
y hostigando a organizaciones, activistas y dirigentes del
movimiento popular costarricense. Pero, la situación
es más comprometida al saberse que con la complacencia
del Poder Ejecutivo se perpetra una interrelación con
sombríos militares que pertenecieron al Ejército
Venezolano, con políticos, empresarios, antiguos funcionarios
de Instituciones venezolanas en fuga, todos golpistas. En
resumen se ha instalado una cueva de terroristas contrarrevolucionarios,
con mercenarios movilizándose y actuando en nuestro
territorio amparados por el régimen de los hermanos
Arias.
Existe un oscuro complot en marcha dirigido a crear las condiciones
para desencadenar actos de sabotaje, boicot y actividades
contrarrevolucionarias violentas en perjuicio del proceso
revolucionario venezolano. La intriga esta dirigida a preparar
el terreno para montar una imaginaria guerra civil, por una
parte, y para acomodar el escenario propicio acorde con los
planes de una invasión directa de tropas norteamericanas
a Venezuela, por otra.
Entre los procedimientos que están empleando se ha
detectado la infiltración de miembros de la inteligencia
militar colombiana en la profundidad venezolana, con la excusa
de vigilar a contingentes guerrilleros de las FARC, ELN o
M-19 que supuestamente operan en el mencionado territorio.
También se tiene evidencia de la penetración
de oficiales especializados de unidades del Ejército
Colombiano en territorio venezolano, con el propósito
de coordinar y darle seguimiento a eventos encubiertos y orientados
a la desestabilización política de la sociedad
venezolana. La fuerte presencia de asesores del Pentágono
en bases castrenses colombianas y su tarea junto a efectivos
de Colombia, está en conexión indiscutible con
una actividad de reconocimiento estratégico y exploración
electrónica sobre las Fuerzas Armadas Venezolanas,
y sus movimientos en las áreas fronterizas.
Se observa a todas luces una provocación en marcha,
le están metiendo leña a la locomotora de la
conjura y de las agresiones que se encuentran a la vista,
y de ese modo pretenden socavar los avances de la Revolución
Bolivariana de Venezuela, quebrantar la tranquilidad de su
pueblo, asediar su labor creativa y soberana y aniquilar su
hermoso afán encauzado a construir una sociedad digna,
justa, humana y radiante.
Se tienen certezas que involucran al Ministerio de Defensa
de Colombia, al ministro Juan Manuel Santos, a funcionarios
y oficiales en una trama para desatar escaramuzas y choques
armados, asesinar a dirigentes bolivarianos, líderes
del gobierno revolucionario y a personajes de la oposición,
de tal forma que les posibilita la articulación de
una crisis política en Venezuela.
Lo anteriormente enunciado tiene su fundamento en declaraciones
hechas en los últimos meses por el ex vicepresidente
venezolano José Vicente Rangel, sus informaciones de
fuentes fidedignas han sido dadas a conocer en su programa
dominical “José Vicente hoy” y trasmitido
por la televisora Televen de ese país. No obstante,
los datos difundidos que tienen más relevancia para
los costarricenses, es la denuncia que el líder bolivariano
hace de la infiltración en Venezuela del general Mario
Montoya, efectivo de la inteligencia colombiana, con la falsa
identidad de Jaime Orozco Contreras y pasaporte de Costa Rica.
La importancia de las investigaciones y de las declaraciones
públicas descritas radica para nosotros, en que de
manera fehaciente se está corroborando por distintas
vías que, el gobierno costarricense está involucrado
en operaciones contrarrevolucionarias y en la desestabilización
de la República Bolivariana de Venezuela. Particularmente
con la penetración de agentes, coordinación
de eventos de sabotaje y acciones encubiertas, para lo cual
presuntamente están poniendo a disposición de
la contrarrevolución venezolana, la inteligencia colombiana,
la CIA y el Pentágono las estructuras, medios y personal
de ministerios, entidades del estado y recursos de la hacienda
pública.
De forma irrefutable queda claro que los tiranuelos “Arias
Sánchez” le están haciendo el juego al
capital transnacional, han sido arrastrados al bochornoso
papel de secuaces menguados bajo las políticas de dominio
de los EE.UU., se encuentran implicados en una resbaladiza
sedición que atiza las tensiones entre Colombia y Venezuela
y en definitiva se han envuelto vilmente en los ropajes de
la contrarrevolución, atentan contra la paz asociados
al terrorismo internacional; reptando a los pies de su amo
imperialista e inclinándose a sus planes oscurantistas.
Oscar Barrantes Rodríguez
Miembro:
Comité Cívico de Occidente
Asamblea del Pueblo
San Ramón-Costa Rica
Diciembre de 2007.
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