PARLAMENTARISMO SUICIDA O REBELIÓN POPULAR
En la cotidianidad del llano pueblo se asienta un clamor cada vez más intenso exigiendo la cohesión, y las determinaciones contundentes y concretas del movimiento social, dirigidas a barrer definitivamente con los intentos de imponer el desgraciado “tlc”. Responder a ese sentir popular y actuar en consecuencia no es precisamente seguir con terquedad, apostando a la charada legislativa. Los jefes enemigos directores de la campaña por enclavar el “tratado”, tienen bien claro lo que están haciendo cuando nos invitan a que dirijamos nuestra atención a la dispensa de trámite parlamentario y avalemos el engranaje jurídico y el llamado Estado de Derecho, como si las circunstancias del mismo y las condiciones políticas actuales garantizara a nuestro pueblo honradez, transparencia, veracidad y representatividad, en los poderes de la república.
De hecho la mayoría de la población no está ni se siente representada por las diferentes poderes, ni todos somos iguales, ni tenemos derechos reales, hay privilegios clasistas; y lo esencial, los partidos políticos que cuentan con los puestos en la maquinaria estatal, reflejan los intereses de los capitalistas, terratenientes, potentados y de las mafias politiqueras profesionales, y gobiernan contra el pueblo. Nunca como hoy el cuadro de las esferas del poder se delinea más claro. Por eso aumenta el descontento y amplios sectores populares repudian el clientelismo electorero, la demagogia y la manipulación oficial que las clases dominantes desatan sobre la ciudadanía. Es evidente que jamás podríamos admitir una humillación más, o convertirnos en un rebaño dócil de la facción de inicuos corruptos usurpadores de los diferentes poderes republicanos.
Salgamos por un instante de esa niebla soporífera, escapemos de la rutina que tiene prisionera la conciencia del pueblo, rasguemos los velos obscuros del legalismo que nos sosiega, y rompamos las enmohecidas cadenas que nos atan a los sofisticados procedimientos de la legislación prevaleciente. No podemos permitir que nos sigan remolcando desde la corte de los “enviados”, los cuales se afondan en el lodo nauseabundo de la codicia política. Existe una falsificada presunción referida a la validez de la diligencia legislativa como la arena definitiva y única donde se dilucidará la lid frente al “tlc”. En realidad si aguzamos los sentidos nos percataremos de que los parlamentarios arrastran al pueblo costarricense a un vil naufragio en las tempestuosas aguas del maniqueísmo, con la postración más abyecta por un lado, y con la sumisión más escandalosa por otro. Ya que los que dicen oponerse al “ tratado”, están llevando el futuro de la nación a un callejón sin salida, incitando una gestión legislativa condenada, a sabiendas que es una siniestra argucia para legitimar el dictado anexionista.
Están jugando con el futuro de la patria y el ejemplo lo visualizamos en lo acaecido hasta el 12 de diciembre anterior en Comisión, y atendiendo a los recientes hechos susitados en los recintos del Congreso. El resultante es un tortuoso y deleznable espectáculo en la Comisión que trata los asuntos de comercio exterior, donde ni más ni menos, se le está poniendo el sello de confirmación a una carta de rendición. Porque debemos insistir en que la concepción de política exterior y comercio internacional de los EE.UU. se basa sólo en el interés, la ventaja, la extracción de riqueza, en la ganancia y en la expoliación de naciones y territorios. Quitémonos la venda de los ojos y veamos como se formaliza, se aplica un esquema establecido; que es una estocada a la inteligencia, para rubricar una vez más esa acta de capitulación que han dado en llamar “tlc”.
Simplemente repacemos los datos de lo actuado en la mencionada Comisión, cuando nos presentan un cuadro predestinado por el totalitarismo de los grupos hegemónicos e inamovibles en las órbitas parlamentarias. Hablan de 42 audiencias con representaciones sociales (Sindicatos, Asociaciones, Gremios, Instituciones y Empresa Privada), 19 declararon en contra, 20 a favor y 2 neutrales. Atendamos a la aritmética de las cifras y percibiremos su cinismo, dado que en ningún momento facilitarían el espacio a la masiva expresión popular, ni a la amplia gama institucional; que sabemos incluso, solicitó se le atendiera y se le consultara. Midieron los pasos y los tiempos apenas para cubrir un requisito y aparentar que están cumpliendo con los trámites constitucionales. Conocemos que han maquinado la ruta formal legislativa de tal forma que se garantizan mayorías, montaron el proceso maniatando a la oposición que amargamente se traga el bochornoso papel de servir de comparsa al acto legitimador.
La prueba se tiene también con la jugada de las denominadas Cláusulas Interpretativas, las cuales son aplicables para la aprobación de tratados y convenciones internacionales. Sin duda fue un cebo en el que hicieron caer a congresistas de bandería opositora, si tomamos en cuenta que las mismas no aplicaban en este caso donde nada del paquete colonialista es modificable, y entendiendo la inexistencia de un tratado en la referida formulación. La obcecada conducta parlamentaria deja reiteradas evidencias de conducir a un terreno de lucha equivocado. Se crea la sensación de que el esfuerzo de presentar mociones hasta el cansancio en una corriente legislativa amordazada, comprada y distractora, es gastar pólvora en zopilote, es ejercer el poco decoroso “derecho al berreo” _ como dice nuestro pueblo_, y seamos cautos porque las fracciones del PASE, del Partido Acción Ciudadana (PAC) y del Frente Amplio podrían estar acompañando la entrega de la soberanía, con un disimulado gesto de oposición.
Diríamos con franqueza que si efectivamente se quieren quitar esa atmósfera de complicidad que ronda su comportamiento; en el trance crucial por el que se desliza la contienda, las representaciones oposicionistas a la estrategia de la corporatocracia transnacional y de sus funámbulos los hermanos Arias, debiesen reducir la petulancia parlamentarista y su engreimiento político y aceptar que en esta lucha histórica por la defensa de la patria y la autodeterminación del pueblo costarricense, ellos no son “el tronco donde se rasca el tigre” _como reza el singular adagio popular_. Que existe otra vía efectiva y contundente para afrontar la cuestión parlamentaria, que se ha dado en llamar el boicot legislativo y el mecateo parlamentario, propuesta en distintas ocasiones.
El movimiento social tampoco puede quedarse atrás en la comprensión de este decisivo viraje en la estrategia de lucha. Nada más esclarecedor que el desenlace de la tragicomedia al “dictaminarse” el “tratado” en Comisión el 12 de diciembre. Después de extenuantes sesiones, de zigzagueos y sesuda calistenia interpretativa, en torno a principios democráticos y derecho constitucional, se conjuró la “mayoría” adulterada como “verdad.” Esa burla tramada en los solapados resquicios del poder ostentando por minorías hegemónicas, que hoy auspicia un conciliábulo político parlamentario. En esa ciénaga de confabulaciones y autoritarismo la oposición corre el riesgo de incurrir en un acto diversionista y servir de puente para consumar la traición a la patria. Las diputaciones opositoras tienen una salida honrosa: bajar las escalinatas y acompañar la revuelta popular, aceptando que el pueblo es el único soberano y la mayoría verdadera.
Oscar Barrantes Rodríguez. Miembro: Asamblea del Pueblo, Comité Cívico de Occidente. San Ramón-Costa Rica.
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