Pasos para organizar una Asamblea Popular
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EL NUEVO SINDICALISMO ROJO Y EL MOVIMIENTO POPULAR

Un dirigente sindical se dejó decir alarmado; por ahí, en una mesa de concertación: “¡que problema las bases sindicales se están sublevando!” Pues muy interesante porque hace pocos meses las bases trabajadoras del movimiento huelguístico en Acueductos y Alcantarillados, pararon en seco un intento de negociación del pliego de exigencias y del levantamiento de la protesta, sin el concurso directo del conglomerado laboral y su opinión para decidir sobre esa determinante resolución.

Recientemente hemos visto con agrado y optimismo como un renovado liderazgo y remozado Sindicato de Trabajadores de JAPDEVA (SINTRAJAP), llevaron adelante con claridad de objetivos y abnegación una huelga victoriosa, por los alcances de la misma para el pueblo limonense y por los avances en la agenda de lucha de la fuerza operaria de los muelles de Limón.

Efectivamente se nota un repunte y recomposición de una parte del sindicalismo costarricense como fuerza social. Quizá, se puede hablar de una depuración significativa en las estructuras, un reencuentro con las posiciones proletarias y una reorientación política de compromiso con las demandas populares, la soberanía nacional y el cambio social. Estaríamos sin duda, ante la confirmación de un fenómeno de resurgimiento de una corriente sindical de izquierda, consecuente, combativa y como tal, relanza expectativas de robustecimiento del movimiento popular en su conjunto. Lo anterior es fundamental comprendiendo sobradamente la necesidad de fortalecer la cohesión, la beligerancia y solidez de las fuerzas populares que combaten la ofensiva del neoliberalismo corporativo, en su pretensión por doblegar a nuestro pueblo con el oprobio escondido en la trampa del propalado “libre comercio.”

Es importante mencionar también hechos y situaciones verificadas en los últimos años, como han sido el advenimiento y consolidación de sindicatos campesinos y obreros independientes en regiones periféricas, y la conformación de nuevas confederaciones laborales. Ejemplarizan tal afirmación los casos de CONATRAB en el Caribe, Guanacaste y Sur-Sur, la Organización Campesina de Bambuzal y organizaciones de pequeños agricultores en Sarapiquí, Comités campesinos y cooperativas de agricultores en Talamanca, nuevas uniones y movimientos de productores agrícolas y campesinos sin tierra en la Zona Norte, Valles de Los Santos, de El General y Central, y en el Pacífico Sur. Además reagrupamientos como la fundación de la Central General de Trabajadores (C.G.T.) La convicción con que la colectividad social de JAPDEVA impulso la lucha por sus derechos y la proyección política de dicha pelea, evidencia los avances y redefiniciones en la articulación del movimiento sindical y en el factor neurálgico de su pensamiento.

Los vientos cálidos del combate popular, el coraje, el arrojo y el carácter de clase de las huestes proletarias comandadas por Carlos Luis fallas, Manuel Mora, Jaime Cerdas Y Calero en la huelga bananera de 1934. Así como la contundencia, el empuje y el fuego abrasador del pueblo limonense haciéndose valer en las calles y carreteras con la razón de sus demandas, durante las protestas y revueltas de 1979, 1996 y más recientemente en Talamanca, pareciera estar regresando a la dinámica de una realidad socio-económica y política más injusta, desigual, en la que la que se ahondan las contradicciones, y se agudizan los antagonismos sociales y políticos. Con alegría nos atrevemos a enunciar que el movimiento popular se impregna de una visión ideológica transformadora, da muestra de asumir con mayor firmeza la movilización, y se presenta con una más capacidad para desarrollar los métodos de acción y las formas de lucha, en el terreno de la protesta social.

La coherencia entre la estrategia y las formas de lucha aplicadas en un contexto de confrontación altamente complicada y álgida, es una de las características que destaca en el conflicto pasado en los muelles de Limón. Se tiene que visualizar y reconocer sin mezquindades de ningún tipo, la capacidad de la nueva dirigencia y de las bases de SINTRAJAP a la hora planificar la huelga. La utilización del “trabajo a reglamento”, fue un golpe de astucia y muestra de un vasto conocimiento de la realidad y del enemigo a que se estaban enfrentando. Cuando pasaron a intensificar la rudeza de la presión declarando la huelga indefinida ya se habían ganado 31 días, arrinconando al gobierno y a las transnacionales con un paro parcial, acciones de protesta y movilización general en la región con proyección nacional. Cuatro días después en las discusiones con la patronal se evidenció el magnífico manejo de los derechos laborales y solamente se les pudo aplicar la ilegalidad del movimiento, al tiempo de huelga total; posterior a la fase, en este caso erróneamente denominada por la prensa como tortuguismo.

Se logró proteger la integridad del salario y del trabajo de las operarias y operarios de JAPDEVA. También se cuidó las espaldas de toda la colectividad ante posibles persecuciones, administrativas, laborales, judiciales o políticas. El Gobierno tuvo que adquirir el compromiso de iniciar conversaciones con el objeto de sentarse a estudiar la propuesta de SINTRAJAP hacia la modernización y el fortalecimiento de JAPDEVA. Ese documento alternativo a los planes neoliberales de privatizar los muelles y desaparecer los objetivos de inversión para el desarrollo de la vertiente del caribe, comenzó el pasado 31 de octubre con la presencia de representantes del movimiento popular limonense. Es obvio que la administración de los hermanos Arias mantendría reiterativamente sus intenciones de concesionar los servicios de los puertos caribeños.

Había declarado que no aceptaría ninguna negociación sobre el tema de la llamada modernización y apertura de los puertos, es decir en torno a su intransigente posición privatizadora. Argumentan que el estado costarricense no puede invertir $300 millones para construir un sistema de megapuerto en la costa caribeña. El Sindicato portuario y las fuerzas sociales de Limón sostienen, que en sus pretensiones recalcitrantes de entregar los muelles a consorcios extranjeros los sectores hegemónicos del capital financiero, mienten arteramente con las cifras que muestran en la línea de inversión, para la tan cacareada competitividad muellera.

Por otra parte, el Comité Cívico Limonense de Lucha y SINTRAJAP mantienen su determinación de no cejar en la lucha contra la confabulación entreguista perpetrada, y ante en su insistencia por desmantelar JAPDEVA y arrebatar los muelles al pueblo del caribe costarricense. Como lo han expresado sus líderes seguirían vigilantes contra la concesión. Como lo dijo Donaldo Blear Secretario General del Sindicato “Esperamos no tener que llegar a vías de hecho”. ( La nación, 28-10-06, página 5 A.)

La firma de un acuerdo como el que puso fin a la huelga de JAPDEVA, tiene muchas aristas, una de las cuales es la disyuntiva por hacer engarzar coherentemente los objetivos económicos que responden a la satisfacción de necesidades e intereses inmediatos, y los propósitos políticos de la confrontación que tienen alcances a largo plazo y repercuten a la vez, en la sociedad general con su carácter estratégico como parte de las luchas del movimiento popular en su conjunto. De alguna forma se les torció el brazo y aceptaron entrar en una ronda de estudio del proyecto de SINTRAJAP sobre el desarrollo de los muelles como empresa estatal, cuando habían dicho que en ningún momento negociarían sobre el tema de la concesión (privatización) de los puertos. Se podría entrever una muestra de debilidad en el comportamiento y la postura del gobierno ante los acontecimientos.

Efectivamente, se podría interpretar también como un acierto indudable la “sensibilidad” demostrada por las fuerzas sociales de Limón, al comprender las dificultades y sufrimientos de los sectores mayoritarios, empobrecidos y económicamente más golpeados, los cuales requerían de un respiro, después de tantos días de paralización económica. Es una línea de razonamiento justa y con sentido común que entiende la necesidad de un repliegue táctico, para de esa manera sostener el apoyo de un sector social y no debilitar las alianzas, pensando en mantener la fortaleza del bloque popular con vista en el desenvolvimiento de una futura etapa del movimiento de protesta y huelga. Tenemos la convicción de que la flexibilidad táctica manifiesta en esta fase del conflicto, se convierte en una fortaleza ante las masas y es el reflejo indiscutible de una inclaudicable posición, ante los embates privatizadores desde la contraparte neoliberal.

¿Se pudo esperar la profundización y extensión del movimiento en todo el país? Se pudo esperar un fortalecimiento de la solidaridad? Se pudo fortalecer la representación popular en las mesas de discusión? Se pudo esperar más acciones del movimiento social? El 23 y 24 de octubre se manifiesta un respaldo nacional claro a los sectores sociales limonenses movilizados, y se les cataloga incluso como punta de lanza de la huelga nacional impulsada en esas fechas. Los días posteriores marcan un decaimiento de las actividades de protesta, mientras se amplía la solidaridad a todo nivel. Sin embargo no hubo condiciones para una espera mas dilatada y se negoció.

La impresión que se percibe al encontrarse frontalmente con la salida parcial del enfrentamiento en Limón, es que SINTRAJAP y las agrupaciones compactadas en el Comité Cívico de Lucha Limonense, logran atemperar las reivindicaciones económico-sociales inmediatas obligando con la acción huelguística al gobierno, a respetar las Convención Colectiva y a cumplir con el giro de 470 millones de colones, destinados a la comunidad caribeña y a cubrir derechos del sector laboral de JAPDEVA; por una parte. Asimismo, por otra parte adquieren el compromiso político de no ceder a la intransigencia del gobierno autoritario y servil, en sus intentos por privatizar los muelles.

A pesar del chantaje urdido por los agentes gubernamentales; peleles al servicio del capital transnacional, los cuales como cantos de sirena ofrecen retribuciones monetarias a la fuerza de trabajo portuaria para que vendan su estabilidad laboral y la propiedad pública. Mencionan la inversión de 155.7000 millones de colones, una obra 600 veces más grande que la actual y 900 empleos, que según fuentes oficiales sólo el capital foráneo podría garantizar, a cambio de que permitan la concesión de los muelles y no se opongan a la privatización de JAPDEVA. El Sindicato se mantiene firme y la base laboral resiste a las arremetidas y las presiones de los neoliberales.

Liroy Pérez dirigente de SINTRAJAP declaró: “El sindicato de JAPDEVA aún no tiene una posición definitiva sobre el tema. Nos parece muy interesante encontrarnos algunos puntos que no nos parecen, pero seguiremos revisando para darle una respuesta formal al gobierno. Queremos ver con nuestros propios ojos como viven los muelleros despedidos en Puntarenas, a que se dedican ahora y si fueron recontratados por al consorcio colombiano-costarricense que opera Caldera.” (La Nación, 11-11-06, página 5 A.) En la argumentación del líder portuario se siente la decisión de no ceder a la manipulación y a las patrañas con las que pretenden comprarlos.

Alcanzar el equilibrio de los temas sustantivos de la disputa de marras, en esta solución momentánea al conflicto, permite observar una maniobra táctica brillante para frenar los planes de los grupos gobernantes. Los “patriotas” hermanos Arias tuvieron que aflojar ante el empuje del movimiento social y aceptar sentarse a conversar con la representación del pueblo limonense, sobre el futuro de los muelles. Se les acalló la vocinglería prepotente y la verborrea decadente a los medios de prensa al servicio del capital.

Lo que ahora, a nuestro juicio cabe es enlazar aún con más tensión los esfuerzos del conjunto del movimiento popular del caribe, estrechar la cooperación y fortalecer la unidad frente a las medidas antipopulares, el saqueo del patrimonio nacional y la corrupción. Así como, mantenerse vigilantes y redoblar la relación interactiva con el movimiento social costarricense que confronta a los sectores hegemónicos, al gobierno, las políticas neoliberales privatizadoras y la plaga depredadora del errático “libre Comercio.”

Con el devenir de una indiscutible y centelleante nueva etapa de los procesos de transformación social en América Latina, como parte del auge que experimenta el movimiento popular, antimperialista y revolucionario en todas las latitudes, el sindicalismo costarricense también esta transitando hacia una redefinición. Para bien, se reestructura, replantea sus objetivos de clase, orienta sus esfuerzos a solventar sus debilidades históricas. Se observan síntomas positivos en cuanto asume métodos de acción más atrevidos. Se percibe una orientación a retomar las luchas proletarias, por la soberanía y por el cambio social con mayor compromiso y se nota un esfuerzo por acometer el trabajo político en sus filas con renovada actitud. De ahí, que estemos hablando de una especie de renacimiento del “sindicalismo rojo” que se empieza a diferenciar de forma sustantiva, de la desgastada y putrefacta casta sindical, petrificada en su tendencia a la concertación vacilante y la conciliación cómplice con las clases dominantes.


Oscar Barrantes Rodríguez Diciembre de 2006
Miembro: San Ramón-Costa Rica.
Comité Cívico de Occidente
Asamblea del Pueblo

 

 

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