MOVIMIENTO
POPULAR, RESISTENCIA NACIONAL Y REPRESIÓN
El pueblo de Costa Rica esta pasando por un momento crucial
de su historia, estamos afrontando los mayores peligros de colonización
desde el coloniaje español. El reagrupamiento de las
fuerzas populares y la articulación de la resistencia
nacional frente los planes de dominio del imperialismo representados
por el infecto y rechazado "TLC", el Plan Puebla Panamá
(P.P.P.), la nueva ofensiva contrainsurgente en la región,
con la instalación de bases del Pentágono, El
Plan Colombia, El Plan Patriota, las murallas fronterizas, el
aumento y profesionalización de los contingentes policiales
y militares; perfilan un recrudecimiento del conflicto social,
el incremento de la polarización y la radicalización
de la lucha patriótica, popular y antiimperialista.
Se avanza hacia una definitiva rebelión popular ante
la cual la oligarquía, la dictadura de los Arias, la
Embajada de los Estados Unidos y su injerencia desfachatada
están agudizando las medidas represivas, el hostigamiento
sistemático y selectivo contra líderes y activistas
del movimiento popular, y la persecución metódica
de los colectivos, grupos, núcleos y organizaciones sociales,
patrióticas y revolucionarias.
Toda actividad de protesta, movilización, manifestación,
o acto de resistencia y acción de calle, que teóricamente
está garantizado por la Constitución Política
y la institucionalidad, es atacado mediante todos los mecanismos
coercitivos, desplegados desde los aparatos judiciales, policiales,
militares, mediáticos, etc., desarrollando toda una gama
de formas de terror, guerra sicológica, intimidación
y agresión que transcurre desde las operaciones demostrativas
y abiertas hasta las misiones encubiertas.
En los actuales momentos nos encontramos inmersos en una situación
política de extrema gravedad, donde las clases dominantes
y los grupos hegemónicos usurpadores del poder, no tienen
el menor escrúpulo para desatar una despiadada campaña
opresiva, usar los cuerpos de seguridad, los tribunales y la
estructura institucional en sus manos, y lanzarlos violentamente
contra el pueblo que organizadamente expresa su descontento,
demanda justicia social, exige sus derechos fundamentales y
levanta las banderas por la defensa de la soberanía,
la dignidad y por el cambio político.
Hoy con una sociedad confrontada donde la colisión de
los de abajo y los de arriba es inevitable como resultado, ni
más ni menos que, de las políticas antipopulares
aplicadas por los distintos gobiernos de turno y representantes
de los intereses del gran capital, extendidas a lo largo de
muchas décadas propagando miseria, hambre y dolor por
campos y ciudades, llevando escarnio, humillación, atraso
y sufrimiento a los más amplios sectores de la población,
empobreciendo y explotando con salvajismo al pueblo labriego
y sencillo.
El capitalismo rampante con su estela de injusticia y desigualdad
se ha apoderado de nuestro entorno al son de de la demagogia
electoral propalada por las agrupaciones politiqueras, al ritmo
de la retórica de los políticos y dirigentes de
los partidos de los empresarios, banqueros, terratenientes y
de todo tinte ideológico, que se han prestado al juego
de la democracia; de esa electocracia deplorable, con la que
han legitimado la legalidad del orden establecido y se han perpetuado
en el poder, para gobernar en nombre del pueblo, pero, para
complacer las ambiciones y la avidez de ganancia de los potentados
y de la mafiocracia imperante.
utilizando con destreza siniestra la maquinaria de dominación
ideológica esparcieron indiscriminadamente las doctrinas,
postulados y concepciones tales como “el reformismo”,
“el neoliberalismo”, “la mundialización”,
“el consumismo”, “la modernización”
o “la apertura”; generalmente provenientes de los
centros academicistas de las metrópolis, de los expertos
del Banco Mundial (BM), del Fondo Monetario Internacional (FMI),
de los ideólogos de Washington o de los estrategas del
Pentágono y, con las que pretendieron justificar las
medidas, y políticas impuestas desde afuera, desde el
norte, desde los centros imperialistas, correspondiendo siempre
con los planes expoliadores de las corporaciones transnacionales
y las directrices expansionistas del imperialismo global.
Los grupos gobernantes con su indecente actitud de obediencia,
postración y servilismo a los mandatos del amo imperialista
se han convertido en desgraciados cómplices del capital
transnacional, han sellado el innoble, canalla y trágico
papel de vende patria, lacayos y entreguistas. Con cinismo patológico
se ponen al servicio del neocolonialismo alucinados con el brillo
de las monedas, se descalabran en el abismo de la corrupción
como secuaces de los invasores, de los colonizadores, como participantes
activos del saqueo a la patria, del asalto al patrimonio nacional,
del robo de las riquezas naturales, de la esclavización
de la fuerza de trabajo y del atropello a la soberanía.
La supresión y la eliminación paulatina y planificada
de conquistas sociales significativas, que tanto esfuerzo,
sacrificio y sangre le costaron al pueblo costarricense, la
degradación de los derechos inalienables a la salud,
al estudio, a la seguridad social, al consumo de agua potable,
entre otros, al convertirlos de un plumazo en mercancías,
en un negocio para el beneficio de mercaderes, especuladores,
traficantes y plutócratas de toda calaña. Ese
ha sido un acto despreciable e indignante de negación
de derechos humanos universales, un desatino que pone las
cosas al revés, que coloca la realidad de cabeza, un
desaguisado que intenta hacer retroceder la sociedad al mundo
de las cavernas, que pretende reducirnos a bestias sin derechos,
ya que esos derechos fueron destrozados pasando a ser privilegios
al alcance sólo de una minoría con posibilidades
de comprarlos.
La depredación de las riquezas del suelo, subsuelo,
de la biodiversidad y de la belleza escénica que la
barbarie capitalista, que los monopolios extranjeros, que
la voracidad de enriquecimiento y la avaricia ha provocado
en nuestro territorio y, las amenazas tenebrosas que en la
actualidad se ciernen sobre nuestra nación, se suman
también a los factores que aceleran la determinación
de los sectores más conscientes, de amplios conglomerados
del pueblo humilde, de miles de hombres y mujeres valientes,
honrados y dignos a confluir, unirse en una lucha decisiva
ante los enemigos externos e internos.
Sin temor a equivocarnos podemos afirmar que el pueblo costarricense
tiene más que nunca sobradas razones para optar de
una vez por todas por la rebelión popular, que se abren
las posibilidades efectivas, que se inflaman los corazones
de calor humano y amor por los semejantes, que se imponen
la lucidez, la claridad de pensamiento desde las tiendas populares,
que surgen las condiciones históricas oportunas para
emprender una ofensiva escalonada por la independencia, por
la libertad, por la transformación social y desembocar
en una movilización generalizada, combativa y eslabonada.
Todo ello orientado a que se culmine en una huelga general
que erradique el régimen de facto, derrote los planes
de dominación imperialista ( “TLC”, Plan
Puebla Panamá, los planes de militarización
de la dictadura mundial de la Casa Blanca y la estrategia
de anexionismo y de esclavitud moderna pregonados y que intentan
imponer desde Washington) y propicie una victoria del pueblo
llano, de la autodeterminación, de los de abajo.
Con una perspectiva con las características mencionadas
en el horizonte no hay duda de que las fracciones de la oligarquía
gobernante, los gringos, las transnacionales y sus esbirros
están sumamente preocupados, temerosos; o encandilados
por algunos “éxitos” momentáneos
pretenden asustar con “la chaqueta del muerto”,
por supuesto que esas circunstancias los hacen en estos momentos
sumamente peligrosos, les agrega un ingrediente de contenido
fascista cuyos colmillos ya han empezado a asomar.
La oligarquía hegemónica se ha venido disponiendo
para el escenario de crisis política y social que en
la actualidad se ha establecido y madura con los días.
La preocupación de sostenerse en el poder y defender
“vidas” y haciendas”, es decir la gran propiedad
privada, a los grandes empresarios, banqueros, Latifundistas,
obispos, la casta política, las extensiones de tierra,
plantaciones, minas, factorías e infraestructuras acaparadas
por las compañías extranjeras, les ha planteado
la primacía de mejorar, ampliar, profesionalizar y
preparar sus mecanismos y cuerpos de seguridad.
Entre otras gestiones han decretado el aumento del prepuesto
fiscal para incrementar, entrenar y acrecentar dotaciones,
unidades y tropas de la maquinaria militar y organismos especializados,
por una parte, como para abastecer, suministrar y proveer
la logística, los medios técnicos y el armamento
adecuado y moderno, que esas plantillas, dispositivos y equipos
requieren para llevar acabo su desafortunada función
represiva y de abuso sobre las masas populares y sus organizaciones,
por otra.
El asesoramiento, el apoyo logístico, la venta de
armas ligeras, munición, vehículos navales,
blindados, artillería, helicópteros, etc., y
el aprovisionamiento de aperos de comunicación, avituallamiento
y carros de transporte entre otros no se hizo esperar. Ese
paquete se insertó dentro de la estrategia general
de control militar, intervención y planes de contrainsurgencia,
contención y vigilancia de los Estados Unidos para
la región, en el marco de la llamada guerra antiterrorista
y del despliegue de las guerras preventivas planificadas a
nivel planetario. Prácticamente se fijo obligatoriamente
como una orden que los gobernantes criollos han cumplido o
a la cual han accedido, como la más miserable muestra
de entreguismo y sumisión.
Los ejemplos los tenemos con tan sólo recordar la
denominada vigilancia recíproca de mares territoriales,
patrimoniales y costas, cuya aplicación implica la
violación constante de nuestra soberanía por
aviones, tropas y buques del departamento de guardacostas,
armada, ejército y fuerza aérea yanquis. En
el marco del “Plan Colombia” hay evidencias del
trasiego de armas, de las misiones antidrogas, la actividad
indiscriminada de oficiales de inteligencia y contrainteligencia
de la Agencia de Seguridad Nacional, o de la Agencia Central
de Inteligencia gringas, junto a agentes del DAS de Colombia,
que de manera abierta o encubierta, realizan una actividad
de persecución y seguimiento sistemático de
muchas personas de origen colombiano que se encuentran en
Costa Rica en condición de refugiadas, o protegidos
bajo la figura de asiladas políticas. También
hay pruebas fidedignas de la cooperación y apoyo que
los oficiales colombianos hacen a los miembros de la Seguridad
del estado costarricense y de otras direcciones de investigación,
en sus operativos de coerción contra activistas y líderes
del moviendo popular.
Entre tanto tenemos la reiteración de informes periodísticos
y declaraciones de los ministerios relacionados con la cuestión
militar (concretamente de Seguridad, de Gobernación
y de la Presidencia) en los que se insiste en la instalación
de bases militares del Pentágono en Golfito, en Caldera
y de nuevos campamentos o unidades militares de entrenamiento,
que se unen a las ya conocidas como es la del Murciélago.
Junto a esta tendencia de profusa militarización del
país nos encontramos además con los anuncios
de las jerarquías castrenses nacionales en el sentido
de que se está adquiriendo copioso material bélico,
que le permita a las fuerzas armadas y a sus diversas unidades
de choque, estar listas y en capacidad de mantener el orden,
disuadir disturbios civiles y disolver resultas sociales en
el momento que se presenten.
Es importante mencionar también hechos que a menudo
pasan desapercibidos como es el caso de la actividad de aviación
especializada de la NASA sobre nuestro territorio, con el
pretexto de estar realizando una labor de acopio de información
con fines científicos y para el beneficio de la comunidad
científica costarricense. Sabemos que con el indicado
subterfugio están efectuando una exploración
profunda, estratégica y de actualización del
relieve, de la hidrografía, de la geomorfología,
de las zonas de vida, de la red vial, de la cobertura boscosa,
de la estructura urbana, de las líneas de costas, de
la estructura rural, etc., entre otros indicadores, con fines
militares y en el marco de los panes de ocupación militar
del imperialismo.
A la par de esta nutrida faena de militarización hemos
escuchado informaciones sobre supuestos actos de asalto a
cuarteles de la policía, del robo de armamento de guerra,
del descubrimiento de buzones con armas de diferentes calibres,
livianas y pesadas, de la incautación de cargamentos
con pertrechos bélicos de aparente vinculación
con el narcotráfico suramericano, o pertenecientes
a movimientos irregulares o grupos guerrilleros. Todo esto
último con el propósito indiscutible de promover
la desinformación, crear condiciones y familiarizar
a la población con la cuestión militar, generar
divercionismo y sin duda justificar el proceso sostenido y
acelerado orientado a militarizar el país.
Hemos observado a las tropas y unidades de la U. I. P., a
los grupos de choque de la D.I.S., a los escuadrones de despliegue
rápido y de acción antiterrorista en las calles,
acuartelados, en formación de combate y cumpliendo
misiones arremetiendo contra barricadas y manifestaciones
de protesta social. Conocemos los grados de violencia de que
son capaces, de su belicismo rabioso, de las características
de sus movimientos en el terreno, sus medios, sus recursos
y sus debilidades. Para nadie es un secreto que han creado
un monstruo represivo y lo tienen listo para azuzarlo contra
el pueblo.
Sabemos también que en sus filas hay gente buena y
sencilla que esta cumpliendo un trabajo como cualquier otro,
y que tal vez considera que está en lo correcto al
laborar para seguridad pública, para erradicar la delincuencia,
por el orden, por la seguridad ciudadana, por la democracia
y por la Paz social, como presumiblemente le han enseñado
en las lecciones y charlas de política y adoctrinamiento.
Esas tropas, policías, o agentes de civil tarde o temprano
reflexionarán sobre su situación y comprenderán
su error. A ese personal, esos hombres y mujeres hay que tenerles
en cuenta y llamarlos y a recapacitar sobre sus actos, a no
atacar al pueblo e incluso, a desobedecer las instrucciones
de sus superiores y desertar para pasarse al lado del pueblo
organizado, consciente, rebelde y valeroso.
También somos conocedores de la existencia de grupos
ultra-reaccionarios, de fanáticos de la violencia,
de presuntuosos y prepotentes que con un fusil en la mano
se sienten dioses con la autoridad y el poder de quitarle
la vida a cualquier ser humano. Se ha hecho evidente el afloramiento
de asociaciones fascistas que hacen de los cuerpos represivos
más peligrosos, más agresivos, más virulentos.
Es pertinente entender además que el engreimiento y
el sentimiento de poderío de algunos grupos, entre
las filas de unidades últimamente constituidas y tropas
recientemente graduadas, con ansiedad de confrontación
y sed de violencia, son presa de la zozobra del acuartelamiento
y muestran una propensión inusitada a poner en práctica
sus infelices destrezas de aniquilamiento y destrucción.
Sobre todo si como corolario político es alimentada
por un régimen tiránico y autoritario que promueve
la amenaza, la intimidación y la afrenta cotidiana
contra el pueblo.
Con esta situación mordiéndonos los talones
tenemos que articular varias tareas inmediatas que nos permitan
una respuesta coherente, decidida, enérgica, cierta
e intensa a la misma. Dejo sentado de entrada que, no pretendemos
decir que estas medidas sean las únicas, ni las concluyentes,
solamente las sugerimos como actividades importantes a tener
en cuenta como parte de un abanico de ideas que nacerán
desde la tierra fértil del pensamiento penetrante,
transformador, y dinámico del movimiento popular y
revolucionario en su avance inquebrantable.
- Debemos realizar una labor de denuncia persistente, constante
y metódica tanto a nivel nacional como en el ámbito
internacional, contemplando la convulsa situación
política de Costa Rica y la aceleración de
la tendencia represiva, el hostigamiento y la persecución
del movimiento social patriótico y popular, tanto
desde las estructuras estatales militarizadas, como desde
las organizaciones fascistas que están apareciendo
con ínfulas provocadoras y turbulentas. Es necesario
insistir en que el gobierno de “los Arias” se
ha instituido como un régimen de facto, tiránico,
insolente, soberbio y vejatorio.
- Es necesario coadyuvar esfuerzos para la sistematización,
de informes, acusaciones, hechos, actos de violación
de las libertades constitucionales, eventos que vulneren
los derechos democráticos, económicos y sociales,
así como todos aquellos datos que contribuyan a elaborar
y presentar evidencias, memoriales y documentos probatorios
de tales acaecimientos de violencia, tanto en organismos
defensores de los derechos humanos nacionales e internacionales,
como en centros por la paz, sedes diplomáticas y
representaciones de las Naciones Unidas. Los mismos deben
reflejar la realidad, requieren veracidad, confiabilidad
y estar acorde con el rigor jurídico y científico
que estos trámites implican.
- Corresponde asumir con urgencia la labor de agilizar,
ampliar y extender los contactos y enlaces con el conglomerado
social, el movimiento popular y la comunidad revolucionaria
a nivel internacional, haciendo un llamado urgente a redoblar
la solidaridad con el pueblo costarricense de forma inmediata.
Además exhortarles a generar una campaña continental
y planetaria de respaldo al movimiento social patriótico
y popular de nuestro país en su lucha por la defensa
de la soberanía nacional, contra el “TLC”,
frente a los planes de dominio del imperialismo y ante el
gobierno autoritario y entreguista de “los hermanos
Arias”.
- Estamos en la obligación impostergable de tomar
las medidas y prepararnos para la protección de la
integridad de compañeros y compañeras, del
tejido organizacional del movimiento, de sus recursos, bienes
e infraestructuras. En este campo de la actividad cotidiana
tenemos que adecuar nuestro funcionamiento para garantizar
la cobertura y el resguardo de todas las acciones, movilizaciones,
eventos, reuniones y labor diaria y permanente de activistas,
colectivos, organizaciones, frentes de lucha, núcleos
de base y líderes.
Esta línea de trabajo debe llevarse adelante con presteza,
prontitud y diligencia, pero, sin titubeos tiene que complementarse
con la preparación y la formación de la gente
no sólo para la defensa, además es inminente
e inaplazable poner el acento en la respuesta a los enemigos
del pueblo, a los portadores de violencia y agresión,
a las hordas inmundas y despreciables de fascistas, a la soldadesca
troglodita, a los energúmenos agentes de la represión.
La misma debe articularse sobre pilares sólidos y principios
científicos probados, donde la iniciativa, la eficacia,
la sobriedad, el denuedo, el conocimiento, la innovación,
la potencia, la disciplina, la intrepidez y la movilidad serán
determinantes.
Oscar Barrantes Rodríguez
Miembro:
Asamblea del Pueblo
Comité Cívico de Occidente
San Ramón-Costa Rica
Noviembre de 2007.
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