Pasos para organizar una Asamblea Popular
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LIBERTARIOS Y LIBERTICIDAS:

DEL MIMETISMO EN LA
POLÍTICA Y LAS SOCIEDADES HUMANAS.

                                              Rogelio Cedeño Castro

Entre los fenómenos más fascinantes que se presentan, dentro del comportamiento de las especies animales, y que nos es dado observar, con alguna frecuencia, está el de la mímesis. Es decir, la capacidad de mudar de color y de forma que poseen algunos animales, en especial aves y reptiles, quienes buscan protegerse así de sus enemigos, digamos naturales, que podrían devorarlos con gran facilidad.

Durante mucho tiempo se ha discutido acerca de la existencia de este tipo de manifestaciones entre los seres humanos, llegándose a hablar del camaleonismo de algunos integrantes del género humano que son capaces de mudar sus modos de actuar y de expresarse, con tal de engañar a otros de sus congéneres, a quienes desean dominar o destruir. La alusión al camaleón, ese curioso reptil dotado de una lengua que puede proyectar muy hacia adelante para capturar sus presas, es de suyo evidente, aunque en realidad es su capacidad de cambiar de color según el medio en que se encuentre, la que resulta más notable y la que más despierta nuestra admiración.

En ciertos momentos históricos, algunos políticos han hecho demostraciones notables sobre cómo ejecutar las más increíbles volteretas, de tal manera que figuras como Napoleón Bonaparte, un héroe para cierta burguesía francesa y José Stalin, el gran padre del proletariado, fueron capaces de montar verdaderas satrapías en nombre de la revolución, del socialismo y la libertad, aún y cuando sus regímenes tuvieran ya muy poco de revolucionario y todavía menos de libertario, pues habían sido erigidos sobre los cadáveres de dos revoluciones verdaderas. Su capacidad para trastrocar las conquistas de la revolución en nuevas cadenas para el ser humano ha quedado registrada entre los records de camaleonismo que más víctimas han producido, precisamente por el tufillo "progresista" con que son presentados.

Entre nosotros y dentro de la escena contemporánea, nos hemos encontrado con don Federico Malavassi y don Otto Guevara, quienes con su "Movimiento Liberticida", presentan un caso en el cual se han batido todos los records de la impostura. Presentándose como "libertarios", los señores del "Movimiento Liberticida" se han dedicado a la poco noble tarea de acabar con las pocas conquistas sociales de los trabajadores costarricenses, que todavía están en pie, a las que por cierto llaman -con gran cinismo- "privilegios", mientras procuran por todos los medios favorecer los intereses del capital transnacional o los de la potencia imperialista de más al norte, al apoyar la instalación de la International Law Enforcement Academy (ILEA), una nueva versión de la fábrica de torturadores y asesinos que fue la Escuela de las Américas, ubicada durante varias décadas en Panamá.

En el caso de don Federico Malavassi, quien se encuentra a la cabeza del grupo parlamentario liberticida, formado por cinco diputados, su influencia ha llegado más allá de las fronteras partidistas alcanzando a una serie de "parlamentarios" que, por llamarlos de alguna manera, podríamos situarlos entre los socialconfusos, dada su escasa identidad propia y su vulnerabilidad frente a los cantos de sirena de los liberticidas, siempre tan preocupados de la salud monetaria y presupuestaria, en lugar del bienestar de los seres humanos, de carne y hueso, a pesar del discurso sobre el bien común que lanzan a gran distancia, a semejanza de lo que hace la lengua del camaleón.

En el caso del Movimiento Liberticida de Costa Rica o "liberal-libertario" como acostumbran a decir en Europa, sus líderes han demostrado una capacidad a toda prueba para trastrocar las posturas de un fascismo trasnochado, al estilo de la España de Franco, en una fuerza política que de "libertaria" sólo tiene el nombre, todo ello como resultado de la más increíble tergiversación de un nombre que, en la historia de los movimientos sociales, siempre estuvo asociado al socialismo democrático y autogestionario, ya sea en la versión prodhouniana, o en las posteriores de Bakunin y Kropotkin. En otras palabras, a la corriente anarquista o ácrata del movimiento de los trabajadores.

Con un discurso que recuerda los días más nefastos del alzamiento fascista contra la II República, en la España  de 1936 y del posterior aplastamiento de la Revolución Española, encabezada por la Confederación Nacional del Trabajo(CNT), en Cataluña, Aragón y el Levante, don Federico Malavassi ha sido capaz de pasar de contrabando uno de los discursos más reaccionarios, "vendiéndolo" así como progresivo. Es como si Francisco Franco, Mola o Queipo del Llano hubieran adoptado el discurso del anarquismo catalán mientras masacraban a los trabajadores y destruían sus organizaciones, una vez concluida esa larga y cruenta guerra incivil, en abril de 1939, dejando de lado la monserga fascista, con olor a sacristía, que tan bien los caracterizó.

La habilidad de los liberticidas del Movimiento, presuntamente libertario, reside en que han logrado convencer a algunos incautos de que la única libertad importante es la que existiría en un mercado, dentro del cual todos estarían operando en igualdad de condiciones. Algo así como las políticas de la Organización Mundial de Comercio (OMC) que exigen a la mayoría de los países del planeta, pobres desde luego, abrir sus puertas al comercio de productos agrícolas y bienes manufacturados de procedencia estadounidense o europea, sin que desde la otra parte exista contrapartida, cosa que para México, con casi diez años de estar en el Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos y Canadá, ha representado la ruina de millones de agricultores.

Durante semanas don Federico Malavassi y sus compañeros liberticidas se han dedicado a atacar a las organizaciones magisteriales y a decir que la reforma a la ley 7531, que ha quedado como la única forma de hacer respetar el convenio 102 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), constituye un privilegio y va a arruinar las finanzas públicas. Moción tras moción, discurso tras discurso, en la comisión parlamentaria encargada de dictaminar sobre ese tema, don Federico Malavassi nos ha dado toda una demostración del doblepensar, propio del universo totalitario de la novela "1984" de George Orwell y así, mientras se dedica a empobrecer el lenguaje ,en el mejor estilo de la neolengua o newspeak orwelliano, parece haber resuelto así uno de los problemas que los viejos fascistas dejaron pendientes: al menos en el discurso, estos nuevos liberticidas, están convencidos de haber transmutado, por fin, la mentira en una verdad, presuntamente universal.

Burlándose de los trabajadores de la educación, quienes han venido aportando hasta un 16% de su salario para contar con una pensión digna, don Federico Malavassi ha fabricado un universo (¿el mundo de las ideas puras de Platón acaso?), en el cual debe haber un solo sistema de pensiones, con beneficios cada vez más exiguos para los trabajadores y dentro del cual, los gobiernos de turno podrán saquear los recursos del régimen de capitalización de los nuevos educadores, creado a partir de 1992, y otros como el de reparto y el de la Caja del Seguro Social, además de que la Junta de Pensiones del Magisterio Nacional desaparecería para dar paso a un presunto Instituto de Pensiones, bajo control gubernamental, hecho a la medida y al gusto de los liberticidas proponentes, pero que ¡cuidado! podría contar con el apoyo de los socialconfusos y otros incautos que suelen ser atrapados por la lengua prensil del camaleón. Libertarios ácratas y liberticidas neoliberales, por favor no confundir a los primeros, siempre genuinos, con los segundos, siempre inauténticos.

 

Tomado de la edición n° VII del periódico Agitando Mentes, correspondiente a los meses de septiembre y octubre de 2003.

 

 

 

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