México y Europa: ¡abstencionismo!
Jorge Camil
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La apatía por nuestras próximas elecciones legislativas no es un fenómeno singular. El domingo pasado se cerraron las urnas en los 27 países de la Unión Europea para renovar el parlamento, y según los pronósticos más autorizados se esperaba que cuando mucho 33 por ciento de un enorme padrón de 375 millones de electores participara en los comicios. En forma consistente con el resto del mundo, el abstencionismo europeo ha ido en aumento. La participación fue de 63 por ciento hace 30 años, y en las elecciones de 2004 bajó inesperadamente a 45 por ciento. Los últimos sondeos del fin de semana aseguraban que no participaría más de 33 por ciento en 2009. Aún no se conocen los resultados finales, pero un estudio preliminar hecho por Leo Cendrowicz, publicado en el número más reciente de la revista Time (8/6/09) mostró el enorme desencanto de los jóvenes con el tema de la política. Un estudiante holandés de 19 años entrevistado por el periodista respondió con absoluto desinterés: no conozco la fecha de las elecciones, pero de cualquier manera es muy probable que no participe.
En México ocurre algo similar. Muchos de los jóvenes con quienes he platicado sobre el dilema electoral (votar o no votar) han sido más explícitos que el votante holandés: ¿las elecciones?, ¡me valen! Y entre un número creciente de votantes adultos están proliferando a escala nacional el abstencionismo y la decisión de anular el voto, porque desconfiamos de los candidatos y estamos hartos de la corrupción que prevalece en el interior de todos los partidos políticos.
¡Seguridad! ¡Seguridad ahora! ¡Seguridad o renuncio!”, claman con poca originalidad e increíble ingenuidad los candidatos en 2009 (como lo hicieron en su momento los de 2000 y 2006) mientras las cifras de la inseguridad van en aumento, y el número de víctimas de la guerra entre los cárteles de la droga alcanza niveles históricos.
En una Europa plagada de pancartas, carteles partidistas y fotos de los candidatos en cada esquina, Cendrowicz interrogó a una joven de 21 años sobre las funciones y atribuciones del Parlamento europeo. Su respuesta fue típica: no estoy segura, pero no pienso perder un minuto de mi tiempo investigándolo. Europa, Estados Unidos, México; es un hecho que el mundo está dividiéndose rápidamente entre los políticos, sus marrullerías y sus ridículos juegos de poder, y los ciudadanos a quienes la cosa pública les importa un bledo. La mayoría de los jóvenes entrevistados por Cendrowicz cree que el parlamento es una institución para políticos jubilados: ¡un lugar de retiro! Aunque en el caso de México la creencia es que los candidatos son simplemente aspirantes a una chamba bien remunerada mientras aparecen cosas mejores.
Otra queja común entre los europeos (que también encuentra eco en México) es que el parlamento y sus elecciones requieren gastos exorbitantes que de ninguna manera justifican los resultados. ¡Bienvenidos a México, hermanos europeos!
A quienes anunciaron su abstencionismo la diputada Judith Merkies, del Partido Holandés del Trabajo, les envió por conducto de Cendrowicz una dura crítica: se trata, después de todo, de sus vidas y de su sitio en la comunidad y el mundo. Aunque después, respetando la libertad de los abstencionistas, añadió resignada: si la gente finalmente no se interesa y no ejerce sus derechos cívicos, también está en su derecho. Así es como funcionan las democracias.
Después de mi artículo ¿Usted piensa votar? (La Jornada, 17/4/09), en el que manifesté mi intención de abstenerme, recibí más de cien comentarios y correos electrónicos de electores que intentaban convencerme de asistir a las urnas para anular mi voto. Casi todos hacían sentido: ¿por qué dejar el resultado de una elección tan importante en manos del voto duro?, me dijeron algunos. Otros afirmaban que en unas elecciones intermedias tradicionalmente marcadas por el abstencionismo la abstención sería una forma de protesta que pasaría desapercibida. Así que alentado por el movimiento nacional de repudio a los partidos he decidido asistir a mi casilla el 5 de julio para anular mi voto. (Estoy en desacuerdo con José Woldenberg, quien afirma que la anulación es injusta porque no todos los partidos son iguales. Yo creo que sí lo son; ¡son iguales de malos, iguales de ineficientes e iguales de corruptos!) Estoy firmemente convencido de que los partidos mexicanos, desprovistos de ideología, valores y programas, son parte de ese siniestro sistema descrito por Roberto Madrazo, que vive mientras el país muere. Dulce María Sauri, también ex presidenta del PRI y ex gobernadora de Yucatán, promueve activamente en Youtube el voto nulo, convencida de que los partidos están manipulados por camarillas y poderes fácticos.
El periodista Leo Cendrowicz se quedó analizando mucho tiempo las palabras de Judith Merkies. Finalmente concluyó que si bien es cierto que el abstencionismo electoral y la falta de interés en la política son efectivamente parte de la democracia, son también síntomas evidentes de democracias que no funcionan. ¡Ése es precisamente el caso de México!
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