De la marcha y sus bemoles
Creo que no habría mucho que decir sobre la marcha. Fue impactante. El movimiento social, en toda su diversidad, se manifestó en contra del mal llamado tratado de libre comercio. Aunque la prensa escrita, el día siguiente, hablara de 23 mil participantes, sabemos que más de 100.000 personas, de todos los sectores sociales y políticos, y de diversos puntos del país, expresaron su repudio al tratado que corona las políticas neoliberales. Además, habría que sumar a la gente que expresó su protesta en sus comunidades. Sin embargo, es necesario hacer una reflexión profunda sobre la actitud del gobierno y de sus voceros, los grandes medios de comunicación, frente a estas manifestaciones. Creo que hemos llegado a un callejón sin salida. So pretexto de una manifestación pacífica, se han acatado dócilmente, las disposiciones del gobierno y la manifestación no ha tenido un impacto en la vida cotidiana de la capital. Todo ha transcurrido en forma normal y ordenada. Hasta el tránsito vehicular no sufrió mayores trastornos. Así, el gobierno de los hermanos Arias ha mostrado su capacidad de maniobra: Que la gente se manifieste democrática y pacíficamente, pero, la decisión sobre el tal tratado, la tomará la asamblea legislativa, donde el gobierno asegura tener los votos necesarios para aprobarlo. De nuevo tengo esa sensación de engaño, que muchos sentimos el 8 de mayo del año pasado, cuando marchamos contra la asunción de este gobierno ilegítimo. La “dirigencia”, es decir, los “líderes” políticos y sindicales, que las clases gobernantes han aceptado como voceros del movimiento social, conducen a este movimiento a un callejón sin salida. El 8 de mayo nos llevaron hasta el frente de las instalaciones del ICE, lejos del Estadio Nacional, para que el grito del pueblo no perturbara la fiesta de los hermanos Arias. Hoy vuelvo a sentir lo mismo. Creo que, con la gran manifestación de ayer se llega a un punto muerto. ¿Después de esta marcha, qué sigue? Creo que este tipo de manifestación se ha desnaturalizado, se ha convertido en una procesión ritual, una romería, que solamente sirve para que las clases gobernantes se cubran con el manto de la democracia. Dicen: vean como los dejamos protestar de manera pacífica y ordenada, pero, el tratado lo aprueba la asamblea con la bendición de la sala constitucional. Creo que al anochecer del día de la marcha, en el Club Unión, deben haber celebrado a lo grande, como también deben haber celebrado nuestros dirigentes serios y responsables. Atención: más de una hora le dedicaron a la manifestación los dos grandes telenoticieros del país. ¡Qué ejemplo de democracia! Sin embargo, el “presidente” en ejercicio, Rodrigo Arias dice en la noche que tal demostración no le dice nada, se muestra impasible y dice que el TLC será votado, porque el gobierno no ha cambiado su opinión. Aquí no ha ocurrido nada importante como para que el gobierno cambie de criterio. La alianza gobernante (hermanos Arias y La Nación) ven allanado el camino para continuar con la imposición del mal llamado tratado de libre comercio. Esto se comprueba, días después, con la autorización de la sala constitucional para darle trámite rápido al “tlc”, continuando con sus fallos complacientes para el gobierno que esa misma sala permitió. Me preocupa, entonces, que con esta conducción del movimiento social, se produzca más frustración y desesperanza entre la mayoría de la población. Máxime que esta “dirigencia” no está trabajando con la gente para organizar la resistencia a largo plazo contra el neoliberalismo, la globalización y los gobiernos antidemocráticos. Como decía, un compañero de la asamblea popular de los pueblos oaxaqueños, el problema no es el tratado, el problema no es el gobierno, el problema es el sistema. Y el sistema imperante se muestra sólido, integrando en sus estructuras a los dirigentes serios y responsables de la oposición entre comillas. Han dejado marginados a aquellos sectores sociales y políticos que han convocado a profundizar la lucha contra el tratado y contra el gobierno ilegítimo de los hermanos Arias, a los sectores que han intentado promover la regionalización de esta lucha, que han propuesto la autogestión y la acción directa desde las bases. De nuevo, el ritual de la paz social, mito sobre el que se erige la dominación ideológica de las clases gobernantes. Aquí no ocurre nada. Mi pregunta ha sido, desde hace varios meses: ¿por qué no se realiza una manifestación pacífica y ordenada a las cinco de la mañana? De esta manera sí se haría sentir el peso de este movimiento social, ¿para qué marchas a mediodía, cuando ya todo el mundo del trabajo ha ingresado a la ciudad? Me gustaría ver una manifestación pacífica y democrática a las cinco de la mañana, ingresando a la capital una por el oeste y otra por el este. ¿Sería tan aplaudida – incluso por la cámara de comercio – como la marcha del 26? Creo que el movimiento social tiene la capacidad de utilizar las herramientas heredadas históricamente por la desobediencia civil. Nadie está pidiendo violencia, pero, si se realizan acciones que impacten en la vida económica del país, la reacción del gobierno de seguro no va a ser pacífica. Ahí se le caería el disfraz de pacifista al señor Arias, pues ese premio nobel solo lo utiliza para hundir al país en el oscurantismo de la noche neoliberal. Queda en manos de las bases sociales de este movimiento abrir una brecha en este callejón sin salida. Creo que el futuro de las nuevas generaciones vale la pena, que los niños y las niñas deben aprender lo que significa la dignidad y la solidaridad, pero este aprendizaje solo se realiza en la acción. Hago un llamado al movimiento social para que se impulse la forma organizativa y de lucha que hemos denominado asamblea popular, para que sean las bases quienes decidan las acciones venideras y organizar la resistencia al neoliberalismo y al gobierno antidemocrático. Hagamos real aquella vieja consigna de que solo el pueblo salva al pueblo. Hoy, más que nunca, no podemos confiar en las promesas de los políticos, ni de los líderes sindicales corruptos, solo podemos confiar en nosotros mismos, en la voz y la acción de las bases sociales. Si desde arriba solo nos llegan mentiras, construyamos la verdad desde abajo. La política es el arte de engañar a los pueblos, confianza solo en nosotros mismos.
Creo que si no se produce un viraje en la conducción del movimiento social, hacia sectores más combativos y honestos, hacia sectores que no tengan compromisos políticos o intereses sectoriales que defender (sindicalistas), hacia sectores que únicamente sean voceros de las bases; este movimiento, contra el mal llamado tratado de libre comercio, solo va a ser un engranaje más en la reconstrucción del bloque dominante, en crisis desde que desapareció – a fines del siglo pasado – el denominado bipartidismo. Es decir, esta coyuntura solo sería aprovechada entonces por las clases gobernantes para darle sostenibilidad a una nueva estrategia de gobernabilidad (para usar las palabrejas que les gustan a los técnicos al servicio de dichas clases). Esto es, si el movimiento continúa en manos de los actuales “dirigentes”, solo se plantearían dos opciones: un nuevo bipartidismo (liberación y acción ciudadana renovados, reforzados por los “nuevos líderes” surgidos de la protesta) o un gobierno fuerte, centralizado, de corte bonapartista, (Rolando Araya, Mariano Figueres, y otros pequeños aspirantes a “emperadores”) Quedando de nuevo, por fuera, excluida, cualquier aspiración a cambiar el actual modelo de desarrollo, el neoliberalismo y la globalización; quedando de nuevo postergada la aspiración de la mayoría de la población a una vida digna y decente.
Creo que es solo desde esta perspectiva, que es explicable el comportamiento de los grandes medios de comunicación, en su estado nacional de emergencia, en representación de las clases gobernantes, exigiendo un nuevo bloque dominante, en donde puedan reproducir dichas clases, sus capitales en paz. Olvídense quienes vuelven a sacar la fantasía aquella de la burguesía patriótica, de la burguesía nacionalista. Aquí los sectores dominantes también están presentes en el movimiento contra el “tlc”, con el fin de confiscar dicho movimiento como un ladrillo más en la construcción del muro, del nuevo bloque de dominación. Hay gente sencilla, por usar un eufemismo, o gente decididamente arribista, que se siente toda orgullosa, toda ufana, de sentarse en la misma mesa con los miembros de las clases gobernantes que, hoy, se “oponen” a este “tlc” y al gobierno ilegítimo de los hermanos Arias, y que intentan hacerle creer a la mayoría de la población que a través de esa alianza va a lograrse un cambio social importante. No más engaños, por favor, las ilusiones del frente popular murieron en el siglo pasado. Solo con la participación de las bases populares, su autoorganización y su acción directa, será posible una democracia realmente participativa y una sociedad solidaria, libre y justa, aquella que desplace de una vez y por todas, la “democracia realmente existente”. No queremos más representantes, que se escuche la voz del pueblo. La soberanía popular reside en el pueblo y no en un parlamento. La democracia se construye en las calles y en nuestra vida cotidiana, no en cónclaves de ungidos, ni en complots palaciegos.
San Ramón, 1 de marzo de 2007.
Jorge Castillo Arias
Asamblea del Pueblo
Colectivo La Libertad
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