Costa
Rica: la farsa de la democracia
En este país se produjo, hasta hace
poco tiempo, un creciente movimiento social, impulsado por
el rechazo del falso acuerdo comercial denominado Tratado
de Libre Comercio, de Estados Unidos, Centroamérica
y República Dominicana. Sin embargo, la dictadura “legal”
de los hermanos Arias, con la complicidad de un sector incrustado
en dicho movimiento, lograron contenerlo y llevarlo al terreno
en donde los mecanismos de poder controlan la vida social:
la legalidad. Ahora, el destino del “TLC” está
sellado, a través de un referéndum y el único
espacio, en donde podía ser derrotado, las calles,
fue abandonado. Ahora, podrán realizarse muchas “manifestaciones
callejeras”, pero, estas serán simples plazas
públicas, donde se reúne la gente a escuchar
las peroratas, a veces incendiarias, de los autonombrados
“líderes” serios y responsables, del movimiento
contra el “TLC”. Aquel espacio, en donde la protesta
plural, individual, combativa, autónoma, se expresaba,
ha desaparecido. Por ello, los anarquistas hemos venido planteando
la necesidad de la resistencia permanente, porque ya la suerte
está echada. A la mayoría de la población
solo le queda la alternativa de resistir la dictadura y el
neoliberalismo, en su vida cotidiana, a través de esfuerzos
colectivos e individuales de sobrevivencia. Los políticos
de derecha y de izquierda (¿cómo distinguirlos
ahora?) son los únicos vencedores y el sistema continúa
funcionando “normalmente”, sin el sobresalto de
un movimiento social autónomo. En una especie de ceguera
generalizada, o quizá de cinismo, se continúa
perpetuando el mito del “país democrático”,
del “país sin ejército”, de las
“soluciones a la tica”; mientras las redes del
poder siguen reprimiendo y aplastando todo intento de rebeldía.
La centralización y concentración del poder
están a la vista, el poder ejecutivo, el poder legislativo,
el poder judicial, el tribunal de elecciones y los grandes
medios de comunicación, imponen un pensamiento unidimensional.
Todos los espacios de información alternativos van
desapareciendo, sin misericordia alguna, aplastados por la
tentación totalitaria, sin embargo, públicamente
se dice que desaparecen porque no tienen viabilidad económica
(Último caso el de “Sideral Informa”, en
San Ramón de Alajuela). El problema más serio
es que la mayoría, de quienes rechazan el “TLC”,
parecen no percibir la manipulación de la cual son
víctimas y siguen entonando canciones “patrióticas”,
completamente embriagados por los vinos del poder: la “particularidad”
del costarricense, las “soluciones costarricenses”.
Sin embargo, no todo es derrota, la movilización
contra ese mal denominado tratado comercial, ha permitido
a muchos jóvenes, hombres y mujeres, tomar conciencia
de que solo un movimiento autónomo, desplegado desde
la base, bajo los principios de la autogestión y la
acción directa, podrá resistir este proceso
de globalización; que los sindicatos existentes y los
partidos políticos no son alternativa alguna para la
construcción de un mundo nuevo, solidario, ecológico,
libre y justo. El pensamiento y la acción anarquista,
se han difundido en diversas instancias organizativas e individualmente.
La gente quiere participación, ya no se conforma con
las migajas del banquete del poder. El ejercicio de la democracia
directa se va extendiendo cada día más, aunque
a veces, se le llame democracia participativa. Las concepciones
asamblearias o consejistas se van imponiendo en diversos niveles.
Esto está ligado, intrínsicamente, a la concepción
de la resistencia permanente, inspirada en las concepciones
de los campesinos y las campesinas de este país, que
se resisten a desaparecer, se resisten a convertirse en saloneros
y mucamas de hotel. Porque Costa Rica tiene su destino, en
el nuevo “orden mundial” de destino turístico
y de base de abastecimiento del ejército U.S.A., y
eso es lo que dispone el falso acuerdo comercial en discusión.
La instalación de la dictadura en
Costa Rica se realizó sin quebrar, literalmente, ni
un vidrio. Aquí ha pesado la tradición legalista
de este país, hizo que el golpe de Estado y la entronización
de la dictadura, se realizara con la bendición de la
Sala Constitucional, la cual también, ya bendijo el
tratado de libre comercio. Por lo que el referéndum
va a toda marcha. De allí la importancia, en este momento,
de la solidaridad internacional, que se divulgue lo que está
ocurriendo en este país. En días pasados, un
estudiante universitario fue agredido y apresado ilegalmente
por la policía, tras finalizar un piquete frente a
una maquila, donde el neo dictador Arias realizaba una plaza
privada a favor del tratado de libre comercio. Los medios
alternativos de comunicación se han cerrado y uno de
los últimos espacios (Sideral Informa) acaba de cerrar.
No existe la fementida libertad de expresión. Junto
a esto, el proceso de criminalización y judicialización
de la protesta social. Congruente con las políticas
que se imponen hoy, en otros países latinoamericanos,
la protesta social es convertida en terrorismo. En estos momentos,
Costa Rica vive una situación solo comparable con los
países totalitarios de ayer. La dictadura de los hermanos
Arias ha establecido una doble política: por un lado,
la intimidación, la represión, y por otro lado,
la demagogia de las concesiones a diversos sectores sociales
y políticos, condicionadas a su apoyo al “TLC”.
La población de este país está bajo el
reino del terror, la gente está atemorizada, no comprende
que el cascarón de la democracia liberal es solo eso,
un cascarón sin contenido, que las condiciones de cierta
“libertad” y de respeto a los derechos humanos,
ya no existen más. El gobierno y el capital transnacional
están decididos a hacerse con el botín de las
instituciones estatales de telecomunicaciones, electricidad,
seguros, salud, educación y demás. La minoría
dominante vive en una burbuja, aislada ahora, definitivamente
del resto de la población, esta minoría tiene
su propio mundo, con todos los privilegios. Mientras la mayoría
debe hacer esfuerzos inauditos por sobrevivir: tener dos trabajos,
hacer trabajos extras, niños trabajando, niñas
prostituyéndose, ancianos y ancianas laborando, vender
drogas, emigrar a Estados Unidos (la zona de Los Santos y
de Pérez Zeledón, son llamadas las zonas de
las mujeres solas). De tal manera que la denominada delincuencia
y drogadicción están en continuo crecimiento.
La violencia social, a todo nivel, está en aumento,
cuantitativa y cualitativamente. Ya Costa Rica dejó
de ser la mítica “Suiza centroamericana”,
no es más que un país subdesarrollado, objeto
de la expoliación por la minoría dominante y
las empresas transnacionales. Extensas zonas de su territorio
ya están en manos del capital extranjero, las playas,
hasta hace poco de dominio público, se privatizan.
El Código de Trabajo, con los “derechos”
de los trabajadores (jornada máxima de trabajo, salario
mínimo, y demás) solo es un libro en la estantería
de los abogados, definitivamente olvidado en las zonas productoras
de banano, piña, naranja, algodón, caña
de azúcar, café; definitivamente ya no se aplica
en las maquilas ni en el servicio doméstico. Mientras
los diputados siguen haciendo discursos sobre la democracia
costarricense. Las miserias de la democracia realmente existente,
ya no satisfacen a nadie. La furia de las personas es sublimada
por el fútbol y se desata como violencia doméstica
y vehicular. El sistema funciona a la perfección, la
educación nos enseña que no debemos rebelarnos,
que no es bien visto defender nuestros derechos avasallados
en todos los lugares. Como dijo Figueres Ferrer, este es un
pueblo de domesticados. Sin embargo, como señalé
antes, no todo está perdido, hombres y mujeres jóvenes,
expresan continuamente su rechazo a los políticos,
han decidido hablar y participar por ellos y ellas mismas,
sin intermediarios. Significativo que muchos y muchas intelectuales
de este país, desde diversas perspectivas políticas
e ideológicas, lleguen a las mismas conclusiones: que
los modelos partidarios y sindicales existentes no pueden
servir de instrumentos para el cambio social, que la democracia
debe ser participativa (democracia directa). Las municipalidades
deben ser transformadas y ser convertidas en la expresión
de la comunidad organizada, que decide por sí misma
la solución a sus problemas comunes. A nivel municipal,
local, es posible, la participación directa de la gente,
sin delegar en ningún “representante” las
aspiraciones. Este ha sido el aporte positivo del movimiento
en contra del “TLC” con los Estados Unidos de
América, el replanteamiento de la necesidad del cambio
social, en un gran sector de la juventud costarricense. De
nuevo se abren espacios para la libre discusión sobre
la posibilidad de realizar la utopía.
Setiembre, 2007.
Jorge Castillo Arias
jorcastari@yahoo.com
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