Ilustración:
Paco Arnau 2002
El manifiesto 'judeo-nazi'
de Ariel Sharon
Los orígenes del actual
genocidio de los palestinos
Solidaires du peuple palestinien,
abril de 2002
Traducción: Beatriz Morales, CSCAweb (www.nodo50.org/csca),
17-05-02
Fuente: www.solidarite-palestine.org
En diciembre de 1982 el periodista
israelí Amos Oz entrevistó para el periódico Davar
a Ariel Sharon, poco después de su dimisión como
ministro de Defensa a raíz de las conclusiones incriminatorias
de la comisión israelí de investigación sobre las matanzas
de Sabra y Chatila. En esta entrevista, Sharon explicita
una lógica de genocidio contra el pueblo palestino que
se aproxima en términos y prácticas a la ejecutada por
el nazismo, régimen por el que el actual primer ministro
muestra abierta admiración. Sus palabras expresan esa
determinación de aniquilación efectiva del pueblo palestino
que en Sharon puede resultar extrema pero que históricamente
es la propia del conjunto del movimiento sionista, incluido
el Partido Laborista [CSCAweb]
* * *
Este auténtico manifiesto
'judeo-nazi' es el texto de una entrevista realizada
por Amos Oz, conocido periodista y escritor israelí
de izquierdas y antiguamente pacifista, publicada en
el periódico israelí Davar el 17 de diciembre
de 1982. El texto apareció en 1983 en una selección
en hebreo del mismo autor, traducida ese mismo año al
francés por Clamann Lévy en París con el título: "Las
voces de Israel". Oz tituló esta entrevista "Tierno
y delicado" (páginas 79 a 91). Esta versión francesa
es la que se reproduce a continuación.
El periodista Amos
Oz no quiso revelar el nombre de su interlocutor y explicó
en ese mismo libro que "como 'T.' se sigue negando a
'descubrirse', me veo obligado a respetar la promesa
que le hice de conservar su anonimato". Ahora bien,
la personalidad de este personaje que se esconde detrás
de la letra 'T.' no deja duda alguna: ni por la descripción
física que se da del personaje, ni por la del entorno
en el que se desarrolla la entrevista (un 'moshav' [1]
cerca de Tel Aviv), ni por el discurso que se mantiene
en el curso de esta entrevista, poco después del nombramiento
de la comisión
[Kahan] de investigación
sobre las masacres de Sabra y Chatila. Es evidente que,
después de que se le sometiera a examen y antes de que
terminara la investigación, Sharon sintió que su porvenir
político se veía definitivamente comprometido. Eso es
lo que explica que se haya 'abandonado' sin moderación
alguna, desenmascarándose de golpe y mostrando sus cartas
con toda serenidad. Se trata de una justificación ideológica
de los crímenes cometidos en el Líbano y que en esa
época le reprochaban la mayoría de los israelíes. En
cierto modo lo que quería decir era: todos me reprocháis
que sea un nazi, pues bien, yo lo reivindico en voz
alta y clara, porque eso es lo único verdadero y justo
que hay en este mundo y este método ha demostrado su
eficacia desde Hitler...
Se trata, por lo
tanto, de una auténtica profesión de fe nazi. Sharon
lo dice y lo reivindica muy claramente: ¡él es un 'judeo-nazi'!
Y lo que es peor, señala explícita y especialmente su
voluntad de aplicar a los palestinos lo que Hitler hizo
a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial, y lamenta
que este programa no se aplicara en 1948, en el momento
de la creación del Estado de Israel (cuando se desencadenó
una guerra para apropiarse de las tierras palestinas,
guerra en la que Sharon participó personalmente).
Sin embargo, lo
único escandaloso de esta profesión de fe es que dice
abierta y explícitamente lo que la ideología sionista
siempre ha afirmado con menos precauciones verbales
desde su nacimiento a finales del siglo XIX. De hecho,
este manifiesto resume la ideología sionista no sólo
respecto a los palestinos árabes, sino sobre todo respecto
a los judíos del mundo: Sharon explica en él la necesidad
de una doble deportación: la de los judíos a tierras
de Palestina y la de los palestinos fuera de Palestina.
El sionismo adopta claramente el credo del movimiento
antisemita: el judío es un extranjero en su propio país
y debe tomar un "billete sin retorno". Esta expresión
-que fue utilizada por Sharon hace unos días [2] respecto
a Arafat y los palestinos de Ramala- no es una invención
de Sharon sino de los nazis que el 1 de abril de 1933,
durante el día de boicot a los comercios judíos de Berlín,
lo escribieron en carteles colocados en los puestos
judíos en estos términos: "Un viaje sin retorno a Palestina".
Recordemos aquí otra imitación a los nazis cuando Sharon
tatuó a los palestinos detenidos en los campos de detención
israelíes [3].
Para deshacerse
de los judíos, el sionismo y el antisemitismo actuaron
juntos para dar crédito a esta idea racial del judío
'extranjero en su propio país', a semejanza de Théodore
Herzl, fundador del movimiento sionista, que consideró
a los judíos "turistas" en su país. Lo que es menos
conocido es que Herlz fue el primero en emplear la expresión
'Solución final' [4] para la cuestión judía, incluso
antes de que los nazis se apoderaran de ella.
El Nacional-Socialismo
(nazismo) alemán de Hitler actuó contra los judíos en
nombre mismo de la ideología sionista y tejió unos estrechos
lazos con este movimiento hasta el punto de adoptar
el mismo programa que reivindicaban los sionistas: la
deportación de los judíos europeos a Palestina. Sin
embargo, la guerra se interpuso en la ejecución de ese
plan, con los resultados que conocemos.
Lo que hoy llamamos
fascismo o nazismo también es una ideología racial fundada
en el principio de la fuerza bruta como fuente legítima
de la historia humana. Es la ley de la selva y los hechos
consumados. Esta misma ideología es la que fue reivindicada
por los sionistas alemanes y de la Europa central los
cuales formaban parte ellos mismos de la esfera de influencia
fascista europea. La expresión 'Muro de Bronce' resume
esta idea del empleo de la fuerza bruta como método
privilegiado de acción política. Toda la política sionista
en Palestina antes y después de la creación del Estado
de Israel obedeció a la ley de la fuerza y del crimen
como herramientas necesarias para alcanzar unos objetivos
políticos.
Este sionismo-fascismo
judío fue rechazado por el judaísmo y durante mucho
tiempo ha sido minoritario. Sin embargo, la Segunda
Guerra Mundial invirtió esa relación y el judaísmo dio
un vuelco hacia el campo del sionismo. Esta identificación
del judaísmo con el sionismo fue una verdadera victoria
ideológica póstuma del nazismo que actuó para hacer
del judaísmo una entidad racial y no religiosa como
lo es el cristianismo o el islam.
Como veremos a continuación,
la abierta reivindicación que hace Ariel Sharon de la
ideología nazi en esta entrevista no debería sorprendernos
demasiado, por muy escandalosa que sea. Es la simple
confesión de la lógica propia del movimiento sionista
desde su génesis. Por esa razón, la mayoría de los israelíes
y de los sionistas en general encuentran normales los
crímenes contra las poblaciones civiles palestinas y
árabes, y la política de expansión de Israel. En 2001
los israelíes eligieron en la persona de Ariel Sharon
a un criminal contra la Humanidad multireincidente y
admirador de Hitler, y ello con una amplia mayoría y
con el apoyo de todos los partidos, incluidos los socialistas
israelíes que forman parte de su gobierno. No ha habido
ninguna protesta extranjera que denuncie este escándalo
que no tiene nombre y esta amenaza para la paz mundial.
Sharon empezó su
carrera militar a la edad de 14 años en la organización
terrorista la Gadna, luego Haganah, que en 1947-1948
desempeñó un papel importante en las masacres de poblaciones
palestinas para empujarlas a abandonar su país. En 1953
Sharon formó un comando especial llamado 'Unidad 101',
sobre el modelo de los 'Einsatzgruppen' alemanes destinados
a la limpieza étnica de los judíos tras las líneas de
frente durante la Segunda Guerra Mundial. En octubre
de 1953 la Unidad 101 atacó el pueblo de Kibya en a
orilla derecha del Jordán, mató a 69 habitantes, mujeres
y niños en su mayoría, y destruyó 45 casas. En junio
de 1967 Sharon, promovido a comandante del frente egipcio,
se lanzó a las operaciones de represalias contra los
palestinos en la Banda de Gaza: fueron demolidas miles
de casas, centenares de jóvenes fueron deportados al
Líbano y a Jordania, y 600 mujeres y niños fueron desplazados
al Sinaí.
Los trágicos acontecimientos
que se están desarrollando hoy en día ante nuestros
ojos en Ramala y en otros lugares de Palestina son la
consecuencia lógica del principio del sionismo y, a
la vez, del principio del apartheid, pero también del
compromiso de occidente con este poco recomendable movimiento.
Los países occidentales asumen una responsabilidad incuestionable
en los crímenes cometidos en Palestina, sobre todo después
de que Ariel Sharon fuera elegido primer ministro y
recibido en occidente con gran pompa.
"Por mí, puede usted calificarme de lo que quiera,
de monstruo o de asesino, si le gusta. Tenga muy en
cuenta que yo no odio a los árabes. Al contrario. Personalmente,
me siento mucho mejor entre ellos, sobre todo con los
beduinos, que entre los yids [5]. Los
árabes, al menos aquellos a los que no hemos corrompido,
son personas orgullosas, razonables, crueles o generosas
según haya necesidad. Los yids son completamente
retorcidos. Para enderezarlos habría que retorcerlos
con fuerza en el otro sentido. En dos palabras, esta
es toda mi filosofía.
"Por mí, puede otorgar al Estado de Israel todos los
nombres de infamia que quiera, llamarlo Estado judeo-nazi
si le apetece, como Liebovitz [6], ¿por qué no?
Más vale un judeo-nazi vivo que un mártir muerto. A
mí me da igual ser un Gadafi. A los goy [7]
no les pido ni su admiración ni su cariño. Tampoco
les pido nada a judíos de su especie. Tengo ganas de
vivir, tengo ganas de que mis hijos vivan, con o sin
la bendición del Papa y de los otros grandes espíritus
del New York Times. Al primero que levante la
mano contra mí o contra mis hijos, lo destruiré, a él
y a sus hijos, sin preocuparme de la sacrosanta pureza
de las armas, y ya sea católico, musulmán, judío o pagano.
A lo largo de toda la Historia, las almas nobles que
se han negado a matar han sido masacradas por su vecinos:
es una Ley de Bronce [8].
"Aunque usted me demuestre matemáticamente que la guerra
que hacemos ahora en el Líbano y que estamos lejos de
haber terminado no es en absoluto una guerra limpia
ni moral, ni digna de nosotros, me tiene sin cuidado.
Aún diría más: aunque usted me demuestre que en el Líbano
no hemos alcanzado ni alcanzaremos ninguno de los objetivos
que nos habíamos fijado, ni la llegada al poder de un
gobierno libanés bien dispuesto hacia nosotros, ni la
retirada de los sirios, ni la destrucción de la OPL,
ni Haddad, ni los cuarenta kilómetros [9]: me
tiene sin cuidado. Aun con todo, valía la pena. Y si
tuviera que suceder que dentro de un año que Galilea
vuelve a recibir obuses katiucha, lo que me da
un poco igual, haremos otra guerra, destruiremos y mataremos
dos veces más hasta que tengan bastante. ¿Y sabe por
qué valía la pena? Porque hay muchas posibilidades,
me parece, de que esta guerra nos haya hecho dignos
de odio para todos los países que se dicen civilizados
[10]. De una vez por todas. Así quizá acaben
definitivamente todos los charloteos sobre la especificidad
de la moral judía, sobre las lecciones que hay que aprender
del genocidio y de las persecuciones, sobre los judíos
que se supone que salieron de las cámaras de gas con
el alma blanca y pura. ¡Basta de sandeces! Lo que hicimos
en Tiro y Saida [Sidón], la destrucción de Ein-Haloue
[11] (lástima que ese nido de víboras no haya
sido totalmente aniquilado), los fuertes bombardeos
sobre Beirut, las minúsculas masacres en esos campos
de quinientos árabes, usted habla de masacre; es una
pena que fueran las Falanges las que se ocuparon y no
nosotros, con nuestras manos tiernas y delicadas. Pues
bien, todas estas nobles y buenas acciones han terminado
definitivamente con la viejas cantinelas a propósito
del pueblo de elite, luz de las naciones. ¡Cuánta mierda
envuelta en seda! ¡Gracias a Dios, nos hemos desecho
de la elite y de la luz!.
"Sepa que yo personalmente no tengo ninguna razón de
ser mejor que Jomeini, que Brejnev, Assad, Gadafi o
Margaret Thacher, e incluso que Henry Truman [12]
que mató a medio millón de japoneses en dos bonitos
bombardeíllos. Quiero ser más astuto que ellos. Más
hábil, más prudente, más eficaz, pero en ningún caso
tengo la ambición de ser mejor o más hermoso. Dígame
usted mismo: ¿son desgraciados los malos en ese mundo?¿qué
les falta? A cualquiera que trata de atentar contra
ellos de cualquier manera, le cortan brazos y manos.
Incluso a veces a quienes no les han hecho nada. Cogen
y devoran todo lo que tienen ganas de comer, cuando
tienen suficiente fuerza para cogerlo y devorarlo. Y
luego no sufren ni indigestión ni castigo divino. Lo
que yo quiero [13] es ver que Israel forma parte
de ese club. Es cuestión de tiempo. Quizá el mundo empiece
por fin a temerme antes que a compadecerme. Quizá se
teman mis ataques de locura en vez de extasiarse ante
mi noble alma. ¡Que se pongan a temblar! ¡Que nos traten
de país de locos! ¡Que se digan que somos unos salvajes,
que suponemos un peligro de muerte para todos los vecinos,
que somos unos anormales, capaces de entrar en cólera
por el asesinato de un solo niño, uno solo, y a causa
de ello de hacer volar por los aires los pozos de petróleo
de todo Oriente Medio. Y, dicho sea de paso, si se tratara
de un niño vuestro tendríais el mismo lenguaje que yo.
Que tengan en cuenta en Moscú, en Washington, en Damasco
y en China que si tiran sobre nosotros, sobre un embajador,
un cónsul, o incluso un tercer secretario encargado
de cuestiones filatélicas, somos capaces, sin prevenir,
antes de desayunar, de desencadenar una tercera guerra
mundial. Con esta imagen de nosotros mismos, nos atraeremos
-no se sorprenda- simpatías. Vistas las ideas que prevalecen
hoy en la juventud y entre los intelectuales de occidente,
todos esos pijos y afeminados, se considerará que si
nos conducimos así, es que somos víctimas de una injusticia
y que nos vemos reducidos a la desesperación y al furor.
Y en ese caso, se apresurarán a manifestarnos su apoyo
y a identificarse con nuestra lucha. Así es como funciona
la retorcida sicología de las nobles almas retorcidas.
¡Lea a Frantz Fanon!. De todas formas, con o sin manifestaciones
de apoyo a un Israel desesperado y, por lo tanto, peligroso,
lo esencial es que se sepa que conviene acercarse a
nosotros de puntillas. Para no encolerizar a la bestia
herida. Que den vueltas a nuestro alrededor de puntillas.¡No
será demasiado pronto!" [14]
Instalados T y yo
en la terraza de su agradable casa de campo, en uno
de los moshav [15] más acomodados, contemplamos
el espectáculo de una brillante puesta de sol sobre
la cresta de las nubes, que alumbra en el horizonte
inciertos incendios a las cambiantes luces de fuego,
de oro, de malva y de gris tornasolado. Los naranjos
[16] nos rodean de sus olores densos y sensuales. Estamos
sentados ante un café, servido en unos finos vasos altos.
T., quincuagenario [17], cuyo nombre se ha visto una
vez más mezclado con episodios gloriosos, es un hombre
fuerte y pesado, vestido con un pantalón corto, y cuya
piel tiene el halo metálico de los rubios que viven
al sol. Ha extendido su piernas peludas ante sí y ha
apoyado en los brazos del asiento sus manos nudosas,
parecidas a dos bestias de carga, enormes y cansadas.
En su cuello se adivina una cicatriz. Al tiempo que
pasea la mirada por el naranjal y las huertas que se
extienden por el flanco de una colina, me dicta con
una voz calma, enronquecida por el tabaco, lo esencial
de su filosofía:
"Todavía hay otra cosa, más importante que todas las
demás, el fruto más dulce de esta guerra en el Líbano:
que ahora ya no se odia sólo a Israel, también se detesta
a todos esos pequeños judíos delicados de París, de
Londres, Nueva York, Frankfurt, Montreal y de otros
países del mismo tipo. Por fin se les odia, a los amables
pequeños yids que se pasan el día diciendo que
ellos son diferentes, que no tienen nada en común con
esos golfos de israelíes, que ellos son judíos de otra
especie, limpios y honestos [18]. Igual que en
otra época el judío asimilado de Viena o de Berlín suplicaba
al antisemitismo que no lo confundiera con el Ost-Jude
chillón y maloliente que se insinuaba en la sociedad
civilizada para salir de su sucio ghetto de Ucrania
o de Polonia. No les sirvió de nada. Ni tampoco les
servirá de nada a nuestros limpitos yids gritar
hasta mañana que condenan a Israel, que nunca han querido
ni querrán jamás hacer daño ni siquiera a una mosca,
que prefieren dejarse degollar antes que luchar, que
tienen por misión enseñar a los goys la manera
de ser buenos cristianos y de poner siempre la otra
mejilla. No les servirá absolutamente para nada. Ahora
las están pasando canutas por nuestra culpa y, créame,
es un placer verlo. Sienta muy bien. Están acabados,
esos pequeños judíos que han convencido a los goys
de ceder ante los cabrones de Vietnam, de ceder ante
Jomeini, de ceder ante Brejnev, de tener piedad con
el jeque Yamani por su infancia de colonizado, de hacer
el amor y no la guerra. O mejor, no hacer ni lo uno
ni lo otro sino escribir una tesis doctoral sobre el
amor y la guerra. Se ha acabado todo eso. Ni siquiera
pueden soportar al yid perfectamente maquillado,
porque no se ha contentado con crucificar a Jesús, ha
tenido que crucificar también a Arafat en Sabra y Chatila.
¡Helos ahí, metidos en el mismo saco que nosotros, y
es fantástico! Se profanan sus cementerios, se queman
sus sinagogas, se les insulta con todos los insultos
clásicos, se le echa de los clubes honrados, se les
dispara en sus restaurantes folklóricos, se asesina
un poco a sus hijos, se les obliga a quitar la mezuza
de sus puertas, a mudarse, a cambiar de profesión
y pronto se pondrá esta inscripción en sus lujosas mansiones:
"Judíos a Palestina". Y, ¿sabe qué? Vendrán a Palestina,
no tendrán elección.
"Eso es lo que nos ha tocado de prima por la guerra
del Líbano -Dígame: ¿no valía la pena? Los buenos tiempos
ya no están muy lejos ahora, amigo.
"Los judíos van a empezar a venir. Los nuevos inmigrantes
ya no se irán y los emigrantes volverán. Entonces los
judíos asimilados comprenderán que no les sirve de nada
ofrecerse voluntarios para ser "la conciencia de la
humanidad" y todo eso. La conciencia de la humanidad
comprenderá por medio de su culo lo que no ha podido
entrar por su cabeza atascada: que los goys,
hoy como siempre, están enfermos de los yids
y de su noble conciencia. Al pueblo judío no le quedará
más que una vía: volver a casa, todos, y rápido, construirse
un fuerte blindaje, una muralla sólida con un nido de
metralletas en cada esquina y luchar como diablos contra
todo aquel que ose abrir el pico por los alrededores.
Si un vecino se alza contra nosotros, hay que quitarle
por la fuerza, y definitivamente, la mitad de su territorio
y quemarle la otra mitad. Incluido el petróleo. Incluido
el uso de armas atómicas. Hasta que se le pasen las
ganas de buscarnos las cosquillas. ¿Sabe en qué acabará
todo esto? Agárrese, amigo, se va a llevar una buena
sorpresa; le voy a decir a qué nos llevará todo esto.
A tres grandes y nobles cosas, morales y justas, que
usted como yo desea sin saber cómo obtenerlas: Primero,
a la reagrupación de los exiliados; segundo, a la vuelta
a Sión y tercero, a una paz justa y duradera. Perfecto.
Después de eso el país conocerá más cuarenta años de
paz y se realizará todo lo que deseamos. Ya no estaremos
desarraigados, cada uno vivirá bajo su viña.
"En cuanto hayamos acabado este capítulo, el de la
violencia, entonces será vuestro turno, el turno de
declamar vuestro texto. Produzcan para nosotros una
hermosa cultura, unos valores, el humanismo. Hagan la
amistad entre los pueblos, la luz de las naciones, todo
lo que quieran, la moral de los profetas. Háganos un
Estado judío humanista por el que todo el mundo se felicitará,
y por el que ustedes se felicitarán los primeros. Hagan
que nos aplaudan mucho y el campeonato del mundo de
altura moral. Así es, amigo. Primero vienen Josué y
Jefté para limpiar el lugar, borrar cualquier huella
de Amalek y después, sólo después, quizá venga el tiempo
del profeta Isaías con el lobo y la oveja, el tigre
y la cabra y todo ese zoo encantador. A condición
de que también en los tiempos mesiánicos nosotros seamos
el lobo y los goys del lugar sean la oveja. Para
mayor seguridad.
"Me pregunta usted si no temo que la masa de pequeños
judíos que nos van a enviar los antisemitas no nos envuelva
en su melaza y nos reblandezca completamente. Mire:
la historia tiene sus artimañas, su dialéctica, su ironía.
¿Quién ha ampliado las fronteras del Estado de Israel
casi tanto como el Rey David desde el monte Hermón hasta
Ras-Mohamad [19]? Levi Ben Dvora [Levi Eshkol].
Ha tenido que ser ese discípulo de Gordon, ese afeminado,
ese vegetariano. ¿Quién en cambio se prepara para volvernos
a meter dentro de los muros del ghetto, quién es el
cuervo estúpido de la fábula que canta para el zorro
y deja caer el queso?¿Quién ha devuelto todo el Sinaí
para tener una apariencia conveniente? ¡El jefe del
Betar en Polonia! Este hombre tan orgulloso, Menahem
Ben Hassia [Bejín]. Fíjese que nunca se puede estar
seguro de nada. Lo único que yo sé es que mientras uno
luche por su existencia, todo está permitido. Incluso
lo que no lo está, incluso echar a todos los árabes
de la orilla occidental del Jordán. Absolutamente todo.
"Judeo-nazismo, sí, Liebovitz tiene razón. Y, entonces,
¿por qué no? Escúcheme, amigo mío. Un pueblo que se
ha dejado aniquilar y masacrar, que ha permitido que
se haga jabón con sus hijos y pantallas de lámpara con
la piel de sus mujeres, ese pueblo es un criminal mayor
que sus asesinos. Peor que los nazis. Vivir en este
mundo de lobos sin usar los puños, los dientes y las
uñas es un crimen más horrible que asesinar. La prueba:
los hijos de Heydrich, de Himmler y de Eichmann viven
mejor que quieren e incluso se dan el lujo echarnos
un sermón, mientras que los hijos de Baal-Shem Tov,
de Gaon de Vilna y de todos los judíos humanistas y
pacifistas que filosofaban tan bien en Praga y Berlín,
esos no nunca le echarán un sermón a nadie. Han desaparecido
para siempre.
"Lea la poesía de Uri Zvi Greenberg [20] en
vez del agua de rosas de Gordon y de Martin Buber. Tome,
por ejemplo, su poema: "Dios mío, Padre de las Naciones".
Apréndaselo de memoria: puede que un día eso salve la
vida a sus hijos. Si nuestros deliciosos padres en vez
de escribir obras sobre el amor del género humano, en
vez de ir hacia las cámara de gas cantando "Escucha,
Israel", si hubieran venido aquí, si -y no se caiga
de la silla- hubieran masacrado a seis millones de árabes,
o incluso nada más que un milloncillo, ¿qué habría pasado?
Seguramente se habrían escrito sobre ellos dos o tres
páginas poco agradables en los libros de historia, se
les habría calificado con todo tipo de adjetivos, pero
ahora nos encontraríamos aquí, un pueblo de veinte,
veinticinco millones de habitantes. Respetable, ¿no?
Y nuestros escritores habrían escrito hermosas novelas,
como Gunter Grass o Heinrich Böll, sobre nuestro sentimiento
de culpabilidad, nuestra vergüenza y nuestro arrepentimiento,
y nos habrían aportado varios premios Nobel de literatura
y de moral. Nuestro gobierno incluso hubiera podido
pagar, gracias a los ingresos de nuestros pozos de petróleo,
indemnizaciones a los árabes que no hubiéramos tenido
tiempo de liquidar. Pero, al menos, el pueblo judío
se encontraría en su tierra. ¡Veinte, veinticinco millones!
Y, créame, a pesar de nuestros crímenes, todos esos
cabrones de Moscú y de Washington no habrían dejado
de adularnos de la mañana a la noche y de bombardearnos
de halagos y de proposiciones. A pesar de nuestras manos
cubiertas de sangre.
"Aún hoy, por el pueblo judío estoy dispuesto a ocuparme
voluntariamente de ejecutar el trabajo sucio, de los
asesinatos de árabes según haya necesidad, de echar,
quemar exiliar; todo lo que haga falta para que se nos
odie. Dispuesto a calentar el suelo que pisan los yids
de la diáspora hasta que se vean obligados a precipitarse
a venir gritando hasta aquí. Aunque para ello tenga
que volar por los aires varias sinagogas. Me da igual.
Y me da igual si cinco minutos después de que haya acabado
todo el trabajo sucio, cuando se haya logrado el objetivo
y todo esté en su sitio, ustedes me hacen un proceso
de Nuremberg. Me puede condenar a prisión de por vida.
Me pueden colgar por crímenes de guerra [21]
si les da la gana. Después limpiaréis cuidadosamente
con lejía vuestra noble conciencia y seréis lo bastante
guapos, altos y sanos como para entrar en el club de
los pueblos civilizados. No lo duden. Déjenme que me
ocupe de ese trabajo sucio, insúltenme con todos los
insultos que se les ocurran. Lo que ustedes no pueden
comprender es que el trabajo repugnante del sionismo
no se acabó en 1948 y por vuestra culpa. A causa del
'yidismo' de vuestra alma, de vuestro espíritu heredado
del exilio, del complejo de Herbert Hizé. ¡Es una lástima!.
Hubiéramos podido ser hoy un pueblo como los demás,
con una moral de vegetarianos, con relaciones de buena
vecindad con Iraq y Egipto, incluso con un breve certificado
de antecedentes penales. Como todo el mundo, como los
ingleses, como los franceses, como los alemanes y los
norteamericanos, que han tenido mucho tiempo para olvidar
lo que les hicieron a los indios, y como los australianos,
que masacraron a casi todos los indígenas. ¿Qué hay
de malo en ello? Un pueblo honorable con un certificadillo
de antecedentes penales. Ocurre en las mejores familias.
Y ya se lo he dicho, estoy dispuesto a asumir el certificado
de antecedentes penales con Begin y Raful [22].
Acepto que sean ustedes quienes me sucedan, ustedes
los cantarines mañanas, los puros, los vegetarianos.
Ustedes escribirán libros de arrepentimiento sobre mis
crímenes. El público admirará vuestro sentido moral.
Y se les perdonará. Serán introducidos en los salones
de más alto copete. Pero sólo después de que mi cañón
y mi napalm hayan quitado a los indios las ganas de
arrancar las cabelleras de vuestros hijos y de los míos,
y después de que millones de yids hayan encontrado
aquí una casa lo bastante grande como para acogerlos.
"¿Por qué los llamo siempre yids? Se lo voy
a decir. No con mis palabras, porque yo soy un judeo-nazi,
¿no?, sino con las palabras de nuestro Maestro Moisés,
¿sabe?, el de los Diez Mandamientos, un judío al que
hasta los yods han dado un certificado de conformidad.
Esto es lo que él dice de nosotros: "Y entre estas misma
naciones no encontrarás reposo, ni un punto de apoyo
para la planta de tus pies. Entonces, el Señor te dará
un corazón asustado, introducirá el fracaso en tus ojos
y la angustia en tu alma, y tu existencia flotará incierta
ante ti, y temblarás noche y día, y no creerás en tu
propia vida". He aquí todo el Exilo en una frase, la
descripción exacta del yid, como si se la mirara
al microscopio, tal y como el sionismo ha venido a hacerlo
desaparecer. Pero esto no será posible mientras los
yids no hayan comprendido dónde viven y qué les
espera si no vuelven a casa antes de que anochezca.
El yid tiene malas entendederas. "Pueblo tan
testarudo como un asno". Mire en torno a usted con los
ojos bien abiertos, verá que se acerca la noche, vuelve
la noche. Y sabemos cuál es la suerte del yid
que está fuera cuando cae la noche. ¡Tanto mejor si
la guerra del Líbano ha ensombrecido un poco su horizonte,
si empiezan a tener miedo y a sufrir. Van a volver a
casa, a toda velocidad antes de que caiga la verdadera
noche. ¿Soy antisemita? Bien, entonces borre todo esto,
no anote lo que le acabo de decir. No hay que citar
a un antisemita. Diga mejor lo que dijo Lilienblum [23].
Él no era antisemita; incluso tiene una bonita callecita
que lleva su nombre en Tel Aviv ( Y T. coge un cuadernito
que había encima de la mesa desde que llegué
y lee): "¿Acaso no es la señal que nuestro padres
y nosotros mismos hayamos deseado y deseamos todavía
seguir siendo la vergüenza de la humanidad? ¿Qué nos
guste vivir como bohemios?" Lo dice Lilienblum, no yo.
Créame, amigo, he mirado con lupa toda la literatura
sionista, no adelanto nada sin pruebas. ¿Quiere oír
a Herzl en persona? Se lo ruego: "Cuando el hombre está
sano y sus negocios funciona, puede aguantar lo demás".
No sé si Herzl hablaba yiddish, se dice que no, pero
esta frase le viene derecha de la deformación yid,
muestra exactamente el camino de Auschwitz.. ¿No le
bastan Lilienblum y Herzl. Escuche entonces lo que dice
un filósofo y médico de talla internacional, Maimónides:
"La razón por la cual perdimos nuestro reino y por la
cual nuestro templo fue destruido, nuestro exilio prolongado,
es que nuestros padres pecaron al no aprender la guerra
y la conquista de territorios". La conquista de territorio,
amigo. ¡No la simple defensa de las vidas y de los bienes!¡Ni
la línea verde!¡Ni la guerra al-no-haber-otra-alternativa!
Pueden escribir de mí que soy el deshonor del género
humano: no tengo inconveniente. Por el contrario, les
propongo que nos repartamos el trabajo: yo haré lo que
sea necesario para echar a los árabes lo más lejos posible
de aquí, lo que sea para suscitar el antisemitismo,
y ustedes escribirán poemas sobre la triste suerte de
los árabes y vendrán a acoger aquí a los yids
que yo habré hecho que se refugien aquí. Ustedes les
enseñarán a ser la luz de las naciones. Yo destruiré
Hirbet-Hizé y ustedes dirán su oración fúnebre y se
manifestarán en contra de mí. Ustedes serán el honor
del familia, yo seré su vergüenza. ¿Le parece bien?"
En un momento de
su monólogo, aquí o quizá antes, interrumpí a T. para
expresar en voz alta una reflexión que tenía en mente,
sin duda más para mí que para él: ¿Es posible que lo
que Hitler infligió a los judíos no haya sido solamente
un hachazo, sino también una mordedura de serpiente
cuyo veneno se ha insinuado en los corazones de algunos
de nosotros. T. no protesta ni alza la voz, lo mismo
que ha conservado la calma a lo largo de todo el monólogo,
lo mismo que nunca ha levantado la voz durante las horas
difíciles que ha conocido, o durante las hazañas famosas
de las que ha formarte parte. Me responde tranquilamente:
"Escuche, amigo. Si los judíos hubieran practicado
menos la masturbación intelectual sobre la salvación
del mundo y el progreso de la humanidad -quiero decir,
Marx, Freud, Fafka, Einstein también- si en vez de eso
se hubieran dado prisa en crear, aunque hubiera sido
sólo diez años antes, un pequeño Estado judío, una cabeza
de puente independiente, y si para defender ese pedacito
de país hubieran inventado un pedacito de bomba atómica,
si hubieran hecho esas dos cosas, no habría habido Hitler.
Ni genocidio. Nadie en el mundo habría osado tocar a
los judíos y ahora estaríamos aquí veinte millones,
desde el Canal hasta los pozos de petróleo. Ni siquiera
habríamos tenido que tirar nuestra bomba sobre los árabes
o los alemanes. Habría sido suficiente con que hubiera
una bombita en un almacén de un minúsculo Estado judío,
en 1936 o en 1939, para que ningún Hitler osara tocar
un solo pelo a un solo judío: estarían vivos todos los
que han desaparecido, ellos y sus descendientes. ¿Era
realmente algo por encima de las posibilidades de los
judíos del mundo entero el fundar, en los años treinta,
un pequeño Estado con una pequeña bomba? Así quizá hubiéramos
podido ahorrar a los goys una Segunda Guerra
Mundial y a nosotros mismos cinco o seis guerras con
los árabes. Escuche lo que está escrito respecto a esto
en el Deuteronomio: "Y seréis reducidos a un puñado
de hombres, después de haber igualado en multitud a
las estrellas del cielo, porque habrás estado sordo
a la voz de tu Dios Eterno". ¿No le dan escalofríos
al oír eso? Cerca de este mismo versículo, está escrito
sobre los judíos de su especie: "El hombre más tierno
y más delicado de vosotros...comerá la carne de sus
hijos...hasta tal punto te verás sitiado y rodeado en
todas las ciudades por tu enemigo ". No le gusta demasiado,
¿verdad? Veo claramente por la cara que pone que no
le gusta, no está en el espíritu de nuestras bellas
tradiciones el comer la carne de los propios hijos.
¡Asqueroso, repugnante! Tiene razón. Pero si no queremos
que nos vuelva a suceder, tenemos que deshacernos de
una vez por todas de la enfermedad yid. No ser
ese hombre tierno y delicado, en todo caso, no en este
planeta, en el del Principito quizá, pero no
en el nuestro.
"Venga, vamos dentro, que a los mosquitos que tengo
aquí no les caen demasiado bien los izquierdistas. Tal
como lo que veo, necesita un buen vaso de whisky. Siéntese.
Tengo de varios tipos, ¿cuál prefiere? Sin duda va a
necesitar un o dos minutos para decidirse. Tómese su
tiempo, amigo, y cuando acabe de pensárselo, dígame
qué ha decidido y beberemos juntos. En realidad, debería
ahorcarlo, a usted y a todos sus amigos, pero en vez
de eso, le suelto un discurso y le ofrezco un whisky.
Quizá yo también me he vuelto un poco yid. Es
muy contagioso".
Notas:
- Granjas cooperativas
sionistas. Ver nota 15. [Nota de CSCAweb]
- En abril de 2002,
en relación a la salida de Arafat de Ramala. [Nota
de CSCAweb]
- Durante la represión
de la segunda Intifada. [Nota de CSCAweb]
- Herlz reivindicó
-y expresó- por primera vez esta expresión, "endgültige
Lösung des Judenfrage" ("solución final de la
cuestión judía") en el periódico Der Kongress
del 4 de junio de 1897, texto reproducido en el libro
de T. Herlz,, "Zionistis Schriften, Gesammelte Zionistishe
Werke, vol I, Tel Aviv, 1934, pág. 154.
- Abreviatura de yiddish,
judío alemán. [Nota de CSCAweb]
- Profesor Yeshayahu
Liebovitz, universitario ortodoxo, conocido por su
denuncia del nazismo en Israel.
- Nombre dado por
los judíos a las personas extrañas a su culto y, especialmente,
a los cristianos. [Nota de CSCAweb]
- La expresión "Ley
de Bronce" es característica de la doctrina y del
lenguaje del nacional-socialismo alemán.
- Esos eran los principales
objetivos durante la invasión del Líbano decidida
por Sharon a espaldas de su gobierno.
- El rechazo de la
moral y de los principios de la civilizaciones es
un leitmotiv de la literatura nazi.
- Campo de refugiados
palestinos cerca de Sidón , sometido a violentos ataques
de la aviación israelí, especialmente el 12 de junio
de 1982.
- Esta claro que el
autor habla en tanto que responsable principal de
operaciones, que no e otro que Ariel Sharon.
- También está claro
que este personaje es un "responsable en jefe", por
lo tanto, de nuevo Ariel Sharon.
- Sharon acaba de
explicar una de las trampas de la política de agresión
israelí: cuanto más horribles son sus crímenes, más
excusas se les encuentran
- Muy probablemente
se trata de Kfar Malal, donde nació Sharon en 1928.
Es un pueblo agrícola situado en el valle de Sharon,
a diez millas de Tel Aviv y de Jafa. Fue uno de los
primeros moshav que se fundaron en Palestina.
En su origen estas granjas cooperativas eran administradas
según principios comunitaristas inspirados en sus
homólogos de la Alemania de los años 20 y 30 y animados
por el régimen hitleriano.
- La granja de Sharon
tenía naranjos.
- En 1982, fecha de
la entrevista, Sharon tenía 52 años.
- Una de las tácticas
del sionismo, desde que se pasó a la acción, fue favorecer
la amalgama entre sionismo y judaísmo, especialmente
por medio de la incitación a la ira y a la violencia
contra los judíos.
- Ciudad costera del
Sinaí, cerca de Sharm al-Sheikh.
- Poeta israelí nacido
en Galicia y emigrado a Palestina en 1924. Se adhirió
a la organización terrorista Irgun y fue elegido en
la Knesset en tanto que miembro del partido Herut.
- Alusión a la investigación
decidida unas semanas antes, el 29 de septiembre de
1982, sobre las masacres se Sabra y Chatila por parte
de los falangistas bajo control de Sharon.
- Rafael Eytan, general
del Ejército, amigo de Sharon; dimitió después de
las masacres de Sabra y Chatila
- Pacifista judío
ruso (1843-1910) que se convirtió a las tesis sionistas
después de los pogromos de 1881.
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