José Buenaventura
Durruti Dumange
y su paso por América Latina:
algunas lecciones aprendidas.
(León 1896 - Madrid 1936)
Por: M.Sc Víctor H. Bonilla
Antropólogo Social
“Eso nos ha dejado mayo: el amor insobornable por las causas perdidas, la conciencia lucida de la superioridad estética de la derrota, la fidelidad salvaje a esa estética como única ética revolucionaria.
El rechazo en fin a toda complicidad con el poder”.
(Gabriel Albiac, 1989).
En esta noche de julio he sido invitado por mis apreciados amigos y compañeros a compartir sobre un tema que tuviera alguna trascendencia para nuestro pensamiento anarquista criollo, pero de amplias conexiones con la totalidad de la experiencia anarquista mundial y particularmente española.
Pues bien , aquí estoy con toda disposición, conciencia y libertad, haciendo un esfuerzo por abordar a una figura del anarquismo español que no tiene precedentes, hablo de José Buenaventura Durruti Dumange. ¿Por qué nos interesa hoy Durruti? y más aun, su paso por América Latina. Podríamos simplemente responder que nos interesan los pasos de los grandes hombres por el tamaño de sus huellas y los caminos que recorren. Sin embargo su paso por esta parte del mundo fue más allá del fantasma que pende sobre los llamados “anarquistas expropiadores”, esa imagen de rebeldes sin causa y por que no hasta de criminales a sueldo.
¡No!, no es desde esa perspectiva historiográfica burguesa, distorsionada y mal formadora que pretendemos realizar este abordaje. Es más bien desde una visión humanista y renovada que nos acercamos hoy a la personalidad de este inclaudicable hombre de acción e ideales llamado Buenaventura Durruti Dumange.
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El hombre tiene derecho a rebelarse
En carta dirigida a su hermana Rosa, escrita desde el exilio en parís (1925) Durruti expresa; “Desde mis más tierna edad, lo primero que vi a mi alrededor fue el sufrimiento no sólo de nuestra familia sino también de nuestros vecinos. Por Intuición yo ya era un rebelde. Creo que entonces se decidió mi destino”.
En esta cita, Durruti enuncia como su destino esta íntimamente relacionado con el sufrimiento propio y el de los otros. Además con su sensibilidad para sentir el dolor ajeno como propio. En el marco de este umbral de subjetividades, la intuición funge como motor o dínamo de su inicial accionar político. posteriormente mejor fraguado en la relación con otros pensadores y revolucionarios anarquistas, así como por su intensiva formación política autodidacta y experiencial.
Buenaventura, se autodefine como un rebelde, primero intuitivo, es decir como producto de esa “Percepción íntima e instantánea de una idea o una verdad que aparece como evidente a quien la tiene.” (Real Academia: 2006). Y también, después de faltar a la obediencia debida o impuesta por los que administran el poder, por quienes urgen de que el poder sea vascularizado (Focault:1985).
Generalmente cualquier acción humana que atente contra el estatus quo del poder comienza a ser calificada de desobediencia y desemboca en el extremo de los casos en una rebelión. Así lo demuestra Henry David Thoreau (2006) en su maravilloso ensayo “Desobediencia civil”, así lo confirmó Mahatma Gandhi llevándo la desobediencia civil a la praxis en busca de la independencia de la India. Ya Jean Paul Sartre ( les chemins de la liberté, 1945-1949 )y Albert Camus (El hombre rebelde, 1951) han desarrollado ampliamente este tema por nosotros.
El periodista soviético Iliá Ehrenburg (1936), escritor no identificado con las ideas anarquistas, que conoció personalmente a Buenaventura y fue amigo suyo desde 1931, escribió sobre él: “Ningún escritor se hubiera propuesto escribir la historia de su vida; ésta se parecía demasiado a una novela de aventuras... Este obrero metalúrgico había luchado por la revolución desde muy joven. Había participado en luchas de barricada, asaltos a bancos, arrojado bombas y secuestrado jueces. Había sido condenado a muerte tres veces: en España, en Chile, en Argentina. Había pasado por innumerables cárceles y había sido expulsado de ocho países”.
Todos estos hechos protagonizados por Durruti y sus compañeros Manuel Buenacasa, García Oliver, Francisco Ascaso entre otros, fueron hechos políticos enmarcados en una guerra de clases no formalizada, pero real en sus nefastas consecuencias por aquellos años (1923).
Cuales fueron los fines de la rebelión de Durruti; pues bien, todos los fondos recaudados por él fueron destinados para la liberación de los presos políticos, para la lucha política. De sus expropiaciones salieron fondos para bibliotecas, editoriales y escuelas, por ejemplo la escuela de León o de la Coruña por ejemplo. Son muchas las expresiones de apología a la modestia económica en la que vivía Durruti, en sus bolsillos nunca se coló un peso del dinero expropiado.
Se rebelo contra la pobreza obligada de él, su familia y de tantos otros, contra el abuso de poder, contra las dictaduras, contar el hambre, contra los explotadores y abusadores, contra el trabajo infantil, contar la sumisión de la mujer, contra los militares torturadores, contra el genocidio, se rebelo contra la muerte en las cárceles. Se rebelo por que no hacerlo en su tiempo, así como en este tiempo, es la antitesis de la vida, es muerte prematura.
Toda esta rebelión llego con él en su paso por América Latina.
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Todos los héroes han muerto...
“Desde que se comprobó que la propiedad privada es un robo, no hay más ladrones aquí que los propietarios”.
(Rodolfo Gonzáles Pacheco; de un artículo publicado en La Antorcha, mayo de 1921, en defensa de los anarquistas expropiadores).
América, para el metalúrgico leonés de veintinueve años Buenaventura Durruti, era un peldaño más en la escalera de búsquedas y desencuentros con la Revolución Social.
Según toda la documentación consultada, Buenaventura Durruti entre 1924-1925, llega o pasa por :
- Argentina, México, La Habana Cuba, Uruguay, Chile, Perú y Estados Unidos.
En que consistió la huella de Durruti al pasar por América Latina. Bien, vamos a enumerar una semblanza de nuestros principales hallazgos para ilustrar la estela de vida anarquista heredada por Durruti.
- En América Latina Durruti fue fundamentalmente un expropiador de bienes bancarios. Durruti y su amigo inseparable Ascaso realizaron sus acciones bajo el seudónimo de los “Errantes”.
- En argentina, aunque no lo crean intentó trabajar de estibador, pero esto le duro poco. Dividieron a la FORA, con el eterno debate entre la propaganda por la acción. Pronto se dedicaron a expropiar.
- En México, editaron periódicos, propusieron congresos, ajusticiaron patrones indeciables y expropiaron.
- En chile, participaron fugazmente del a vida política sindical y expropiaron.
- En Cuba, ajusticiaron, secuestraron y expropiaron. Y así sucesivamente. En 1926 llega a islas canarias y comienza otro periplo.
Este hombre paradójico, más parecido a un Roobin Hood moderno o a un Chucho el Roto para los más viejos en esta sala, pagaba el viaje a los choferes que le ayudaban a huir, que secaba las lagrimas a las mujeres asustadas, que daba todo botín o riqueza expropiada a los pobres y a las causas de la libertad anarquista y la lucha contra el fascismo. Fue el mismo que dijera; “En tanto que revolucionarios concientes nuestra misión consiste en hacer de detonadores, una vez, dos, veinte veces si es necesario hasta llegar a la explosión colectiva, que es la única que puede llevar a la revolución hasta su verdadero objetivo final: el cambio total en la forma de vivir de los hombres”. (Durruti).
El mismo que no le temía a la destrucción , al caos, a lo que nace. Parecía una especie de coloso Bakunista moderno, custodiando en si mismo la sensible fe de que en los corazones de los hombre y mujeres de ayer y hoy estuviera creciendo un mundo nuevo en este momento. Viviendo siempre en el hoy, en el aquí y el ahora.
Sí, Durruti fue el hombre cuya conciencia social le llevó por los senderos de una dialéctica contradicción, pero con un ideal altamente claro: Hacer la guerra y la revolución al mismo tiempo. Un milagro social realizado en la España del 36 por los anarquistas, nadie más podría tener aspiraciones tan elevadas. Los anarquistas eran los únicos para quienes la derrota es la única presea, sólo quienes están preparados para pensar en lo imposible, se atreven a buscarlo por las vías de lo posible, acercando sus sueños cada vez más a la realidad tangible. Para quienes la derrota es el único triunfo esperable el camino siempre estará abierto, no existen límite ni frontera.
Durruti, quien murió como solo puede morir un león, un leones, con trampas y engaños, emboscadas para leones de combate. Durruti fue un león de rebelde existencia, y sensibles motivos. En pocas palabras como diría nuestro poeta costarricense Jorge de Bravo, un hombre con piel y esperanzas y exigió que le dejaran usarlas.
Un solo hombre escandalizó al continente, cuantos Durruti necesitamos para transformarlo, para soñarlo incorruptiblemente y de otra manera, para que como nos enseñara el leones, en su paso por esta parte del mundo, el objetivo final sea; “...el cambio total en la forma de vivir de los hombres”. (Durruti).
Deseo finalizar parafraseando nuevamente a el maravilloso filósofo español Gabriel Albiac (1989), diciendo; “Eso nos ha dejado Durruti: el amor insobornable por las causas perdidas, la conciencia lucida de la superioridad estética de la derrota, la fidelidad salvaje a esa estética como única ética revolucionaria. El rechazo en fin a toda complicidad con el poder”.
Muchas gracias...
Referencias Bibliográficas
Albiac, Gabriel (1989). Todos los héroes han muerto. Ediciones libertarias. España.
Focault, Michell (1985). El orden del discurso. Editorial tusquets. España.
Maydana, Sebastián. (2006). Buenaventura Durruti Dumange. Recuperado en: http://www.elhistoriador.com.ar/_v1/biografias/d/durruti.htm (10/07/06).
Taibo II, Paco Ignacio (1998). Arcángeles Doce historias de revolucionarios herejes del siglo XX. Editorial Planeta. España.
Thoreau, Henry D. (2006). Desobediencia Civil. Ediciones Antorcha. México.
Presentado en el Centro Cultural español de Costa Rica (24/07/06) en actividad de conmemoración del la trágica Guerra Civil Española (1934-1936).
Buenaventura Durruti fue un luchador anarquista español. Nacido el 14 de julio de 1896, en León, España, en el barrio de Santa Ana. Era mecánico-ajustador, trabajó en el sector ferroviario y en los lavaderos de las minas en Matallana de torío, donde contactó con los mineros asturianos. Participó en la huelga general revolucionaria de 1917 como militante de la Unión General de los Trabajadores (UGT), de la que sería expulsado por defender posiciones revolucionarias. Se trasladó en 1920 a Barcelona, donde se afilió a la CNT (Confederación Nacional del Trabajo). En 1922 formó junto con Joan García y Francisco Ascaso el grupo Los Solidarios, con el que perpetró un atraco al Banco de España de Gijón en 1923. Se le imputó también el asesinato del cardenal Juan Soldevila y Romero. Tuvo que huir a Argentina y a otros países latinoamericanos y europeos. En 1931 volvió a España, y se integró en el sector faísta (próximo a la Federación Anarquista Ibérica (FAI) de la Central Nacional de los Trabajadores (CNT) —beligerante con la II República— y tomó parte en las insurrecciones de 1932 y 1933. (Maydana: 2006).
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