Pasos para organizar una Asamblea Popular
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Honduras: negociando la “crisis”
de espaldas al pueblo


http://www.anarkismo.net/article/13683   Desde el momento mismo en que la oligarquía hondureña decidió dar el Golpe de Estado, resultaba improbable, a los ojos de cualquier observador, que éste representara una estrategia sostenible a mediano plazo. Indudablemente, deben existir ciertos gorilas en el ejército que aún sueñan con los días de las dictaduras militares abiertas y que intentan buscar maneras de aferrarse al poder a cómo de lugar. Pero para cualquier oligarca con la más mínima inteligencia, era evidente que lo que se buscaba con el Golpe no era instalar una dictadura por un lapso de tiempo significativo, sino que aplicar una estrategia de “desgaste” que buscara tres objetivos:

1. Agotar el espíritu reformista liberal de Zelaya; el énfasis deja de estar en el cambio político y social en Honduras, sino que pasa a estar en la defensa del “orden constitucional” –que dicho sea de paso, es el orden instalado por la oligarquía gorila y sacralizado en la Constitución de 1982;

2. Disuadir al elemento popular de buscar cambios más profundos en la sociedad hondureña; el movimiento popular en este país es extremadamente débil y recién comienza a levantar cabeza después de obscuras décadas de dictaduras y gobiernos paramilitarizados, con lo cual un poco de represión bastaría para desarticular y atemorizar a las expresiones populares organizadas;

3. Lograr una negociación política, con la sanción de la comunidad internacional, que fije límites estrechos para las posibilidades del cambio, que no amenacen ni siquiera de manera cosmética los privilegios absolutos de la oligarquía[1].

Con lo que los Gorilas no contaban era con dos factores:

  • El repudio internacional generalizado (ONU, OEA, EEUU, EU, ALBA, Grupo de Río) que demostró los límites del espacio político que el gorilismo podría obtener mediante el Golpe. La expulsión de la OEA y la insistencia en el retorno incondicional de Zelaya impuesto por este organismo[2] representó un duro golpe a los gorilas, con el cual no contaban en absoluto, lo cual demuestra su autarquía mental y el hecho de que aún no se dan cuenta de que, en el actual contexto histórico[3], a las clases dominantes de América Latina no les convienen dictaduras militares sino que abrir ciertos espacios para la reforma social;

  • La respuesta popular que, a contravía de lo esperado por la oligarquía hondureña, fue contundente. El movimiento popular lejos de acobardarse a dado una heroica lucha en las calles y se ha visto fortalecido como un actor político formidable. Recordemos que no es cualquier cosa enfrentarse a un Golpe Militar: se requiere de bastante convicción para romper el miedo y salir a la calle, desafiando el Estado de Sitio y a los militares que se pasean armados hasta los dientes por las calles. Los números de manifestantes en todo el país han aumentado exponencialmente y el domingo, por ejemplo, fueron varias decenas de miles las que, a riesgo de su propia vida, fueron al aeropuerto de Tegucigalpa a esperar a Zelaya quien no fue autorizado a aterrizar por las autoridades aeronáuticas.

    Podríamos decir que la estrategia del “desgaste” ha sido un rotundo fracaso hasta el momento, pues si bien lo que se pretendía, en resumidas cuentas era exorcizar la posibilidad de cambios sociales[4], lo que han logrado ha sido, de hecho, radicalizar al pueblo hondureño como no podría haberlo hecho el más “radical” discurso de Zelaya.

    Así las cosas, y si sumamos el ostracismo diplomático de los gorilas así como la posibilidad de un impacto económico significativo por la crisis hacia la población (y sabemos que los sectores de la clase media que apoyan a Goriletti pueden volverse en su contra muy pronto si se les demanda demasiados “sacrificios” en la defensa de los intereses estrechos de la oligarquía), no me sorprendería que en estos precisos momentos se esté desarrollando una lucha intensa en el bloque de los gorilas para ver cómo salir de este entuerto y sacar algún provecho político de toda esta aventura militarista.

    El pueblo se ha constituido en un factor político de peso


    La crisis no puede prolongarse indefinidamente, menos aún cuando se está generando un contexto que justifica plenamente el paso a “formas superiores de lucha” (ie, insurreccionales) por parte de la población, aún cuando Zelaya haga llamados a la calma. De hecho, la creciente movilización popular y la radicalidad que ésta pueda asumir son algo que inquieta a las clases dominantes en todo el hemisferio y, por supuesto, también en Honduras. La perspectiva del desborde de los de abajo es una realidad que ninguno de los sectores de la clase dominante (golpistas o no golpistas) ve con buenos ojos.

    Hemos ya insistido en que en las presentes condiciones las únicas dos maneras de solucionar la crisis son:

  • Que el factor predominante en su resolución sea el pueblo en las calles, lo cual, aún cuando estaría lejos de ser una solución de carácter revolucionario debido a una serie de limitaciones objetivas de la movilización (ausencia de referentes y alternativas revolucionarias de peso), dejaría tras de sí a un pueblo con plena conciencia de sus capacidades y “empoderado”. Esta solución no acomoda ni al reformismo[5], ni mucho menos, a los gorilas.

  • O que la crisis se solucione primordialmente por arriba, en negociaciones a puertas cerradas entre sectores de las elites económicas y políticas, aparte de la presencia internacional de rigor. Aún cuando en el corto plazo esta solución buscaría desmovilizar al pueblo “arrecho”, tampoco cerraría las puertas a que el proceso de politización y conciencia se siga profundizando y que se expongan los límites del reformismo.

    Como sea que se resuelva la crisis, vemos que, desde la intentona frustrada de aterrizaje de Zelaya en el aeropuerto de Tegucigalpa, la cual terminó con el criminal y cobarde asesinato de tres manifestantes por parte del ejército[6], los de abajo, el pueblo hondureño, movilizado en cifras que, según las fuentes van de 30.000 a 100.000 manifestantes (las movilizaciones de masas más impresionantes que jamás se hayan visto en Honduras) se ha constituido en un actor político en derecho propio dentro del proceso. Esto no podrá, a futuro, ser ignorado por ninguna de las partes.

    Preparando el terreno para negociar con los Gorilas

    Después de la intentona frustrada de retorno de Zelaya, es evidente que la oligarquía ya no puede sencillamente seguir bravuconeando desafiante ante la OEA y debe moverse rápido antes de terminar de quemar sus últimas cartas con la “comunidad internacional” y antes de que la unidad que mantienen de manera más o menos monolítica se desintegre en querellas intestinas agudizadas por el aislamiento y posibles sanciones.

    Por ello es que han buscado un acercamiento no con la OEA, sino con EEUU para preparar el terreno a una eventual negociación que dé por terminada la crisis. Recordemos que aún cuando el gobierno de los EEUU ha declarado su reconocimiento a Zelaya y su condena al Golpe –de manera tardía y solamente tras haber sido interpelado por funcionarios de la ONU-, esto no ha sido hecho de manera inequívoca y desde el comienzo insistieron en una salida negociada entre las partes[7].

    El 7 de Julio la secretaria de Estado Hillary Clinton ya anunció que favorecerá una solución negociada entre las partes para solucionar la crisis[8] y será al presidente de Costa Rica, Oscar Arias, a quien corresponderá el rol mediador[9]. La gran dificultad será que el bloque Gorila en Honduras alcance un acuerdo en torno a la figura de Zelaya: aún cuando los sectores duros del ejército y del gorilismo se niegan rotundamente a que la negociación incluya el retorno de Zelaya al poder (posición que fue ratificada por Goriletti antes de confirmar su disposición a negociar)[10], es evidente que la comunidad internacional no aceptará una solución que no incluya este punto[11]. Parece ser cierto que los sectores más lúcidos del gorilismo están plenamente concientes de esto y que si aún mantienen una posición “dura”, al menos en apariencia, ante la negativa de que Zelaya vuelva al poder, es solamente para seguir en la estrategia del desgaste al mismo tiempo que limitan las concesiones que tendrán que hacer en la mesa negociadora al retorno del depuesto presidente. De esto ya se ha hecho eco la esposa de Zelaya, quien en una manifestación multitudinaria declaró a la prensa que “’todo es negociable’, menos el hecho de que Zelaya debe retornar a la presidencia”[12].

    La aceptación de que tendrán que aceptar el retorno de Zelaya es evidente según las declaraciones del presidente de la Corte Suprema de Honduras quien planteó ayer 7 de Julio que en aras de la “paz” y de la negociación pacífica a la actual crisis, correspondería al Congreso aplicar una “amnistía” (!?) a Zelaya y permitir su retorno[13].

    No hay necesidad de señalar que estas negociaciones estarán herméticamente blindadas a la participación popular. Se harán de espaldas al pueblo que ha derramado su sangre en las calles de Tegucigalpa, no porque Zelaya les parezca simpático, sino porque creen ver en el reformismo la posibilidad de transformaciones sociales que apremian en uno de los países más empobrecidos del hemisferio. Es importante en este sentido recalcar que el pueblo no tiene más “amigos” que sí mismo, que es una tarea de primer orden el que desarrolle un programa propio que recoja sus aspiraciones, ya que la única garantía de que sus intereses no se vean traicionados es su participación directa en la lucha y en cualquier escenario para poner término a la actual crisis.

    ¿Qué es lo que se negociará con los Gorilas?

    Aunque el contenido específico de las negociaciones no se ha dado a conocer, salvo por la predecible exigencia de amnistía por parte de los Gorilas, es bastante probable que los Gorilas quieran hacer girar la negociación en torno a los siguientes puntos:

  • Buscarán la amnistía para los Gorilas (jerarquías eclesiásticas, castrenses, judiciales y parlamentarias), quizás, a cambio de la “amnistía” a Zelaya;

  • Buscarán que se desista de cualquier tipo de reforma de la Constitución de 1982, o al menos, de aquellos aspectos que la oligarquía gorila considere fundamentales para mantener su hegemonía;

  • Buscarán mantener el peso específico del ejército en el escenario político (es decir, mantener el pilar fundamental del Estado contrainsurgente) y se opondrán a cualquier medida que busque disminuir su influencia;

  • Muy probablemente, los actores internacionales buscarán cobrarse los favores por haber retornado a Zelaya al poder: quizás los EEUU busquen un nuevo acercamiento y alejar a Honduras de la influencia del ALBA, a la vez que la UE podría llegar a mediar tardíamente a fin de acelerar el proceso de negociación del Acuerdo de Libre Comercio con Centroamérica que se ha visto recientemente empantanado.

    Estas condiciones son inaceptables, pero su aceptación dependerá no de la habilidad negociadora de Zelaya, sino que de la capacidad de lucha que demuestra el pueblo hondureño en estas horas cruciales. Es fundamental que en estos momentos, en que se quiere resolver la crisis “por arriba”, las diferentes expresiones populares movilizadas y en lucha no se desmovilicen, sino que antes bien radicalicen aún más su lucha, a fin de que las propuestas fundamentales de cambio, que produjeron la escalada agresiva de la oligarquía en primer término, no sean abandonadas y se llegue a una solución de consenso que bloquee, una vez más, las demandas más sentidas de la clase trabajadora hondureña.

    El alcance hemisférico de los sucesos en Honduras

    Por último, creemos necesario insistir en el alcance hemisférico de lo que sucede en Honduras.

    1. Se evidencia con el Golpe la persistencia de una tradición Gorila en los ejércitos, alimentados por la doctrina de seguridad nacional en la Escuela de las América por los mandos militares yanquis, así como también se vuelve a comprobar la dificultad y los límites de las experiencias reformistas en aquellos países donde aún persiste la hegemonía absoluta de una oligarquía arcaica y fosilizada.

    2. También se comprueba que el imperialismo no depende de quien lo “administre” y que representa una política de Estado bien implantada en Washington[14]. Aún cuando no conocemos con exactitud la real participación de los EEUU en los eventos de Honduras, es absolutamente imposible que un ejército como el hondureño, adiestrado por el Pentágono y en un país donde opera una base militar norteamericana (Soto Cano), con al menos 500 US Marines, haya podido actuar completamente a espaldas de Washington. Algún grado de consentimiento, aún así fuera tácito, debió haber sido otorgado para que el ejército de Honduras se atreviera siquiera a mover un dedo. Sabemos que los EEUU no funcionan como un bloque homogéneo y que frecuentemente se producen roces entre sus distintos organismos (Departamento de Estado, CIA, Pentágono, etc.) respecto a temas de “seguridad hemisférica”, por lo cual es perfectamente factible que sectores del Estado yanqui hayan consentido y autorizado el Golpe sin necesariamente informar al resto. Creemos que esto explica la ambigüedad en la reacción inicial de Obama ante el Golpe.

    Las confesiones de un funcionario del Departamento de Estado nos da luces en este sentido: “Admitieron de la misma manera que hubo contactos con los militares en Honduras, incluso uno "muy reciente" para tratar de mitigar la crisis.”[15] Nos queda la duda respecto de qué clase de contactos hubo, cuán “recientes” fueron, por qué no se alertó de las intenciones golpistas del ejército si ya se tenía conocimiento de ellas, etc. Todo indica que al menos ciertos sectores del Departamento de Estado norteamericano, y con toda certeza el grueso del Pentágono y la CIA, tenían pleno conocimiento de que este Golpe se estaba cocinando. Lo cual termina por disipar cualquier ilusión de que, con la era de Obama, los viejos hábitos imperialistas de los EEUU serían tirados por la borda.

    3. También con este Golpe se comprueba que los EEUU han perdido la hegemonía absoluta sobre la región y que los Estados latinoamericanos, cada cual con sus propios intereses, sea en bloque (ALBA, SICA) o individualmente (Costa Rica, Brasil, etc.), han irrumpido en el escenario regional de manera decisiva, como se había ya comprobado con la crisis desatada por Colombia con su irrupción militar en Ecuador en Marzo del 2008 y con la crisis boliviana desatada tras la masacre de Pando en Septiembre del 2008. Esto demuestra que la unipolaridad lograda por EEUU durante el Nuevo Orden Mundial está en franco retroceso ante el avance de otros actores que disputan su hegemonía a nivel regional.

    4. Pero también la respuesta popular demuestra que, pese a los cantos de sirenas del reformismo y de la posibilidad de avanzar en procesos de cambio sin alterar significativamente el orden “constitucional” (expresión de la dominación última de la burguesía), la era de los cambios revolucionarios aún no se ha terminado, por más que los reformistas se apresuren a darle sepultura en sus programas políticos. Esto representa lo más importante que ha quedado en claro con la crisis. A fin de cuentas, el pueblo de Honduras ha recordado a todo el Continente que solamente su lucha directa es la que garantizará que los cambios sociales sean sustantivos. Corresponde a los sectores populares de base sacar las lecciones de este proceso y volver a plantear una vía de cambio revolucionario para América Latina desde abajo, protagonizado por el pueblo de manera directa y de naturaleza esencialmente libertaria. Es decir, que cuestione el patrimonio exclusivo de unos pocos sobre los asuntos y las vidas de todos, retornando a lo mejor de la tradición de la democracia directa, dando así la espalda a los moldes políticos y económicos que las clases dominantes han declarado inmutables.

    José Antonio Gutiérrez D.
    8 de Julio, 2009




    [1] Esta tesis fue desarrollada en un artículo el mismo día del Golpe (“Golpe de Estado en Honduras: ¿el regreso de los gorilas o la táctica del desgaste?”) , el cual puede ser consultado en http://www.anarkismo.net/article/13596

    [2] Incluso Insulza, secretario general de la OEA, declaró que no había nada que negociar con Goriletti, lo cual debe haber representado un balde de agua fría para los gorilas http://www.elmostrador.cl/index.php?/noticias/articulo/...ciar/

    [3] Hago el énfasis de que esto es cierto en el actual contexto histórico. A diferencia de los liberales de toda gama que creen en la omnipotencia de los valores democrático burgueses, creo que las circunstancias pueden volver a cambiar y el gorilismo puede volver a instalarse como una respuesta natural ante el desarrollo de la lucha de clases. Mientras haya lucha de clases, y mientras existan los Estados, la solución de fuerza seguirá siendo una posibilidad más de respuesta ante la presión social.

    [4] Puede discutirse sobre la radicalidad de los cambios propuestos por el proyecto reformista de Zelaya, pero si bien podemos decirse que estos cambios son intrínsecamente tibios y moderados, debemos tomar en cuenta, como hemos dicho, que la radicalidad de una reforma depende de cuán conservadoras y reaccionarias las clases dominantes sean.

    [5] O al menos no del todo. Pues debemos considerar que cierto nivel de movilización (dentro de ciertos márgenes, que no radicalice la confrontación, etc.) es necesaria para el reformismo de Zelaya, ya que la crisis de las estructuras tradicionales de representación (todos los partidos políticos tradicionales) hacen que el depuesto gobernante requiera de constituir una base social de apoyo en “caliente”.

    [6] Algunas fuentes dicen dos, pero debido a la censura, es imposible saber exactamente el panorama de la represión actualmente en Honduras.

    [7] http://www.anarkismo.net/article/13596

    [8] http://espanol.news.yahoo.com/s/ap/090707/latinoamerica..._eeuu

    [9] http://www.google.com/hostednews/afp/article/ALeqM5g4Cm...kApfQ

    [10] http://espanol.news.yahoo.com/s/ap/090707/latinoamerica..._eeuu

    [11] Nuevamente la posición de los EEUU ha sido ambigua pues están tanteando el terreno: mientras Obama afirma que Zelaya es el único legítimo presidente, Clinton no menciona, en su última declaración de prensa, el retorno de Zelaya como una condición sine qua non y deja espacio para decir que todas las posibilidades deben quedar abiertas al debate. Pero con todo, es muy poco probable que los EEUU favorezcan una solución que excluya el retorno de Zelaya, precisamente, porque no quieren aparecer como los mecenas del gorilismo http://espanol.news.yahoo.com/s/ap/090707/latinoamerica..._eeuu

    [12] http://espanol.news.yahoo.com/s/afp/honduras_pol__tica_...golpe

    [13] http://www.radiolaprimerisima.com/noticias/resumen/56190 De paso, se evidencia que la unidad monolítica del bloque golpista comienza a descascararse: que entre ellos empiecen a pasarse responsabilidades y a lavarse las manos, demuestra que debe existir un agudo conflicto interno en torno a cómo solucionar esta crisis en la cual se metieron tras una serie de cálculos políticos erróneos.

    [14] En este punto ya habíamos insistido en dos artículos anteriores: “Obama y América Latina, ¿el imperialismo amigable?” http://www.anarkismo.net/article/9067 y en “La Obamanía y la Fábrica de las Ilusiones” escrito originalmente para la Revista Pueblos número 35 (Dic. 2008) www.revistapueblos.org (versión íntegra en http://www.anarkismo.net/article/11453)

    [15] http://espanol.news.yahoo.com/s/28062009/54/n-latam-ee-....html

 

 

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