De
fraude y derrota
(La lucha continúa)
Ayer, 7 de octubre, a cinco horas del cierre
de las urnas del referéndum, un grupo de jóvenes
de San Ramón y de Palmares, manifestaron su descontento
y tomaron brevemente la entrada a Palmares, en la carretera
Interamericana, bajo el grito de: ¡Fraude!. Ahora bien,
¿qué es fraude? En nuestro país, en este
momento histórico, el fraude no es el chorreo de votos,
ni la desaparición de nombres de votantes de los padrones
electorales, ni el uso de un lapicero de color distinto al
establecido para votar, ni tanta denuncia inútil que
se realizó el propio día del referéndum.
El fraude es el sistema mismo, es la estructura de dominación
que juega con los supuestos actores del acontecer social.
En el caso concreto de la lucha contra el mal llamado tratado
de libre comercio con los Estados Unidos de Amérika,
el fraude empieza cuando una fracción de las clases
dominantes se inserta dentro del movimiento del no y asume
la dirección del mismo, en alianza con los sectores
conciliadores. El fraude empezó cuando se creó
un tal “frente de apoyo a la lucha”, y una organización
similar dentro de la Universidad de Costa Rica, cuyo objetivo
era el encauzamiento del movimiento social contra el “TLC”,
hacia la vía del debate legal, o sea, sacarlo de las
calles. El fraude empieza cuando la dictadura de los hermanos
Arias envía el proyecto de referéndum a la Asamblea
Legislativa, para sustituir el referéndum popular propuesto
por aquella fracción de las clases dominantes. Desde
que dicho proyecto fue aprobado, yo señalé,
en el espacio radial “Sideral Informa”, que el
referéndum carecía del sustento democrático
para su realización, ya que una de las partes tenía
el control de los medios de comunicación masivos y
era liderada por el jefe de la dictadura, lo cual se expresó,
de manera dramática en los últimos días
previos al referéndum, cuando se dio por terminada
la publicidad: los noticieros y los periódicos se transformaron
en los propagandistas privilegiados de quienes pretendían
y obtuvieron, la aprobación del mal llamado “TLC”,
mientras los opositores al falso acuerdo comercial debimos
guardar silencio. El fraude es el silencio del tribunal de
elecciones, apéndice vergonzante de la dictadura de
los hermanos Arias. Ahora, para romper las redes del poder,
debemos realizar una profunda autocrítica del movimiento
contra el “TLC”, ¿por qué callamos
cuando nos impusieron un dudoso liderazgo?, ¿por qué
nunca impulsamos acciones decisivas de desobediencia civil?
Debemos tomar la palabra por asalto y expresar nuestra opinión.
Tienen la palabra los denominados “comités patrióticos”,
formas importantes de autoorganización y de expresión
de las bases populares. Es preocupante, que el movimiento
social pujante que se desarrolló a partir de la oposición
al tratado, haya sido manipulado por una fracción de
las clases dominantes, y que no haya habido una respuesta
unitaria de los sectores que se dicen “revolucionarios”,
frente a dicha manipulación. Con el cuento de la unidad,
nadie se atrevió a denunciar el rapto del movimiento.
Incluso, se vieron escenas como la ocurrida en la llamada
marcha por la autonomía de las universidades, en donde
un estudiante que increpó a alguno de los “líderes”,
fue perseguido y expulsado, acusándolo de provocador.
El miedo a ser llamado divisionista, provocador, y demás
epítetos, permitió la maniobra de esa fracción
de las clases dominantes y de los políticos y sindicalistas
conciliadores, que concluyó con el secuestro del movimiento
social contra el “TLC”. Aunque puedan acusarme
de falta de humildad, debo señalar que solo fuimos
los anarquistas y el proyecto de Asamblea del Pueblo, quienes
señalamos la traición que significaba sacar
el movimiento social de las calles, único escenario
en donde era posible el avance y crecimiento de dicho movimiento;
fuimos los únicos que denunciamos los falsos liderazgos
y la trampa de la discusión legalista. Debo confesar
también, que, aún cuando fuimos los únicos
en hacer esos señalamientos, también apoyamos
la campaña del “voto del No” y no nos atrevimos
a plantear si quiera, la posibilidad de la convocatoria al
abstencionismo, como una alternativa frente a las trampas
del poder. Quizá también, nos atrapó
el temor a discrepar, a disentir. La manera de ser “costarricense”
es un mecanismo de dominación demasiado fuerte, demasiado
arraigado. Hablar contra corriente es malacrianza (desde niños,
cuando hacemos algo “mal”, que, por lo general,
es algún acto normal y propio de la infancia, se nos
reprime: “no sea malcriado”) Ser diferente al
resto de las personas es absolutamente inaceptable. Es necesario,
entonces, crear una cultura de autocrítica, capaz de
romper este mecanismo de dominación. Aceptar que en
la tarea de liberarnos apenas intentamos dar los primeros
pasos, y con muchas limitaciones. También lo he apuntado
en otras oportunidades, en la tarea de intentar cambiar la
sociedad, debemos cambiar nosotros como personas, pues, si
ello no ocurre, tampoco ocurrirá ningún cambio
real de la sociedad, sino cambios cosméticos o golpes
de Estado. De allí la importancia de iniciar una discusión
profunda, aquí y ahora, sobre el significado del movimiento
social contra el “TLC”, y sus perspectivas, si
es que existen. La derrota del No en el referéndum,
es la derrota de la fracción de las clases dominantes
y de sus aliados políticos y sindicales, los conciliadores
de siempre, no puede significar la derrota para quienes creemos
en un movimiento social basado en los principios de la autogestión
y de la acción directa. El resultado del referéndum
representa la derrota de un sector del movimiento contra el
“TLC”, cuyo objetivo es la toma del poder para
esa fracción de la oligarquía, no significa
jamás la derrota para quienes creemos en un movimiento
social autónomo, pluralista y de base. La derrota es
para quienes le dijeron a la gente que con el “TLC”
se jugaba el futuro de esta sociedad, no para quienes sostuvimos
que la lucha contra el “TLC” era solo un eje táctico,
importantísimo, pero que nada terminaba con esa lucha,
por eso hablamos de resistencia permanente, con o sin “TLC”.
¿Qué explicación le pueden dar a sus
bases, quienes les dijeron que la única consigna era
la derrota del “TLC”? Quienes hoy sienten frustración
son las personas engañadas por los políticos
y los sindicalistas conciliadores, que les dijeron que el
“TLC” era el fin de un Estado social de derecho,
que nunca ha existido, excepto como proyecto. Nosotros, aún
cuando cedimos a la tentación de “vote por el
no”, nuestras concepciones salen fortalecidas de esta
experiencia. El rechazo social al modelo autoritario y al
régimen de corrupción, se extiende entre diversos
sectores sociales, especialmente entre los y las jóvenes
y las mujeres. Más y más personas expresan su
repudio a las ofertas de los políticos. Solo los sectores
sociales más excluidos, ceden ante esas ofertas, a
cambio de bonos de la vivienda y de “ayuda” del
IMAS, es decir, ceden al chantaje estatal. Los campesinos
y las campesinas de este territorio denominado Costa Rica,
cada día entienden mejor que su destino está
en sus propias manos y que no deben, ni pueden, esperar ninguna
solución por parte del Estado, ni de los partidos políticos.
Ellos y ellas, saben que la lucha contra la privatización
de los servicios públicos, no es la lucha a favor de
la corrupción estatal, ni de los privilegios de un
puñado de personajes que han hecho del sindicalismo
su negocio privado. Solo en la comunidad es posible el ejercicio
de la democracia participativa, de la verdadera democracia,
en donde todos y todas participan en la toma de decisiones
sobre la vida comunitaria. El campesinado siempre ha sabido
que la sociedad sin Estado es posible, que los lazos de solidaridad
y de integración con la naturaleza, no necesitan de
la intermediación innecesaria y costosa de los políticos.
Como decía un utopista, debemos pasar del gobierno
político a la administración de las cosas. La
desaparición del Estado no significa el caos y el desorden,
significa la recuperación, para la sociedad, de la
riqueza social que se roban los políticos y las políticas.
Sociedad civil y sociedad política no debieron haberse
separado jamás. Esta separación es la verdadera
causa del resultado fraudulento del referéndum antidemocrático.
Debemos luchar porque el referéndum se convierta en
un verdadero ejercicio de la democracia directa, sobre cualquier
tema, en cualquier momento y con la participación de
los y las jóvenes. Empecemos ya ese necesario debate
político-ideológico sobre lo ocurrido en el
movimiento contra el mal llamado “TLC”. Resistencia
permanente en nuestra vida cotidiana. Desobediencia civil,
autogestión y acción directa. Por la autonomía
del movimiento social frente a todas las fracciones de las
clases dominantes. La no violencia no es cobardía,
no es inacción. Las concepciones de Gandhi no son el
fundamento de quienes dentro del movimiento contra el “TLC”,
predican la pasividad, el respeto a una legalidad profundamente
cuestionada, la inacción, la “sensatez”
y la calma. La no violencia es una herramienta de combate,
de lucha, jamás de tranquilidad. El régimen
imperante en Costa Rica carece de legitimidad y eso lo saben
hasta algunos de los miembros de la policía del mismo
régimen, ¿cómo es posible que haya personas
que dicen enfrentarse al modelo neoliberal, y predican la
resignación, tildando de provocadores e irresponsables,
a los anarquistas y al proyecto de Asamblea del Pueblo? La
no-violencia no es cobardía, ni pasividad. La derrota
del frauderendum es la derrota de los y las seudo pacifistas,
nunca la derrota de las concepciones de no violencia de Gandhi,
que, lamentablemente, no fuimos capaces de impulsar o de realizar.
San Ramón de Alajuela, 8 de octubre de 2007.
Jorge Castillo Arias
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