COSTA
RICA: UN FRAUDE ELECTORAL QUE AGUDIZARÁ EL CONFLICTO
SOCIAL Y POLÍTICO.
Por Rogelio Cedeño Castro.
Profesor de la Escuela
de Sociología de la Universidad Nacional de Costa Rica
(UNA) e integrante del equipo del proyecto de Análisis
de Coyuntura a la sociedad costarricense de la Facultad de
Ciencias Sociales de la misma universidad.
I
Mediante la corrupción, la violencia simbólica
y un clientelismo desbordado el gobierno del presidente Oscar
Arias y los representantes del sector empresarial lograron
distorsionar el sentido del primer referéndum o consulta
electoral directa a la población de la historia republicana
de Costa Rica.
No conformes con esto, una vez que violentaron todos los
procedimientos propios de una sociedad democrática
el gobierno, unido a los empresarios y a los medios de comunicación
masiva, de propiedad de un pequeño sector empresarial,
asegura que ellos obtuvieron un mandato político claro,
para imponerle al país una serie de proyectos de ley
que afectan, de manera significativa, el modelo social y económico
que ha caracterizado a este país, al menos durante
los últimos sesenta años. Nada más lejos
de la verdad, como veremos a continuación.
El movimiento patriótico de lucha contra el TLC con
los Estados Unidos y los 180 comités patrióticos,
extendidos a todo lo largo y lo ancho del territorio nacional,
ha denunciado el fraude mediático y la violencia oligárquica
en contra de los trabajadores. No se trata sólo de
un desconocimiento de los resultados electorales ( con unos
votos más o menos bien contados, según se cree),
por parte de este gran movimiento cívico, sino de que
a partir de la intensificación de los graves problemas
de legitimidad que se venían arrastrando, desde la
última elección presidencial, se está
ante las puertas de un conflicto social y político
que irá tomando fuerza, en los próximos meses,
en la medida en que el régimen imperante continúe
con sus prácticas antidemocráticas para imponer
su agenda al conjunto de la población.
La pujanza del movimiento del NO que expresa la existencia
de un país, partido en dos mitades, aunque no idénticas
y menos aún, con la misma capacidad de respuesta, constituye
una amenaza para los grupos hegemónicos del país,
quienes están haciendo todo lo posible para dividirlo,
poniendo a pelear a sus integrantes entre sí. Los medios
de comunicación han estado, durante toda la semana,
jugándose esa carta, aunque desde luego ignorando que,
en lo sucesivo, muchas de las decisiones políticas
más importantes, habrán de tomarse al interior
de los comités patrióticos, razón por
la que preferirían disolverlos, o en el mejor de los
casos, según sus intereses, se disiparan a partir de
un presunto discurso de unidad nacional. Dentro de este imaginario,
de raíz totalitaria, después del 7 de octubre
habrían sólo costarricenses y no partidarios
del No o del Sí.
La verdad que ni el gobierno ni sus parlamentarios recibieron
un mandato claro y determinante, como para imponer la aprobación
legislativa de los 12 proyectos de la agenda complementaria
que implican, entre otras cosas, la apertura de los negocios
de telecomunicaciones y seguros, como también legislación
sobre propiedad intelectual y sobre materia de biodiversidad.
Un resultado tan estrecho y la presencia de una oposición
mucho más activa y consciente que los votos, fruto
del miedo y de la imposición, propios de buena parte
del oficialismo, son los elementos que vuelven muy explosiva
la coyuntura postelectoral. Por otra parte, el problema para
el gobierno y sus aliados es que de no aprobarse estos proyectos
no habría acuerdo comercial con los Estados Unidos,
pues se trata de condicionantes impuestos por ese país
a sus socios para certificarlos, como una condición
previa a la entrada en vigencia del acuerdo. El plazo expira
el 29 de febrero de 2008.
II
Un país profundamente fracturado desde el punto social
y político fue lo que arrojaron los resultados del
primer referéndum de la historia republicana de Costa
Rica, con el que se logró la aprobación formal
del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y el
resto de Centro América (TLC CAEU-RD). Con apenas un
poco más de 3 puntos de diferencia, que representan
un total de 797.464 votos para el sí (51.60%) y 747.826
votos para el no (48.39%), aunque todavía faltan algunos
resultados electorales, el gobierno del presidente Oscar Arias
y sus mentores de Washington, quienes a través del
embajador Mark Langdale intervinieron, de manera descarada
en todo el proceso, lograron la ratificación de ese
instrumento de dominación colonial.
Con un mapa político que reveló ser sumamente
volátil, puede afirmarse que en este país con
apenas un poco más de 50.000 kilómetros cuadrados
de superficie continental, algunas provincias o regiones variaron,
de manera radical, su comportamiento político, en relación
con las elecciones de febrero de 2006, en la que fue elegido
el actual presidente de la república por un período
de cuatro años.
En aquellas provincias como el Guanacaste (más de
diez mil kilómetros cuadrados), volcadas hacia el desarrollo
turístico y con un notable crecimiento económico,
cuyos beneficios no se ha revertido sobre la población
y por el contrario, es donde se registran los mayores índices
de pobreza o, en otras regiones, tales como el Valle de Los
Santos, al sur de la provincia de San José, en donde
los jóvenes se ven obligados a tomar el camino de la
migración ilegal hacia los Estados Unidos, ante la
falta de oportunidades de empleo, el rechazo al TLC fue muy
notorio, a pesar de haber apoyado a Oscar Arias para la elección
presidencial, de febrero de 2006.
En tres de las siete provincias del país, el NO al
TLC se impuso, a pesar de las presiones mediáticas
y la compra descarada de votos, en lo que constituye la expresión
más descarnada de un clientelismo que viene carcomiendo,
desde hace varias décadas, las instituciones democráticas
de Costa Rica. El comportamiento electoral de las provincias
de Alajuela, Guanacaste y Puntarenas marca una voluntad de
resistencia de las comunidades rurales, hastiadas de sufrir
las consecuencias de las políticas de ajuste estructural
y de los engaños clientelistas. Se trata de un hecho
que tendrá un eco perdurable durante los próximos
años, dados los componentes estructurales que conlleva
la resistencia campesina en todos nuestros países.
III
El fraude electoral cometido por el gobierno y los sectores
empresariales, a los que se une la decisiva complicidad de
la dictadura mediática imperante en este pequeño
país centroamericano y el propio Tribunal Supremo de
Elecciones, es un riesgo calculado que tuvieron que tomarse
los sectores oligárquicos ante la determinación
de un pueblo que, sin grandes recursos económicos,
logró conformar un vasto y plural movimiento de resistencia
al neoliberalismo, tal y como lo habíamos señalado
en un artículo anterior.
Desesperados ante las informaciones, provenientes de Washington,
en el sentido de que una decisión negativa del pueblo
costarricense frente al TLC con los Estados Unidos, no sería
interpretada como un acto hostil en el seno de la mayoría
demócrata del senado y la cámara de representantes,
acudieron a la secretaría de comercio del país
del Norte y al propio presidente estadounidense George Bush
Jr para que amenazara a los costarricenses, diciéndoles
que no era posible una renegociación del tratado, en
lo que constituye una renovada práctica de la prepotencia
imperial de siempre.
Esa idea que había comenzado a abrirse paso entre
los electores irritó a los personeros del régimen
de los Arias y a los propietarios de los medios de comunicación,
quienes actuando a la manera de los regímenes totalitarios,
montaron una campaña del terror, para llevar a los
electores a tomar una decisión basada en el temor al
caos o al vacío político, cuando en realidad
estaban abiertas las puertas para una renegociación
del tratado y abrir así la era de una nueva generación
de tratados más respetuosa de los intereses de los
pueblos latinoamericanos.
Los procedimientos fraudulentos que terminaron por distorsionar
el primer referéndum de la historia de Costa Rica consistieron,
en primer lugar, en el abrumador desbalance informativo introducido
por la gran mayoría de los medios de comunicación,
totalmente parcializados a favor del llamado Sí.
En segundo lugar, por el cerco ideológico y el lavado
de cerebro sistemático a que fueron sometidos los trabajadores
de las empresas ligadas al sector exportador, a quienes in
extremis se les dijo que si ganaba el no, mejor no regresaran
el día lunes a sus puestos de trabajo, porque las empresas
se irían del país.
Por último, nos encontramos en tercer lugar, con
el hecho grotesco de la compra abierta de votos mediante dinero
en efectivo y de prebendas, además del clientelismo
en gran escala, en lo que constituye un verdadero delito electoral,
llevado a cabo por funcionarios como el ministro de vivienda,
Fernando Zumbado y el alcalde de San José, la ciudad
capital del país, Johny Araya quienes ofrecieron viviendas
y becas para estudios a los habitantes más pobres y
vulnerables del país. Esto es lo que debe saber la
comunidad internacional, para no seguir alimentando ilusiones
democráticas, acerca de un país en donde los
sectores dominantes mostraron, por primera vez, su verdadero
rostro, al ver amenazados sus intereses. Sin duda que en Costa
Rica la lucha popular continuará por muchos cauces,
durante los próximos años y también los
problemas de legitimidad continuarán ahondándose,
en cada coyuntura electoral que se presente.
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