Foro:
Anarquismo en el siglo XXI
Una indagatoria en voz
alta acerca de las múltiples expresiones políticas,
sociales y culturales del nuevo siglo que aparecen signadas,
de una manera u otra, con el sello o los ecos lejanos del
anarquismo clásico, llevaron a cabo el historiador
Rodrigo Quesada Monge, el abogado y analista social Jorge
Castillo Arias y el sociólogo Rogelio Cedeño
Castro.
El evento tuvo lugar el
viernes 23 de septiembre, en la sala 2 de conferencias, del
nuevo edificio de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad
Nacional. Se trataba de un foro con el que los participantes
quieren abrir un debate más amplio, sobre la actualidad
y la resonancia del pensamiento y las tradiciones anarquistas,
dentro de los nuevos movimientos sociales, surgidos como resultado
de una nueva cultura política que se ha venido acuñando,
durante el cambio de siglo y dentro de la cual, no necesariamente,
aparecen con la etiqueta (bastante distorsionada, por cierto)
de anarquistas.
En su disertación,
Rodrigo Quesada destacó el planteamiento de que ningún
anarquista, serio y responsable, comparte el criterio de que
sólo la democracia parlamentaria burguesa es capaz
de generar buen gobierno, y mucho menos, el que sostienen
los marxistas de que el estatismo autoritario es la única
salida para los desposeídos. Recordó, asimismo
algunos aspectos de las diferencias entre anarquistas y marxistas,
en el seno de la Primera Internacional (1864) y el carácter
contingente de algunas de ellas, tales como el uso de la acción
directa, propugnada por los primeros.
Por su parte, Jorge Castillo
indicó que el anarquismo es la vez un movimiento político
y antipolítico pues, por una parte, rechaza el mundo
falso y opresor de la política burguesa, con sus partidos
y gigantescos medios de dominación y, por el otro,
constituye la expresión de una política de izquierdas
que, en nuestra época, busca ir mucho más allá
de la tradición obrerista de hace un siglo, combatiendo
todas las formas de opresión, al mismo tiempo que rechaza
las pretensiones autoritarias que conducen a separar el socialismo
de la libertad y la democracia plena. Se trata de una lucha
por la concreción de una libertad efectiva, dentro
de la cual resulta esencial la realización plena del
ser humano y es por ello, que la acción y el pensamiento
anarquista resultan incompatibles con el estrecho mundo de
las libertades burguesas individuales, exaltadas por el pensamiento
único de los nuevos y los viejos liberales. Resaltó
asimismo, la incompatibilidad entre la civilización
industrial y la posibilidad de un futuro digno para el género
humano, dadas sus letales consecuencias para la naturaleza,
lo que fue una bandera que siempre levantaron los anarquistas,
en lo que resulta un vivo contraste con otras corrientes del
movimiento social.
Para Rogelio Cedeño
la existencia de una gran cantidad de movimientos sociales
y políticos que emergieron, muchos de ellos, en los
últimos años del siglo anterior, y que presentan
-de una manera u otra- el sello del anarquismo es un hecho
digno de destacarse. Recordó los casos del movimiento
zapatista en Chiapas y la gran movilización, a escala
planetaria, del movimiento de lucha contra la globalización
neoliberal y sus efectos más temibles, en diversos
órdenes de la vida social. Recordó que el movimiento
de los zapatistas ha rechazado la estrategia de toma del poder,
dentro del estado mexicano y ha planteado la necesidad de
una gran movilización social, a partir de la cual se
materialice el reconocimiento y la participación política
de los marginados de siempre en la sociedad mexicana: los
pueblos originarios del continente. Recordó también
como han aflorado, dentro de los sindicatos y otras organizaciones
populares, una serie de demandas para promover la participación
del mayor número en los procesos de toma de decisiones,
rechazando así el carácter autoritario y centralista
de la cultura política, propia de la modernidad burguesa.
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