Pasos para organizar una Asamblea Popular
Pasos para organizar una Asamblea Popular
 

De encrucijadas y realidades:

Una perspectiva libertaria del movimiento contra el “TLC”


Una crítica constante al quehacer de los anarquistas, proveniente de quienes han sido seducidos por los dogmas desmesurados del cientificismo, es que los anarquistas están en la estratosfera.  Lo cual, algunas veces, es, aparentemente confirmado, cuando frente a hechos concretos, como la lucha actual contra el mal llamado Tratado de Libre Comercio, algun@s muchach@s se lanzan a las calles con consignas abstractas contra el Estado, sin articular esta concepción general con el contexto histórico.  Creo que la reiteración de ciertas conductas nos obliga a la autocrítica.   Porque, quizá, no hemos sabido explicitar nuestras tesis dentro del movimiento social de oposición al TLC.  Por lo cual creo que debemos ahondar en nuestra posición frente al mal llamado Tratado de Libre Comercio:

PRIMERO: El TLC solo es un instrumento más, dentro del conjunto de políticas tendientes a la neoliberalización de los países del Tercer Mundo, en el proyecto denominado “globalización”; es solo una pieza más del engranaje del capital transnacional y sus aliados locales, para el mantenimiento y la sobrevivencia, de un sistema basado en la expoliación de la mayoría de la población y la destrucción masiva de los recursos naturales.  A través de este instrumento pretenden darle un respiro a un sistema, que se encuentra permanentemente en recesión.  Liberalizar, significa simplemente que el capital transnacional pueda hacer lo que le dé la gana, rebasando incluso la institucionalidad de los llamados Estados Nacionales,  Queda claro, a estas alturas, que el TLC  impone definitivamente un modelo de desarrollo determinado, el modelo neoliberal.  El Estado es reducido a su papel de guardián del orden.  El Estado a su función clásica:  reprimir, encarcelar, proteger las inversiones del capital.

SEGUNDO:  El mal llamado TLC, es a su vez, un instrumento de carácter geopolítico de los Estados Unidos de América y corresponde a su política de ir corriendo más al sur su frontera (ya lo está haciendo en la “lucha” contra el tráfico de drogas y contra los inmigrantes).  A través del Tratado se establece un área de amortiguamiento y de abastecimiento militar, en el centro del continente.  Con el TLC, U.S.A. impone definitivamente su dominio político-militar en el área, de allí que en el poder legislativo norteamericano se haya aprobado, porque el TLC es un asunto de seguridad nacional (de Estados Unidos de América, por supuesto).  Debe recordarse que estos tratados de libre comercio, son el instrumento sustituto de la fracasada Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), y en el caso particular que nos ocupa, es claro que el TLC es, por su carácter multilateral, solo una pieza de la estrategia belicista de U.S.A.

TERCERO:  La lucha contra el mal llamado TLC, no puede constituir la única consigna del movimiento social, pues, sería criminal y autodestructivo.  Insistir en el “no al TLC” como único punto del programa del movimiento social, es convertir lo que es uno de los instrumentos del capital transnacional, en un asunto de vida o muerte, lo cual constituye una absoluta falsedad.  Porque el proceso de aplicación de las políticas neoliberales (globalización), empezó desde fines del siglo pasado, a través de los llamados “programas de ajuste estructural” del Banco Mundial y el FMI.  El campesinado y grandes sectores sociales de este país ya han sufrido el impacto de dichas políticas, el TLC solo viene a aumentar el impacto, es un asunto cuantitativo, no cualitativo, es decir, no cambia nada.  No hay ruptura de continuidad en el sistema si se aprueba o no dicho Tratado.  La lucha contra el TLC solo puede constituir una herramienta táctica, un instrumento, que le permita a la mayoría de la población, cuestionar el funcionamiento del sistema y de sus resultados.  Debemos reconocer que este movimiento contra el TLC, posee una característica importantísima, cual es su diversidad.  Dentro de este movimiento se encuentran sectores religiosos, sindicales, ecológicos, indígenas, artistas, homosexuales, estudiantes.  Esta diversidad político-ideológica de los y las protagonistas, más el predominio de las expresiones individuales de protesta contra el TLC, que revela la profundidad del descontento social, establece una diferencia radical de este movimiento con movilizaciones pasadas, en donde predominaban las consignas uniformes de partidos y sindicatos.  Escenario que obliga a los simpatizantes y militantes del anarquismo a integrarse fuertemente a este movimiento, a no aislarse en una torre de consignas ahistóricas.

CUARTO: En este movimiento contra el mal llamado TLC, existen muchas corrientes que enmarcan esta lucha en un falso dilema: el Estado con instituciones de servicios públicos (llámese Estado social de derecho, Estado benefactor) frente al Estado neoliberal (guardián del orden, sin instituciones de servicios públicos).  Según estas corrientes, aquí habría un enfrentamiento entre quienes defienden los monopolios estatales frente al capital transnacional que quiere hacer dinero con dichas instituciones.  Aquí, incluso, los partidos que se reclaman del “marxismo-leninismo” hacen frente común y vuelven sobre los temas del frente popular con la “burguesía nacionalista” (que nunca ha existido…, y todavía se atreven a llamar utopistas a los anarquistas). Llenan sus pancartas y periódicos, con llamados a la defensa de la soberanía nacional y de las instituciones que prestan los servicios públicos.  Aquí, es necesario aclarar, que no existe soberanía nacional cuando este país ha pertenecido y pertenece al área de influencia de U.S.A.  Aquí no se hace nada sin la bendición del tío Sam.  Con TLC o sin TLC, esta situación no variará, excepto que con el TLC se facilita aún más la utilización del territorio para operaciones militares del ejército de U.S.A.  (que ya se utiliza en la “lucha” contra el narcotráfico).  Por otra parte, los servicios públicos en manos del Estado, ciertamente ha significado una mayor cobertura de dichos servicios a más población, pero, no es posible concluir que esto ha significado una mejoría en el  bienestar de la mayoría de la población.  Aquí, creo, que estos sectores, dizque “revolucionarios”, están inmersos en la ideología que construyó la oligarquía sobre el “tico”, están analizando la realidad del país, analizando solamente la meseta central.  Pareciera que no conocen realmente el resto del país, el otro país (como lo llama el maestro Rogelio Cedeño), donde la cobertura de servicios no ha implicado bienestar y vida digna para la mayoría de la población.  Parece que desconocen la realidad de miles de familias que viven en los cinturones de miseria de San José y las principales ciudades del país.  El bienestar y la vida digna para la mayoría de la población no ha sido posible bajo este sistema, dichas instituciones públicas solo han servido para procesos de corrupción, que se han vuelto verdaderas formas de acumulación de capital para la clase política, que han enriquecido a un puñado de políticos empresarios o empresarios políticos, y por supuesto, le han otorgado privilegios a la burocracia sindical.  Este movimiento social contra el TLC no puede convertirse en una simple defensa de un Estado social de derecho que nunca existió, ni defensa de los privilegios de la “aristocracia” sindical.  Lo cual no significa tampoco, que estemos a favor de los monopolios privados, ni de los servicios públicos en manos de las empresas transnacionales.   Hoy, más que nunca se ha de propagar la idea de modelos alternativos de organización social, que no sostengan ni instituciones públicas inundadas de corrupción, cuyos supuestos fines han sido desvirtuados en la realidad, ni el mercado dominado por el capital transnacional.  Entre todos debemos construir un modelo social solidario, autogestionario y amigable con la naturaleza, donde no haya exclusiones.

QUINTO:  Para ir concluyendo, quisiera hacer esta reflexión:  A veces las intuiciones son mejores que las razones, digo, para conformarme sobre lo que llego a concluir sobre este asunto del “debate nacional” alrededor del tema del “TLC”.  Aún cuando sé que no existe punto de comparación visible entre las condiciones socioeconómicas y políticas de la década de los cuarenta, en el siglo recién pasado, y este tiempo que vivimos, creo que existe una situación en común, estamos inmersos en un proceso de reestructuración del modelo de dominación.  En Costa Rica esto pareciera cíclico, veamos:  Es a mediados del siglo diecinueve que, a través de un gobierno autoritario (Braulio Carrillo), se conforma el Estado Nacional.  De ahí hasta 1871, se produce una época de convulsiones y de cambios en el poder continuos.  Hasta que los denominados liberales logran constituir un modelo de dominación estable, basado principalmente en la utilización de la educación como forma de control social y el liderazgo patriarcal.  Dicho modelo entra en crisis a mediados de la década de los treinta del siglo veinte, a partir de la crisis económica mundial del capitalismo y de la irrupción del movimiento sindical y social en la vida política del país.  Dicha crisis culmina en la escaramuza de 1948, de donde va a surgir un nuevo modelo de dominación estable, basado en el bipartidismo y el “intervencionismo” estatal.  Este modelo entra en crisis en la década de los ochenta y haciendo analogía con los procesos anteriores estaríamos, actualmente, en la parte final, es decir, de la inestabilidad actual deberá surgir un nuevo modelo de dominación, si no somos capaces de alentar dentro del movimiento social, la necesidad de nuevas formas de organización social.  La crisis del modelo surgido en la década de los cincuenta es evidente, en todos los ámbitos de la vida social  y política del país, el “bipartidismo” ha muerto y no ha surgido una reforma que supere este trauma.  Ahora bien, encuentro otras similitudes entre la década de los cuarenta del siglo pasado y la situación actual:  La existencia de un gobierno ilegítimo o inconstitucional y el pretexto de la confrontación entre las fracciones de las clases dominantes:  ayer, la “pureza del sufragio”, hoy, la aprobación o no del “TLC”.  De tal manera, que si hoy, entendemos que las causas de la escaramuza del 48 se encontraban en la necesidad de la reestructuración del modelo de dominación y no en el sufragio (tan desprestigiado como hoy), debemos tener presente que el “TLC” no es la verdadera causa del conflicto actual, sino que en el fondo gravita la necesidad de reestructurar el modelo de dominación.  Sólo que aquí, quizá, el pretexto, es decir, la aprobación o no del “TLC”, podría conllevar en sí, dicha reestructuración.  Sin embargo, llamo la atención, que solo si asumimos esta perspectiva, podemos explicarnos, el por qué las fracciones de la clase dominante están en ambos bandos, a favor y en contra del “TLC”, que esto no tiene nada que ver con nacionalismo de alguna facción, ni nada por el estilo; simplemente, ante el peligro de un movimiento social autónomo, diverso, individual, de rechazo sostenido al modelo de dominación existente hasta el momento en el país, las fracciones de la clase dominante pretenden – al igual que en la década de los cuarenta del siglo recién pasado – controlar, mediatizar o si fuera necesario, destruir dicho movimiento social.  Aquí, como en la década mencionada, no existen solo dos bandos, no, en cada bando hay diversidad:  En el bando a favor del “TLC”, están, quienes pretenden una imposición del “TLC” respetuosa del “procedimiento” y quienes pretenderían imponerlo a través de cualquier medio.  En el otro bando, insertas en el movimiento en contra del “TLC”, las fracciones de las clases dominantes también están divididas, entre quienes quieren aprovechar este “debate nacional” para intentar desatar un conflicto armado y quienes, como el Frente Nacional de Apoyo a la lucha contra el TLC, (véase que son honrados, al menos, se autodenominan de apoyo, y no frente de lucha, porque no quieren ninguna) y otros organismos universitarios recién surgidos, que plantean el respeto absoluto a la legalidad y el pacifismo a ultranza; es decir, que pretenden mantener el modelo de dominación tal cual.  Ahora, la pregunta es; ¿qué hace el movimiento social en este conflicto?.  ¿Qué hacía el movimiento social de la década de los cuarenta en aquel conflicto?  ¿Por qué dicen que Calufa le dijo a Manuel Mora que era un cobarde, tanto por mantener la alianza con Calderón Guardia, como luego, por capitular ante Figueres Ferrer?  Es que para mí, esta es la clave de esta coyuntura, la autonomía del movimiento social frente a las fracciones de la clase dominante en pugna, en el proceso de reestructuración del modelo de dominación.  ¿Qué detiene a los actuales “dirigentes políticos y sindicales” del movimiento social, para luchar por su autonomía?  ¿Quiénes son esos “dirigentes”?  Creo que esos “dirigentes” solo pretenden formar parte de la reestructuración del nuevo modelo de dominación.  Solo así podemos explicar su conducta, solo así podemos explicar porque rehúsan establecer una agenda de lucha nacional, regional, local y sectorial; solo así podemos explicar porque ven esta lucha como una sucesión interminable de plazas públicas.  Solo así podemos explicar porque no entregan sus recursos a la regionalización de la lucha, porque no hacen ningún esfuerzo por la participación desde las bases, porque no impulsan la movilización permanente.  Solo desde esta perspectiva es posible explicarse la mutabilidad constante de los grandes medios de comunicación.  Las diversas fracciones de la clase dominante solo pretenden cerrar el paso al movimiento social autónomo, de cualquier manera.

Es en este marco, que se debe comprender la lucha actual contra el mal llamado TLC, solo es un eje táctico de importancia, en la medida que implica el cuestionamiento y la movilización de diversos sectores sociales.  Debemos entender que los movimientos sociales no se programan, ni tienen dirigencias pre-establecidas.  Los movimientos sociales tienen su propia dinámica y debemos insertarnos allí, si queremos que nuestra voz sea escuchada.  De allí que rescatemos la forma organizativa de las asambleas populares, que en los últimos años ha sido la característica que han asumido los movimientos sociales en toda América Latina (ejemplos como Argentina,  Bolivia, Ecuador, hasta actualmente Oaxaca).  Comprendiendo que esta forma de organización y de lucha responde a las necesidades de participación democrática que exige la gente.  La miseria de la democracia realmente existente, que no permite la participación de la mayoría de la población en la toma de decisiones sobre su propia vida y destino, es la clave para entender los movimientos sociales actuales.  Y esta exigencia de participación social no es nueva, desde los orígenes del movimiento obrero, con la Asociación Internacional de Trabajadores, la consigna fue:  La emancipación de los trabajadores será obra solo de los trabajadores mismos.  De allí que los hitos en esta lucha siempre han  tenido carácter asambleario o comunero, por eso podemos hablar hoy de la Comuna de Oaxaca, como antiguamente se habló de la Comuna de París.  Por eso creo que nuestro mensaje hoy solo puede ser:  el poder a las bases.  Debemos luchar, en este sentido, contra el poder estatal, autoritario, jerárquico, alienante, patriarcal, corrupto, para construir un contrapoder autogestionario y horizontal, profundamente democrático y tolerante de la diversidad.  La sociedad debe ser como una madre que nutra – en el más amplio sentido del término – a todos sus hijos y a todas sus hijas, para que estos y estas lleguen a ser mujeres y hombres solidarios y libres.  Y esta lucha contra el Tratado nos permite caminar en esa dirección:  la resistencia permanente.

Jorge Castillo Arias
San Ramón de Alajuela
Círculo de Estudios La Libertad y Asamblea del Pueblo
jorcastari@yahoo.com

 

 

 

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