EL
DÍA DESPUÉS DEL “FRAUDERÉNDUM”
Los hombres y las mujeres que componen lo más sano,
honorable e integro de la nación costarricense, de
nuevo han sacado la cara, han dado muestras ejemplares de
aplomo, y marchado con firmeza, enalteciendo las más
valerosas tradiciones de lucha y, sosteniendo indestructibles
los baluartes que ha lo largo de la historia, levantaron las
banderas en la pelea por los derechos fundamentales de la
población, y por la libertad. Se ha escrito otra página
brillante con letras de trabajo, tesón, lealtad y decencia
manteniendo vivo el espíritu soberano, y la entereza
de nuestro pueblo. En distintas formas, pero, con criterio
esclarecido y discernimiento, desde los diversos sectores
sociales, desde distintas perspectivas políticas y,
a partir de puntos de vista diferentes, se supo contestar
frontalmente a la tentativa de extorsión y amaño,
que se encontraban en el montaje del denominado “¡referéndum!”.
Con la frente en alto, erguido el ánimo, certeza en
la causa, un abanico de Comités de Lucha, actores y
luchadoras sociales, activistas del movimiento social, levantaron
la voz altiva impugnando, las tropelías, arbitrariedades,
abusos, iniquidades y desafueros, tramados y ejecutados por
la maquinaria oficial, las cámaras empresariales, y
esbirros pagados por el capital extranjero, el gobierno, y
la oligarquía nacional. Efectivamente, en el mismo
momento en que se anunciaba la posibilidad de perpetrar un
“¡referéndum!”, con el fin de zanjar
el problema del mal llamado “tlc”, resonaron los
llamados refutando esa posibilidad, debido a los riesgos y
apuros que traería para el movimiento popular. La objeción
principal radicaba en que se estaba incurriendo en el error
de otorgarle las cartas para dirimir el conflicto, a las clases
dominantes.
Significaba un traspié monumental el cederle esa vía
de arbitraje y sentencia, de la discusión del adverso
paquete anexionista, a los políticos, organismos del
Estado, magistrados, jueces, y funcionarios gubernamentales,
todos seriamente cuestionados; así como, ajustarse
a los irrefutablemente corrompidos procedimientos electorales,
que ellos administran. Como un hecho irrebatible tenemos que,
en el momento en que se difundió la posibilidad de
convocatoria a “¡referéndum!”, la
cohorte de agregados de la Presidencia de la República,
en connivencia con el séquito legislativo adepto del
gran capital transnacional, se apresuró a gestionar
la ruta del “¡referéndum!”. Por supuesto,
el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) autorizó el
“¡referéndum!”, de la dictadura de
los hermanos Arias.
Con los acontecimientos vividos en los últimos meses,
semanas, días y horas, se ha verificado la conspiración
urdida en las cúpulas de la sociedad costarricense.
Esa intriga en nombre de la “democracia”, menoscabando
otra vez la rectitud del pueblo, dañando su conciencia,
quebrantando su probidad. Contubernio malicioso con el que
laceran derechos ciudadanos, mancillan libertades constitucionales,
vulneran la soberanía nacional, y deshonran la dignidad
popular. Es revelador el coraje con que se ha rebatido esa
ensambladura con la etiqueta de “consulta democrática”,
para “aprobar” el vejatorio edicto rotulado como
“Tratado de Libre Comercio”. De principio a fin
fue una componenda, con anomalías, arreglos, chanchullos,
degenerando en tretas, suciedades, y artimañas fraudulentas.
Sabemos a ciencia cierta que en al acto comicial del 7 de
octubre, se produjeron trucos dolosos y marrullerías,
que al final redundaron en manoseos, informes falseados, y
datos inflados en las urnas y, por medio del sistema de cómputo.
Definitivamente es imposible dejar pasar este episodio de
manipulación, este nuevo atropello a la inteligencia,
esta injuria a la nobleza y, en desmedro de la confianza,
y el candor de las mayorías populares.
Irreversiblemente, lo anterior nos lleva a negar toda intensión
de legitimar, de darle admisibilidad, o de acato obligatorio
al supuesto mandato de ratificación del “tlc”,
con resultados inmoralmente falseados en tan perverso proceso.
Cuando hace dos años y meses se hablo en los corrillos
del movimiento social de un posible “¡referéndum!”,
con el propósito de canalizar la solución del
conflicto en torno al “tlc”, advertimos con vehemencia
sobre los albures que se jugaba el movimiento popular, en
una eventualidad como la de un “¡referéndum!”,
maquinado a espaldas del pueblo.
Nos opusimos enérgica y convencidos de nuestros razonamientos.
En todo momento conservamos nuestras posiciones persuadidos
de que la lógica de nuestros juicios, se justificaba
en la dolorosa experiencia de nuestro pueblo enfrentado a
contiendas electorales, en la convicción de salvaguardar
la unidad del moviendo popular, y en salvar los objetivos
estratégicos y tácticos de la lucha emprendida
por el pueblo organizado.
Sabíamos que la figura constitucional del REFERENDO
sólo estaba tipificada en la carta magna. Posteriormente,
con el conocimiento de que se había sancionado una
“Ley de Regulación del Referendo”, en febrero
de 2006, la cual se había tramitado a la carrera, de
manera improvisada, y prácticamente en silencio. Teníamos
una plétora de argumentos para desconfiar de asuntos
comiciales, de soluciones electorales y, sobre todo de la
rectitud, la transparencia y la pureza de las propuestas eleccionarias.
Por esas consideraciones de fundamento, dijimos no a un ¡”referéndum!”.
En nuestra opinión las diferentes fracciones de la
burguesía negociaron tras bambalinas, una salida a
la confrontación existente, situación azarosa
que se les venía paulatinamente complicando, poniendo
en entredicho su estabilidad, y sus intereses de clase. Convinieron
en la opción del “¡referéndum!”,
independientemente de las innegables discrepancias tácticas,
pero, juiciosos de sus coincidencias estratégicas.
Pactaron, para con ello cortarle el paso a los sectores populares
más combativos, evitar una profundización del
descontento generalizado, la radicalización de la lucha
antiimperialista, y por la soberanía; que a la vez,
podría convertirse en una explosión social incontrolable,
inducir una revuelta popular, y provocar una fase de transición
política.
Hemos comprendido otra arista de la astucia de aplicarle
a la cuestión del “tlc” la fórmula
electiva. Consistía en llevar a la ciudadanía
inscrita en el padrón electoral, a “ejercer el
derecho de elegir”, de aprobar o rechazar el “tratado”;
a jugar el papel de “diputados (as)” por un día
y, para ese caso, con lo cual lo legitimaban, forzaban su
aceptación legal, lograban una habilitación
constitucional ampliada, estratégica. Aunque, el “proyecto”
sometido a consulta rozara violentamente la Constitución,
fuese inadmisible, insostenible, incongruente con los intereses
nacionales, y por lo tanto, el mismo “¡referéndum!”,
fuera análogamente inaplicable, anticonstitucional,
e ilegítimo.
Consideramos, que la figura del “¡referéndum!”
fue una maniobra táctica para evadir el apremio de
la movilización popular, la lucha de las calles oprimidas,
la iniciativa autogestionaria, la acción directa. Se
trataba de quitarle al pueblo los instrumentos básicos
con que cuenta para demandar sus derechos, de sacarlo del
terreno que domina, controla, conoce y lidera. Así,
pasaron la disputa a la arena electoral donde la oligarquía
tiene todas las ventajas, experiencia, el aparato institucional,
recursos financiaros, medios propagandísticos, la prensa,
la logística de la empresa privada y el Estado y, las
cuentas bancarias del capital transnacional.
En momentos en que las fuerzas populares tenían a
los sectores hegemónicos derrotados, arrinconados,
contra el suelo, y a distancia de tiro de gracia, _ solamente
recordemos los instantes, de la marcha del 26 de febrero de
los corrientes_, surge el magnífico puente de plata
por donde desahogan su congoja, abren una válvula de
escape a la presión, eluden el aprieto y, momentáneamente,
un posible desplome total. Creemos que fue un flotador puesto
en bandeja a la reacción interna y externa, a los filibusteros
globalizados y sus adeptos, al orden establecido, canalizando
una escapatoria al trance que los hundía, utilizando
el modelo electoral; muy a pesar, de la crisis, la bancarrota,
y el agotamiento del sistema “electocrático”
y, de la precaria credibilidad que la población mantiene
en el mismo.
Cuando salió el fantoche del “¡referéndum!”
corroboramos nuestra repulsa a ese ardid, declarando que ese
mecanismo era una trampa que nos llevaría a un callejón
sin salida. Constituía un golpe al movimiento popular
que se tropezó con la disyuntiva de transferir sus
esfuerzos a una liza incómoda, penosa, perniciosa,
corrupta, y en donde disminuye, se estrecha dramáticamente,
su capacidad de acción. Pretendía, entre otras
cosas, generar desconcierto en las filas patrióticas
y populares, desmovilizar, neutralizar, mediatizar y desmoralizar,
provocaría contradicciones internas, Indujo a la vacilación,
el diversionismo, y la distracción entre los y las
luchadoras sociales.
A su debido tiempo entendimos que introducir al movimiento
popular al zarandeo electoral, simbolizaría una dilapidación
de la red organizativa, de la estructura de movilización,
de su acervo político. No podíamos darnos el
lujo de charanguear el movimiento social, desperdiciando sus
arrestos de beligerancia, vulgarizando sus capacidades en
una campaña electorera. El dilema se nos venía
encima y, no estábamos dispuestos a desperdiciar lo
construido. Francamente, concordamos que involucrarse en la
vía “¡referéndum!” fue un
desacierto, ya que invirtió _al menos temporalmente_
la correlación de fuerzas, la cual habíamos
inclinado a favor nuestro. Esto como corolario de un error
táctico, a merced de un sutil golpe de timón
de los sectores de la burguesía nacional.
Estamos en presencia de una “consulta” irregular
y anómala desde sus orígenes, se instituye un
“¡referéndum!” frágil, saturado
de dudas, festinado con apuro, con fisuras en todos los ángulos.
La ley que lo propugna fue aderezada a espaldas del pueblo
por los distintos partidos electoreros, representados en el
parlamento. Subsiguientemente toda la estructura del poder
estatuido, convenientemente confluye para sostener su encargo.
Como lo hemos observado, vamos a tener una conducta trastornada
de los tribunales, magistrados, Sala IV, jueces y del Tribunal
Supremo de Elecciones (TSE). Este último responsable
de regular y administrar el “¡referéndum!”,
no garantizaba ninguna certidumbre, ni corrección en
su manejo.
Nunca puede ser fiable un tribunal de elecciones que confirmó
una candidatura inconstitucional, como la de Oscar Arias,
que confirmó su elección, y lo declaró
presidente de la República. Lo que no es otra cosa
que validar a un dictador. Ya antes la Sala IV había
ratificado la candidatura de Arias, pasando por encima de
la Asamblea Legislativa, la Constitución, y de los
y las costarricenses, al votar favorablemente la reelección,
certificando un palmario golpe de estado técnico. Con
antecedentes como los descritos, a nadie sorprendió
el comportamiento de la señalada Sala, cuando respaldó
el “¡referéndum!”, catalogando como
improcedentes las irrefutables violaciones constitucionales,
del “texto” que se votaría en el mismo.
El TSE va a mantener una conducta constante, adhiriéndose
a la directriz tiránica, rechazando todas las petitorias
de aclaración, memoriales, y escritos, solicitando
una reglamentación justa de la campaña, igualdad
de condiciones para las partes, imparcialidad de las instituciones
del Estado, precaución con las fuentes de financiamiento,
equilibrio en la propaganda. Igualmente objetó “ad
portas” todos los recursos presentados, para oficiar
la prioridad del referendo popular, para congelar el despacho
legislativo de la Agenda de Complementaria, para que el parlamento
efectuara la consulta preceptiva de constitucionalidad del
“tlc”.
Plegado de ese modo a la probada línea despótica,
el TSE, introduce otro sesgo de invalidez al “¡referéndum!”,
al promover la comisión aprobatoria de un tema que
rasga transversalmente la Carta Magna, quebranta la legislación
vigente, desgarra los derechos sociales, despedaza la soberanía,
y la integridad nacionales. Terminando de mutilarlo al torcer
tendenciosamente el objetivo de la “consulta”,
llevando a elección el dictamen de mayoría de
la Comisión Legislativa de Asuntos Internacionales
y Comercio Exterior, documento que dista substancialmente
del material original estampado en la mesa por los EE.UU.,
como “Tratado de Libre Comercio”. Mamotreto que
según sus orquestadores es inalterable, eterno, e inmutable.
Concebido en los tenebrosos laboratorios de la oligarquía
y el imperialismo, ese adefesio que con certeza podemos concluir
en llamar “FRAUDERÉNDUM”, se transfiguró
en cadáver. Lo abortaron entre tanto hechicero maléfico,
entre tanto partero y tocólogo perverso, entre tanto
avariento rancio y, sacaron a espantar un feto nauseabundo,
desintegrado y repugnante, como factor de manipulación
política, como patraña repulsiva, con la que
abusarían con insolencia del pueblo sencillo. A partir
de su inoportuna aparición sospechamos, dimos las alertas,
advertimos el desatino, y la insensatez, de esa vía
errática de salida a la confrontación, y de
la contienda contra el “tlc”.
Un monstruoso agravio al pueblo se que fue plasmando en toda
la extensión del “frauderendum”, el desequilibrio,
y la iniquidad, aparecieron como espectros pérfidos
durante toda la carrera. Los medios de Comunicación
adictos del gran capital tergiversando, suplantando, falsificando
la verdad. Conduciendo la opinión pública con
su facundia escandalosa, su labia trillada, y su locuacidad
estafadora. Que mejor ejemplo que el uso de muestreos de opinión,
alterados premeditadamente en componenda con las empresas
encuestadoras, para generar confusión entre las masas.
La maquinaria gubernamental, el aparato institucional, el
tropel de serviles, la clientela de los potentados, oligarcas
y plutócratas, como autómatas repitiendo las
ringleras publicitarias, repartiendo panfletos, y chantajeando
a la masa empobrecida e ignorante, con una letanía
de promesas humillantes, e ilusorias.
Esa faena tendenciosa fue una extorsión a la escrupulosidad
del pueblo costarricense, financiada con los recursos públicos.
El multimillonario costo del “frauderéndum”
se cargó sobre los hombros de los y las contribuyentes,
que giran sus aportes tributarios al fisco mediante la cancelación
religiosa de los impuestos directos e indirectos. Lo apuntamos
en su momento, y lo recalcamos hoy, la convocatoria de esa
postiza “consulta popular” era innecesaria por
extemporánea. Respondió únicamente a
los calculados planes políticos de los grupos oligárquicos,
a sus temores de perder el control y la hegemonía del
poder, fundados en circunstancias coyunturales, a los riesgos
que afloraban de la conflagración social, a sus proyecciones
electorales, a la urgencia de certificar institucionalmente,
y a cualquier costo, el “tratado”.
Las asimetrías presentes en el “frauderéndum”
se perciben también, en caudal millonario de dólares
en manos de los falaces promotores del “tlc”,
con incontestable superioridad sobre los sectores humildes
enlazados en los comités patrióticos, y las
agrupaciones sociales. Los de arriba tuvieron deuda política_
la que no tendrán que pagar ya que se la sacarán
al pueblo, a cambio de hambre, miseria y sufrimiento_ , los
de abajo no contaban con más capitales, que la voluntad
humana, el ardor, el tesón y la abnegación.
Su espíritu de lucha y, determinación indoblegable
ante cualquier adversidad.
Podríamos adherir muchas más argumentaciones
que demuestran con prolijidad, como ese pregonado “referéndum”,
emergió a la palestra como un ardid político
de los opresores, seguros de que con los hilos del poder bajo
control, lo tenían en sus manos, haciéndolo
a su imagen, fraguándolo a tono con su esencia ominosa
y vil. Los maestros, especialistas de las cátedras
en materia jurídica de nuestro país, demostraron
que el denominado “TLC”, violenta abruptamente
la constitucionalidad, es una afrenta a la integridad nacional,
por lo que esa suerte de “referéndum”,
era un contrasentido antijurídico, irracional, una
auténtica sombra viciada de nulidad.
En el escenario de un día después del “frauderéndum”
estamos en la obligación de hacer un reconocimiento
a millones de compatriotas: desde niñas y niños
escolares, adolescentes, jóvenes, hasta las mujeres
y hombres que, en el transcurso de una lucha de casi cinco
años frente al profano “tlc”_resistiendo
las estratagemas de los entreguistas que junto a los intrusos
“procónsules” ambicionan enclavarlo usando
todos los callejones posibles_, lo han derrotado contundentemente.
Venciendo la infamia del dinero y al convoy totalitario a
cada paso, el pueblo, con cada iniciativa, en cada idea, en
cada propuesta, en cada jornada, en cada mitin, en cada escaramuza,
en cada consigna gritada con arrojo proletario, con pasión
colectiva, con pundonor patriótico, con tenacidad y
beligerancia. Debemos afirmar esa manifestación irrefutable
de oposición a los designios de colonización
escondidos tras el lóbrego “tratado”, expresada
en un concluyente referendo, fidedigno, verificado en las
calles, plazas, parques y carreteras, de todas las latitudes
del territorio nacional.
Ese; el de las acciones en el terreno de la protesta social,
donde el pueblo haciendo valer su derecho como único
soberano históricamente constituido, es el referendo
válido, fehaciente e inequívoco, el que ha legitimado
la decisión de un pueblo valiente que declaró,
en todo momento, su oposición incontrovertible al “tlc”.
De frontera a frontera y de mar a mar resonó un rotundo
NO, pronunciado por amplias mayorías populares haciéndose
eco de sus derechos adquiridos, comprendiendo sus experiencias
anteriores, interpretando su papel como salvaguardia de la
soberanía y la libertad, recurriendo a sus propios
medios de lucha, lidiando en la arena donde es invencible,
en el campo donde su participación si es definitiva,
y en donde puede decidir el curso de los acontecimientos.
Desde nuestra perspectiva conciliar la realización
del “referéndum” nunca fue prudente ni
táctico, por el contrario un yerro garrafal, un desliz,
un disparate sólo entendible como un ardid en el libreto
de las clases dominantes. Sobre todo cuando el pueblo costarricense
ya había pronunciado su decisión, construyendo
su propio referendo bajo los términos de una genuina
y ejemplar democracia posible, en tanto es edificada desde
los cimientos mismos del sentir popular, desde abajo, desde
la llanura misma, donde el accionar directo y autogestionario
del pueblo noble es incorruptible, y su fuerza indestructible.
Hoy, el día después del “frauderéndum”
es deplorable que políticos, partidos electoreros,
arribistas y oportunistas vengan a rasgarse las vestiduras,
ante el asombro causado por el “fraude”. Sabedores
de que fueron precisamente dirigentes sindicales y sectores
agrupados en organizaciones con objetivos electorales, tendentes
a la concertación, los que promovieron y conciliaron
esa maquinación artificiosa, ese desatinado “referéndum”.
Que apechuguen con su error, no vengan ahora a pretender justificarse
con evasivas, disculpas, o excusándose con razones
demagógicas, aduciendo desconocimiento de las dudas,
cuestionamientos, parcialidad, perniciosa actitud y sospecha,
sobre los mecanismos electorales vigentes. Mucho menos que
se atrevan a insinuar un aval a esos resultados comiciales,
legitimando lo actuado, con discursos exhortando a la “unidad
nacional” la prudencia, la armonía, y la concordia.
Hoy, el día después del “frauderéndum”
nos unimos a esos contingentes de patriotas honrados, gallardos
y dignos, que gritan con decoro y voz en pecho, el lema de
“FRAUDE”, “FRAUDE”, “FRAUDE”.
Los mismos que corroboraron en carne propia, en cada lugar
donde actúan y, en toda la extensión de ese
desafuero, las jugadas matreras, los lances y abusos, de la
falange autocrática, del intervencionismo imperial,
y del capital artero. En semejantes condiciones no se le puede
dar cabida a quienes desde posiciones partidarias, tienen
ambiciones politiqueras, y pretenden, aprovechándose
del trabajo del movimiento social y patriótico, utilizarlo
como escalera para subirse a las tarimas a darse un baño
de protagonismo. En esa misma línea de pensamiento
debemos atacar al modelo electoral imperante, que con este
nuevo capítulo oscuro, se despeña en una agonía
sin retorno. No podemos tropezar más en la misma piedra.
Hoy, el día después del “frauderéndum”
es ineludible hacer un balance concienzudo, maduro, ecuánime,
colocando las piezas en el lugar justo del tablero político,
de la realidad social. Hay que hacer un ejercicio crítico,
juicioso, recuperar los planteamientos y las posiciones emitidas
en su momento y, de esa manera reconocer equivocaciones y
aciertos, consecuentemente extraer las enseñanzas correspondientes
de la magra o, aleccionadora experiencia. Es imperativo realizar
un análisis de la correlación de fuerzas, con
la agudeza reflexiva y la objetividad que nos permita, establecer
la apropiada medida de la situación, y tomar las decisiones
que la misma atribuya.
Hoy, el día después del “frauderéndum”
mantiene su vigencia el objetivo estratégico de lucha,
el cual exhorta a la derrota total del “TLC”,
de la Agenda de Instrumentación_ llamada Agenda de
Implementación_, y de todos los planes de dominación
neo-colonial; definido en la “Coordinadora Nacional
de Lucha”. Coherentemente tenemos que pasar al reagrupamiento
de todas las fuerzas organizadas del movimiento popular, patriótico
y social, como tarea táctica que nos posibilite avanzar
por el camino cierto de la unidad en la acción.
Hoy, el día después del “frauderéndum”
se debe impulsar la rearticulación de la red organizativa,
la recomposición de las filas, y con claro derrotero
dar el salto a la acción, a la protesta y la movilización,
ocupando las calles, dando golpes basados en el escalonamiento,
la combinación creativa de las formas de lucha, y la
simultaneidad, que nos lleve a rematar en una incontrastable
huelga general. Por esa vía se estaría probablemente
insinuando, cuando sea incontenible el descontento de las
masas, una rebelión popular que desembocaría
en la caída del gobierno, de los tiranos, y de la pandilla
de oligarcas, que tanto daño le ha causado al pueblo.
Hoy, día después del “frauderéndum”
es atinente vigilar las cuevas de donde puedan salir las serpientes
de la traición a la lucha. Se debe estar en disposición
de poner un valladar a todo intento de vender la lucha. El
movimiento popular ha sufrido mucho a estas alturas de la
batalla social, con los grupos proclives a la negociación.
Han sido muchos y amargos los merodeos a espaldas del pueblo,
de los frentes regionales, de los núcleos de base,
de los colectivos populares, para soportar una afrenta más.
No permitir desde ya cualquier intento de los partidos políticos
presentes en el parlamento, (Partido Acción Ciudadana,
Frente Amplio, PASE), por transigir, doblegarse, o acceder
a tramas palaciegas con el régimen despótico
y sus fracciones políticas, para acatar los resultados
del “referéndum”, la “ratificación”
del “tratado” y, facilitar el trámite legislativo
de las “Agendas Complementarias”. Rechazar frontalmente
toda negociación que se pueda producir entre telones.
El desafió por el contrario se encuentra en obstaculizar
el “filibusterismo” de los vende-patria, en el
Congreso. En esa dirección sólo cabe el boicot
legislativo, y operativamente el cerco y el mecateo.
Hoy, el día después del “frauderéndum”
se trata de darle instrumentos y condiciones al pueblo sencillo,
a labriegos, amas de casa, jóvenes, adolescentes, trabajadoras
y estudiantes, para que desde donde, viven, trabajan, estudian,
o interactúan, levanten su accionar, lancen sus propuestas,
surquen las calles, estructuren la lucha autogestionaria,
efectiva y directa. Este es un momento trascendental para
alegar, que de una vez portadas, el único liderazgo
válido es el del pueblo mismo. No debemos convalidar
envestiduras a liderazgos artificiales, y a fariseos que asuman
la representación, y decidan por las masas, por las
bases, por los conglomerados populares. Es en el terreno donde
el pueblo se reserva el derecho a decidir. Representantes
o voceros del movimiento social, de los colectivos en acción,
en ninguna circunstancia, estarían autorizados a tranzar,
o concertar en las alturas. Nadie pude apoderarse de la dirección
del pueblo, cartera para nadie sólo para el mismo pueblo.
Hoy, el día después del “frauderéndum”
se sobrepondrá la confianza, el decoro, la valentía,
y la honradez popular. Terminemos por enterrar el temor, desterremos
el terrorismo de estado, la intimidación del capital,
engrandezcamos el combate por la soberanía nacional,
y la dignidad del pueblo. Entendamos también que estamos
viviendo una fase culminante de nuestra historia, en el sentido
de que debemos percatarnos que se está cerrando un
ciclo, un período de hegemonía social, que el
orden establecido está en crisis, por lo que nos coloca
ante el reto de potenciar la situación y, promover
la transformación social, el cambio estructural, echando
los pilares de un proceso de transición política,
viabilizando una plataforma para modelar un nuevo poder de
raíces populares.
Hoy, el día después del Frauderéndum”
hagamos nuestro el lema de José Gervasio Artigas (Libertador
Uruguayo) “La unión nos hará fuertes y
la fuerza nos dará la libertad.”
Oscar Barrantes Rodríguez
Miembro:
Comité Cívico de Occidente
Asamblea del pueblo
San Ramón-Costa Rica
Octubre de 2007.
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