Pasos para organizar una Asamblea Popular
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EL DÍA DESPUÉS DEL “FRAUDERÉNDUM”

Los hombres y las mujeres que componen lo más sano, honorable e integro de la nación costarricense, de nuevo han sacado la cara, han dado muestras ejemplares de aplomo, y marchado con firmeza, enalteciendo las más valerosas tradiciones de lucha y, sosteniendo indestructibles los baluartes que ha lo largo de la historia, levantaron las banderas en la pelea por los derechos fundamentales de la población, y por la libertad. Se ha escrito otra página brillante con letras de trabajo, tesón, lealtad y decencia manteniendo vivo el espíritu soberano, y la entereza de nuestro pueblo. En distintas formas, pero, con criterio esclarecido y discernimiento, desde los diversos sectores sociales, desde distintas perspectivas políticas y, a partir de puntos de vista diferentes, se supo contestar frontalmente a la tentativa de extorsión y amaño, que se encontraban en el montaje del denominado “¡referéndum!”.

Con la frente en alto, erguido el ánimo, certeza en la causa, un abanico de Comités de Lucha, actores y luchadoras sociales, activistas del movimiento social, levantaron la voz altiva impugnando, las tropelías, arbitrariedades, abusos, iniquidades y desafueros, tramados y ejecutados por la maquinaria oficial, las cámaras empresariales, y esbirros pagados por el capital extranjero, el gobierno, y la oligarquía nacional. Efectivamente, en el mismo momento en que se anunciaba la posibilidad de perpetrar un “¡referéndum!”, con el fin de zanjar el problema del mal llamado “tlc”, resonaron los llamados refutando esa posibilidad, debido a los riesgos y apuros que traería para el movimiento popular. La objeción principal radicaba en que se estaba incurriendo en el error de otorgarle las cartas para dirimir el conflicto, a las clases dominantes.

Significaba un traspié monumental el cederle esa vía de arbitraje y sentencia, de la discusión del adverso paquete anexionista, a los políticos, organismos del Estado, magistrados, jueces, y funcionarios gubernamentales, todos seriamente cuestionados; así como, ajustarse a los irrefutablemente corrompidos procedimientos electorales, que ellos administran. Como un hecho irrebatible tenemos que, en el momento en que se difundió la posibilidad de convocatoria a “¡referéndum!”, la cohorte de agregados de la Presidencia de la República, en connivencia con el séquito legislativo adepto del gran capital transnacional, se apresuró a gestionar la ruta del “¡referéndum!”. Por supuesto, el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) autorizó el “¡referéndum!”, de la dictadura de los hermanos Arias.

Con los acontecimientos vividos en los últimos meses, semanas, días y horas, se ha verificado la conspiración urdida en las cúpulas de la sociedad costarricense. Esa intriga en nombre de la “democracia”, menoscabando otra vez la rectitud del pueblo, dañando su conciencia, quebrantando su probidad. Contubernio malicioso con el que laceran derechos ciudadanos, mancillan libertades constitucionales, vulneran la soberanía nacional, y deshonran la dignidad popular. Es revelador el coraje con que se ha rebatido esa ensambladura con la etiqueta de “consulta democrática”, para “aprobar” el vejatorio edicto rotulado como “Tratado de Libre Comercio”. De principio a fin fue una componenda, con anomalías, arreglos, chanchullos, degenerando en tretas, suciedades, y artimañas fraudulentas.

Sabemos a ciencia cierta que en al acto comicial del 7 de octubre, se produjeron trucos dolosos y marrullerías, que al final redundaron en manoseos, informes falseados, y datos inflados en las urnas y, por medio del sistema de cómputo. Definitivamente es imposible dejar pasar este episodio de manipulación, este nuevo atropello a la inteligencia, esta injuria a la nobleza y, en desmedro de la confianza, y el candor de las mayorías populares.
Irreversiblemente, lo anterior nos lleva a negar toda intensión de legitimar, de darle admisibilidad, o de acato obligatorio al supuesto mandato de ratificación del “tlc”, con resultados inmoralmente falseados en tan perverso proceso. Cuando hace dos años y meses se hablo en los corrillos del movimiento social de un posible “¡referéndum!”, con el propósito de canalizar la solución del conflicto en torno al “tlc”, advertimos con vehemencia sobre los albures que se jugaba el movimiento popular, en una eventualidad como la de un “¡referéndum!”, maquinado a espaldas del pueblo.

Nos opusimos enérgica y convencidos de nuestros razonamientos. En todo momento conservamos nuestras posiciones persuadidos de que la lógica de nuestros juicios, se justificaba en la dolorosa experiencia de nuestro pueblo enfrentado a contiendas electorales, en la convicción de salvaguardar la unidad del moviendo popular, y en salvar los objetivos estratégicos y tácticos de la lucha emprendida por el pueblo organizado.

Sabíamos que la figura constitucional del REFERENDO sólo estaba tipificada en la carta magna. Posteriormente, con el conocimiento de que se había sancionado una “Ley de Regulación del Referendo”, en febrero de 2006, la cual se había tramitado a la carrera, de manera improvisada, y prácticamente en silencio. Teníamos una plétora de argumentos para desconfiar de asuntos comiciales, de soluciones electorales y, sobre todo de la rectitud, la transparencia y la pureza de las propuestas eleccionarias. Por esas consideraciones de fundamento, dijimos no a un ¡”referéndum!”.

En nuestra opinión las diferentes fracciones de la burguesía negociaron tras bambalinas, una salida a la confrontación existente, situación azarosa que se les venía paulatinamente complicando, poniendo en entredicho su estabilidad, y sus intereses de clase. Convinieron en la opción del “¡referéndum!”, independientemente de las innegables discrepancias tácticas, pero, juiciosos de sus coincidencias estratégicas. Pactaron, para con ello cortarle el paso a los sectores populares más combativos, evitar una profundización del descontento generalizado, la radicalización de la lucha antiimperialista, y por la soberanía; que a la vez, podría convertirse en una explosión social incontrolable, inducir una revuelta popular, y provocar una fase de transición política.

Hemos comprendido otra arista de la astucia de aplicarle a la cuestión del “tlc” la fórmula electiva. Consistía en llevar a la ciudadanía inscrita en el padrón electoral, a “ejercer el derecho de elegir”, de aprobar o rechazar el “tratado”; a jugar el papel de “diputados (as)” por un día y, para ese caso, con lo cual lo legitimaban, forzaban su aceptación legal, lograban una habilitación constitucional ampliada, estratégica. Aunque, el “proyecto” sometido a consulta rozara violentamente la Constitución, fuese inadmisible, insostenible, incongruente con los intereses nacionales, y por lo tanto, el mismo “¡referéndum!”, fuera análogamente inaplicable, anticonstitucional, e ilegítimo.

Consideramos, que la figura del “¡referéndum!” fue una maniobra táctica para evadir el apremio de la movilización popular, la lucha de las calles oprimidas, la iniciativa autogestionaria, la acción directa. Se trataba de quitarle al pueblo los instrumentos básicos con que cuenta para demandar sus derechos, de sacarlo del terreno que domina, controla, conoce y lidera. Así, pasaron la disputa a la arena electoral donde la oligarquía tiene todas las ventajas, experiencia, el aparato institucional, recursos financiaros, medios propagandísticos, la prensa, la logística de la empresa privada y el Estado y, las cuentas bancarias del capital transnacional.

En momentos en que las fuerzas populares tenían a los sectores hegemónicos derrotados, arrinconados, contra el suelo, y a distancia de tiro de gracia, _ solamente recordemos los instantes, de la marcha del 26 de febrero de los corrientes_, surge el magnífico puente de plata por donde desahogan su congoja, abren una válvula de escape a la presión, eluden el aprieto y, momentáneamente, un posible desplome total. Creemos que fue un flotador puesto en bandeja a la reacción interna y externa, a los filibusteros globalizados y sus adeptos, al orden establecido, canalizando una escapatoria al trance que los hundía, utilizando el modelo electoral; muy a pesar, de la crisis, la bancarrota, y el agotamiento del sistema “electocrático” y, de la precaria credibilidad que la población mantiene en el mismo.

Cuando salió el fantoche del “¡referéndum!” corroboramos nuestra repulsa a ese ardid, declarando que ese mecanismo era una trampa que nos llevaría a un callejón sin salida. Constituía un golpe al movimiento popular que se tropezó con la disyuntiva de transferir sus esfuerzos a una liza incómoda, penosa, perniciosa, corrupta, y en donde disminuye, se estrecha dramáticamente, su capacidad de acción. Pretendía, entre otras cosas, generar desconcierto en las filas patrióticas y populares, desmovilizar, neutralizar, mediatizar y desmoralizar, provocaría contradicciones internas, Indujo a la vacilación, el diversionismo, y la distracción entre los y las luchadoras sociales.

A su debido tiempo entendimos que introducir al movimiento popular al zarandeo electoral, simbolizaría una dilapidación de la red organizativa, de la estructura de movilización, de su acervo político. No podíamos darnos el lujo de charanguear el movimiento social, desperdiciando sus arrestos de beligerancia, vulgarizando sus capacidades en una campaña electorera. El dilema se nos venía encima y, no estábamos dispuestos a desperdiciar lo construido. Francamente, concordamos que involucrarse en la vía “¡referéndum!” fue un desacierto, ya que invirtió _al menos temporalmente_ la correlación de fuerzas, la cual habíamos inclinado a favor nuestro. Esto como corolario de un error táctico, a merced de un sutil golpe de timón de los sectores de la burguesía nacional.

Estamos en presencia de una “consulta” irregular y anómala desde sus orígenes, se instituye un “¡referéndum!” frágil, saturado de dudas, festinado con apuro, con fisuras en todos los ángulos. La ley que lo propugna fue aderezada a espaldas del pueblo por los distintos partidos electoreros, representados en el parlamento. Subsiguientemente toda la estructura del poder estatuido, convenientemente confluye para sostener su encargo. Como lo hemos observado, vamos a tener una conducta trastornada de los tribunales, magistrados, Sala IV, jueces y del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE). Este último responsable de regular y administrar el “¡referéndum!”, no garantizaba ninguna certidumbre, ni corrección en su manejo.

Nunca puede ser fiable un tribunal de elecciones que confirmó una candidatura inconstitucional, como la de Oscar Arias, que confirmó su elección, y lo declaró presidente de la República. Lo que no es otra cosa que validar a un dictador. Ya antes la Sala IV había ratificado la candidatura de Arias, pasando por encima de la Asamblea Legislativa, la Constitución, y de los y las costarricenses, al votar favorablemente la reelección, certificando un palmario golpe de estado técnico. Con antecedentes como los descritos, a nadie sorprendió el comportamiento de la señalada Sala, cuando respaldó el “¡referéndum!”, catalogando como improcedentes las irrefutables violaciones constitucionales, del “texto” que se votaría en el mismo.

El TSE va a mantener una conducta constante, adhiriéndose a la directriz tiránica, rechazando todas las petitorias de aclaración, memoriales, y escritos, solicitando una reglamentación justa de la campaña, igualdad de condiciones para las partes, imparcialidad de las instituciones del Estado, precaución con las fuentes de financiamiento, equilibrio en la propaganda. Igualmente objetó “ad portas” todos los recursos presentados, para oficiar la prioridad del referendo popular, para congelar el despacho legislativo de la Agenda de Complementaria, para que el parlamento efectuara la consulta preceptiva de constitucionalidad del “tlc”.

Plegado de ese modo a la probada línea despótica, el TSE, introduce otro sesgo de invalidez al “¡referéndum!”, al promover la comisión aprobatoria de un tema que rasga transversalmente la Carta Magna, quebranta la legislación vigente, desgarra los derechos sociales, despedaza la soberanía, y la integridad nacionales. Terminando de mutilarlo al torcer tendenciosamente el objetivo de la “consulta”, llevando a elección el dictamen de mayoría de la Comisión Legislativa de Asuntos Internacionales y Comercio Exterior, documento que dista substancialmente del material original estampado en la mesa por los EE.UU., como “Tratado de Libre Comercio”. Mamotreto que según sus orquestadores es inalterable, eterno, e inmutable.

Concebido en los tenebrosos laboratorios de la oligarquía y el imperialismo, ese adefesio que con certeza podemos concluir en llamar “FRAUDERÉNDUM”, se transfiguró en cadáver. Lo abortaron entre tanto hechicero maléfico, entre tanto partero y tocólogo perverso, entre tanto avariento rancio y, sacaron a espantar un feto nauseabundo, desintegrado y repugnante, como factor de manipulación política, como patraña repulsiva, con la que abusarían con insolencia del pueblo sencillo. A partir de su inoportuna aparición sospechamos, dimos las alertas, advertimos el desatino, y la insensatez, de esa vía errática de salida a la confrontación, y de la contienda contra el “tlc”.

Un monstruoso agravio al pueblo se que fue plasmando en toda la extensión del “frauderendum”, el desequilibrio, y la iniquidad, aparecieron como espectros pérfidos durante toda la carrera. Los medios de Comunicación adictos del gran capital tergiversando, suplantando, falsificando la verdad. Conduciendo la opinión pública con su facundia escandalosa, su labia trillada, y su locuacidad estafadora. Que mejor ejemplo que el uso de muestreos de opinión, alterados premeditadamente en componenda con las empresas encuestadoras, para generar confusión entre las masas. La maquinaria gubernamental, el aparato institucional, el tropel de serviles, la clientela de los potentados, oligarcas y plutócratas, como autómatas repitiendo las ringleras publicitarias, repartiendo panfletos, y chantajeando a la masa empobrecida e ignorante, con una letanía de promesas humillantes, e ilusorias.

Esa faena tendenciosa fue una extorsión a la escrupulosidad del pueblo costarricense, financiada con los recursos públicos. El multimillonario costo del “frauderéndum” se cargó sobre los hombros de los y las contribuyentes, que giran sus aportes tributarios al fisco mediante la cancelación religiosa de los impuestos directos e indirectos. Lo apuntamos en su momento, y lo recalcamos hoy, la convocatoria de esa postiza “consulta popular” era innecesaria por extemporánea. Respondió únicamente a los calculados planes políticos de los grupos oligárquicos, a sus temores de perder el control y la hegemonía del poder, fundados en circunstancias coyunturales, a los riesgos que afloraban de la conflagración social, a sus proyecciones electorales, a la urgencia de certificar institucionalmente, y a cualquier costo, el “tratado”.

Las asimetrías presentes en el “frauderéndum” se perciben también, en caudal millonario de dólares en manos de los falaces promotores del “tlc”, con incontestable superioridad sobre los sectores humildes enlazados en los comités patrióticos, y las agrupaciones sociales. Los de arriba tuvieron deuda política_ la que no tendrán que pagar ya que se la sacarán al pueblo, a cambio de hambre, miseria y sufrimiento_ , los de abajo no contaban con más capitales, que la voluntad humana, el ardor, el tesón y la abnegación. Su espíritu de lucha y, determinación indoblegable ante cualquier adversidad.

Podríamos adherir muchas más argumentaciones que demuestran con prolijidad, como ese pregonado “referéndum”, emergió a la palestra como un ardid político de los opresores, seguros de que con los hilos del poder bajo control, lo tenían en sus manos, haciéndolo a su imagen, fraguándolo a tono con su esencia ominosa y vil. Los maestros, especialistas de las cátedras en materia jurídica de nuestro país, demostraron que el denominado “TLC”, violenta abruptamente la constitucionalidad, es una afrenta a la integridad nacional, por lo que esa suerte de “referéndum”, era un contrasentido antijurídico, irracional, una auténtica sombra viciada de nulidad.

En el escenario de un día después del “frauderéndum” estamos en la obligación de hacer un reconocimiento a millones de compatriotas: desde niñas y niños escolares, adolescentes, jóvenes, hasta las mujeres y hombres que, en el transcurso de una lucha de casi cinco años frente al profano “tlc”_resistiendo las estratagemas de los entreguistas que junto a los intrusos “procónsules” ambicionan enclavarlo usando todos los callejones posibles_, lo han derrotado contundentemente.

Venciendo la infamia del dinero y al convoy totalitario a cada paso, el pueblo, con cada iniciativa, en cada idea, en cada propuesta, en cada jornada, en cada mitin, en cada escaramuza, en cada consigna gritada con arrojo proletario, con pasión colectiva, con pundonor patriótico, con tenacidad y beligerancia. Debemos afirmar esa manifestación irrefutable de oposición a los designios de colonización escondidos tras el lóbrego “tratado”, expresada en un concluyente referendo, fidedigno, verificado en las calles, plazas, parques y carreteras, de todas las latitudes del territorio nacional.

Ese; el de las acciones en el terreno de la protesta social, donde el pueblo haciendo valer su derecho como único soberano históricamente constituido, es el referendo válido, fehaciente e inequívoco, el que ha legitimado la decisión de un pueblo valiente que declaró, en todo momento, su oposición incontrovertible al “tlc”. De frontera a frontera y de mar a mar resonó un rotundo NO, pronunciado por amplias mayorías populares haciéndose eco de sus derechos adquiridos, comprendiendo sus experiencias anteriores, interpretando su papel como salvaguardia de la soberanía y la libertad, recurriendo a sus propios medios de lucha, lidiando en la arena donde es invencible, en el campo donde su participación si es definitiva, y en donde puede decidir el curso de los acontecimientos.

Desde nuestra perspectiva conciliar la realización del “referéndum” nunca fue prudente ni táctico, por el contrario un yerro garrafal, un desliz, un disparate sólo entendible como un ardid en el libreto de las clases dominantes. Sobre todo cuando el pueblo costarricense ya había pronunciado su decisión, construyendo su propio referendo bajo los términos de una genuina y ejemplar democracia posible, en tanto es edificada desde los cimientos mismos del sentir popular, desde abajo, desde la llanura misma, donde el accionar directo y autogestionario del pueblo noble es incorruptible, y su fuerza indestructible.

Hoy, el día después del “frauderéndum” es deplorable que políticos, partidos electoreros, arribistas y oportunistas vengan a rasgarse las vestiduras, ante el asombro causado por el “fraude”. Sabedores de que fueron precisamente dirigentes sindicales y sectores agrupados en organizaciones con objetivos electorales, tendentes a la concertación, los que promovieron y conciliaron esa maquinación artificiosa, ese desatinado “referéndum”. Que apechuguen con su error, no vengan ahora a pretender justificarse con evasivas, disculpas, o excusándose con razones demagógicas, aduciendo desconocimiento de las dudas, cuestionamientos, parcialidad, perniciosa actitud y sospecha, sobre los mecanismos electorales vigentes. Mucho menos que se atrevan a insinuar un aval a esos resultados comiciales, legitimando lo actuado, con discursos exhortando a la “unidad nacional” la prudencia, la armonía, y la concordia.

Hoy, el día después del “frauderéndum” nos unimos a esos contingentes de patriotas honrados, gallardos y dignos, que gritan con decoro y voz en pecho, el lema de “FRAUDE”, “FRAUDE”, “FRAUDE”. Los mismos que corroboraron en carne propia, en cada lugar donde actúan y, en toda la extensión de ese desafuero, las jugadas matreras, los lances y abusos, de la falange autocrática, del intervencionismo imperial, y del capital artero. En semejantes condiciones no se le puede dar cabida a quienes desde posiciones partidarias, tienen ambiciones politiqueras, y pretenden, aprovechándose del trabajo del movimiento social y patriótico, utilizarlo como escalera para subirse a las tarimas a darse un baño de protagonismo. En esa misma línea de pensamiento debemos atacar al modelo electoral imperante, que con este nuevo capítulo oscuro, se despeña en una agonía sin retorno. No podemos tropezar más en la misma piedra.

Hoy, el día después del “frauderéndum” es ineludible hacer un balance concienzudo, maduro, ecuánime, colocando las piezas en el lugar justo del tablero político, de la realidad social. Hay que hacer un ejercicio crítico, juicioso, recuperar los planteamientos y las posiciones emitidas en su momento y, de esa manera reconocer equivocaciones y aciertos, consecuentemente extraer las enseñanzas correspondientes de la magra o, aleccionadora experiencia. Es imperativo realizar un análisis de la correlación de fuerzas, con la agudeza reflexiva y la objetividad que nos permita, establecer la apropiada medida de la situación, y tomar las decisiones que la misma atribuya.

Hoy, el día después del “frauderéndum” mantiene su vigencia el objetivo estratégico de lucha, el cual exhorta a la derrota total del “TLC”, de la Agenda de Instrumentación_ llamada Agenda de Implementación_, y de todos los planes de dominación neo-colonial; definido en la “Coordinadora Nacional de Lucha”. Coherentemente tenemos que pasar al reagrupamiento de todas las fuerzas organizadas del movimiento popular, patriótico y social, como tarea táctica que nos posibilite avanzar por el camino cierto de la unidad en la acción.

Hoy, el día después del “frauderéndum” se debe impulsar la rearticulación de la red organizativa, la recomposición de las filas, y con claro derrotero dar el salto a la acción, a la protesta y la movilización, ocupando las calles, dando golpes basados en el escalonamiento, la combinación creativa de las formas de lucha, y la simultaneidad, que nos lleve a rematar en una incontrastable huelga general. Por esa vía se estaría probablemente insinuando, cuando sea incontenible el descontento de las masas, una rebelión popular que desembocaría en la caída del gobierno, de los tiranos, y de la pandilla de oligarcas, que tanto daño le ha causado al pueblo.

Hoy, día después del “frauderéndum” es atinente vigilar las cuevas de donde puedan salir las serpientes de la traición a la lucha. Se debe estar en disposición de poner un valladar a todo intento de vender la lucha. El movimiento popular ha sufrido mucho a estas alturas de la batalla social, con los grupos proclives a la negociación. Han sido muchos y amargos los merodeos a espaldas del pueblo, de los frentes regionales, de los núcleos de base, de los colectivos populares, para soportar una afrenta más. No permitir desde ya cualquier intento de los partidos políticos presentes en el parlamento, (Partido Acción Ciudadana, Frente Amplio, PASE), por transigir, doblegarse, o acceder a tramas palaciegas con el régimen despótico y sus fracciones políticas, para acatar los resultados del “referéndum”, la “ratificación” del “tratado” y, facilitar el trámite legislativo de las “Agendas Complementarias”. Rechazar frontalmente toda negociación que se pueda producir entre telones. El desafió por el contrario se encuentra en obstaculizar el “filibusterismo” de los vende-patria, en el Congreso. En esa dirección sólo cabe el boicot legislativo, y operativamente el cerco y el mecateo.

Hoy, el día después del “frauderéndum” se trata de darle instrumentos y condiciones al pueblo sencillo, a labriegos, amas de casa, jóvenes, adolescentes, trabajadoras y estudiantes, para que desde donde, viven, trabajan, estudian, o interactúan, levanten su accionar, lancen sus propuestas, surquen las calles, estructuren la lucha autogestionaria, efectiva y directa. Este es un momento trascendental para alegar, que de una vez portadas, el único liderazgo válido es el del pueblo mismo. No debemos convalidar envestiduras a liderazgos artificiales, y a fariseos que asuman la representación, y decidan por las masas, por las bases, por los conglomerados populares. Es en el terreno donde el pueblo se reserva el derecho a decidir. Representantes o voceros del movimiento social, de los colectivos en acción, en ninguna circunstancia, estarían autorizados a tranzar, o concertar en las alturas. Nadie pude apoderarse de la dirección del pueblo, cartera para nadie sólo para el mismo pueblo.

Hoy, el día después del “frauderéndum” se sobrepondrá la confianza, el decoro, la valentía, y la honradez popular. Terminemos por enterrar el temor, desterremos el terrorismo de estado, la intimidación del capital, engrandezcamos el combate por la soberanía nacional, y la dignidad del pueblo. Entendamos también que estamos viviendo una fase culminante de nuestra historia, en el sentido de que debemos percatarnos que se está cerrando un ciclo, un período de hegemonía social, que el orden establecido está en crisis, por lo que nos coloca ante el reto de potenciar la situación y, promover la transformación social, el cambio estructural, echando los pilares de un proceso de transición política, viabilizando una plataforma para modelar un nuevo poder de raíces populares.

Hoy, el día después del Frauderéndum” hagamos nuestro el lema de José Gervasio Artigas (Libertador Uruguayo) “La unión nos hará fuertes y la fuerza nos dará la libertad.”

 

Oscar Barrantes Rodríguez
Miembro:
Comité Cívico de Occidente
Asamblea del pueblo
San Ramón-Costa Rica
Octubre de 2007.

 

 

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