Pasos para organizar una Asamblea Popular
Pasos para organizar una Asamblea Popular
 

Golpe de Estado en Honduras.
La derecha chilena favorita para ganar las próximas elecciones.
Funes amenazado si decide "virar" a la izquierda.
Martinelli en Panamá jura trabajar por el regreso de América Latina a la derecha.
Los Kinchner pierden el congreso ante la derecha.
Laura Chinchilla virtualmente la próxima presidenta de Costa Rica.
Calderón en México.
Alan García el el Perú.
Uribe en Colombia.
Estaremos de verdad girando hacia la izquierda, como publicita Chavéz, o se trata de un espejismo siendo que vamos en el sentido contrario.????

Manuel Espino, presidente actual de la Organización Demócrata Cristiana de América (OCDA) (la cual estratégicamente traslado su sede al México D.F.), con tono agresivo, de conquista, repite continuamente en sus discursos: "Vamos por los gobiernos de América Latina".

Mencionar la actual alianza entre la ODCA y el fascista español José María Aznar, quien en noviembre de 2008 encabezo, aquí en Costa Rica, un congreso internacional promocionado como la reunión de más de 700 líderes empresariales, sociales, políticos y académicos de Centroamérica. El encuentro fue organizado por Valores Santander, Credomatic y la AMCHAM. Igualmente el lazo de amistad entre Aznar y nuestro amigo Eduardo Ulibarri.

"The Empire Strikes Back"

Dos artículos que convergen al respecto...





Entrevista a Atilio Borón, intelectual argentino


Martes, 29 de julio de 2008


Movilizar al pueblo y pasar a la ofensiva: la alternativa para los gobiernos de izquierdas en América Latina

LÉ. ¿Hay un proceso de reorganización de la derecha en América Latina?

AB. La derecha ante las amenazas que plantean un mayor o menor grado de radicalidad de diversos gobiernos de América Latina, y especialmente los de Venezuela, Bolivia y Ecuador, evidentemente no está con las manos cruzadas, a la espera del veredicto de las urnas. La derecha, a diferencia de la izquierda, está en permanente actitud de guardia, de movilización, altamente organizada y siempre plantea su lucha en todos los escenarios y no solo el electoral.

Creo que una de las debilidades de la izquierda es que una vez que abandonó la vía insurreccional, hizo una apuesta muy fuerte, casi excluyente, de hacer política dentro de los márgenes estrechos de la institucionalidad burguesa y eso le resta mucha fuerza.

LÉ. ¿Y es una recuperación estratégica?

AB. Que la derecha esté ahora recuperando un cierto protagonismo en países como Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina está marcando el hecho de que ve amenazas potenciales y ellos no conceden absolutamente nada y están tratando de reorganizarse. La duda es si esa reorganización puede tener éxito ante una respuesta muy eficaz de la izquierda de movilizar a los sectores sociales que representa, encuadrarlos en una estructura flexible, democrática, y salir a disputar con la derecha todos los terrenos, que van desde el parlamentario, en la calle, en los medios de comunicación, en lo ideológico y otros.

Lo que veo con preocupación es que ante ese renacimiento de la derecha, que tampoco hay que exagerar en términos absolutos, aunque en Bolivia y Venezuela es mucho más fuerte, la respuesta en Bolivia se ha dejado esperar. Hay que salir a ganar la calle nuevamente. Proyectos de cambio como los que están en marcha en Bolivia, Venezuela y Ecuador no se pueden sostener solamente por la vía de los mecanismos institucionales. Quedarse recluidos en esos ámbitos es la mejor garantía de que la derecha logrará un triunfo y que además cuenta con el accionar abierto de la embajada de los Estados Unidos.

LÉ. ¿Movilización social para evitar que el péndulo vaya a la derecha?

AB. Eso es definitivo. Un gobierno de izquierda no controla la gran riqueza del país y porque no la controla es que ha sido promovido por las masas populares a conducir el Estado. La izquierda no controla los grandes medios de comunicación de masas, las universidades y la industria. El único respaldo que tiene un gobierno de izquierda es la capacidad de atraer el activismo y el entusiasmo de las masas. Ese es un principio tan viejo como 500 años atrás. Maquiavelo lo formuló al decir que el príncipe tiene dos alternativas: o se apoya en los grandes, en los magnates, o se apoya en el pueblo, y que si se apoya en los primeros su suerte está echada ya que para los magnates cualquier gobierno, incluso el que lo sirve, siempre es visto como un intruso. En cambio, si se apoya en el pueblo, éste lo considera como su representante genuino y siempre va a tener una lealtad permanente hacia ese gobierno.

Entonces, la alternativa es muy clara para los gobiernos de izquierda en la región: o se apoyan en el pueblo y toman los recursos necesarios para la lucha política o simplemente quedan maniatados y atados, imposibilitados de hacer cualquier cambio profundo.

LÉ. ¿Con lo señalado, no está en duda entonces la posibilidad de hacer cambios a través de ámbitos legales burgueses?, ¿No es una ilusión de tránsito al socialismo en esas condiciones?

AB. Yo creo que definitivamente es una ilusión si uno se queda encerrado dentro de los moldes que demarcan las reglas de juego de la democracia burguesa. Como estudioso de la democracia burguesa puede decir que ésta organiza de tal manera el proceso político como para hacer posible la permanente victoria de las clases dominantes, aunque en una determinada coyuntura puede haber un pequeño resquicio donde se puede hacer avanzar alguna conquista o causa popular.

LÉ. ¿Ante eso qué puede hacer un gobierno de izquierda?

AB. Lo que tiene que hacer un gobierno de izquierda es expandir los límites de la democracia burguesa hasta transformarla cualitativamente en una de democracia genuina. La democracia burguesa no es democracia porque organiza el juego de tal manera que solo pueden triunfar las clases dominantes. Entonces, eso se cambia democratizando la democracia a través de la más intensa participación popular, no solo en las instituciones que la burguesía define como públicas sino incluso en aquellas que el derecho burgués define como privadas, por ejemplo el mundo de los medios de comunicación, el campo intelectual, la vida pública en general. Ahora, eso supone un gran esfuerzo de organización y de movilización.

La izquierda solo tiene dos armas que ya fueron planteadas con toda claridad en los textos clásicos del marxismo, sobre todo en Lenin, que lamentablemente mucha izquierda de América Latina da por muerto, pero que convendría utilizar la misma expresión que Marx utilizó en relación a Hegel cuando hace un rescate al decir que "cuando mucho de mis contemporáneos se vanaglorian de considerar a Hegel como un perro muerto, yo lo considero como gran filósofo". Bueno, en el caso de Lenin, su aporte es aquel que corrientes románticas e ingenuas políticamente de la izquierda no se dan cuenta que la única arma que tienen hoy en día un gobierno popular para consolidarse es la organización del campo popular y el trabajo de concientización. Sin organización y sin conciencia no tenemos futuro.

La burguesía está muy bien organizada, dispone de todos los recursos y tiene una claridad ideológica absoluta pues sabe muy bien lo que tiene que defender y quién es el enemigo. En cambio la izquierda tiene una estructura organizativa muy endeble, fragmentada y al mismo tiempo un bajo nivel de conciencia. Por lo tanto, un gobierno popular puede hacer mucho de eso si aprovecha el hecho de que se ha encaramado a la estructura de gobierno, que es una parte del poder social, y desde esa parte hacer una expansión de la movilización y la organización de las clases populares para tomar el poder. Si un gobierno popular no estimula eso, está cavando su propia fosa.

LÉ. ¿Están concientes de ese riesgo los gobiernos de América Latina?

AB. Yo tengo algunas dudas, no estoy muy seguro de que tengan conciencia, pero si no la tienen van a enfrentar graves problemas a futuro, aunque hay que apuntar que los procesos tienen características distintas en Venezuela, Ecuador y Bolivia. En los dos últimos países noto que ha habido una especie de distanciamiento de los presidentes en relación a esa problemática, tal vez atraídos por el espejismo que desde el gobierno se puede hacer mucho y esa es una peligrosa ilusión. Las experiencias son grandes: a Chávez les costó dos años, con un grado de poder en sus manos muy superior al que tiene Evo y Correa, para lograr que Telesur sea transmitido por canal abierto. Las trabas eran de la burocracia estatal y del Poder Judicial que en ese país está controlado por las clases dominantes. Imagínate de las trabas que tienen Evo Morales en Bolivia y Correa en Ecuador. Hay que despejar la idea, propia del pensamiento liberal burgués, de que aquel que llega al gobierno dispone del poder social, esa es una premisa equivocada. La construcción del poder pasa por organizar, movilizar y generar conciencia.

Creo que se está a tiempo de enderezar el rumbo y evitar lo que podría ser una frustración de estos vientos de cambio que las poblaciones de Bolivia y Ecuador votaron con tanto entusiasmo.





Reorganización de la derecha latina




La ultraderecha liberal de Estados Unidos, Europa y América Latina, prepara un megaevento en Rosario, que presidirá Mario Vargas Llosa y culminará con sendos discursos de dos socios políticos: el ex presidente español José María Aznar y el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri. El cónclave, encubierto como un seminario de perfil pseudoacadémico, encubre dos propósitos políticos muy concretos: la convocatoria a una reorganización continental de las fuerzas neoliberales y la correspondiente descalificación de lo que ellos llaman el “populismo”, dentro del cual ubican al proyecto del matrimonio Kirchner.


No son meras suposiciones: uno de los financistas principales del seminario es FAES (Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales), que está orgánicamente ligada al PP y presidida por el propio Aznar. Esta fundación apoya institucionalmente al PRO de Macri y trabaja activamente para que el proyecto kirchnerista sea abatido en las elecciones del 2011. La inquina del PP contra Cristina Fernández de Kirchner es directamente proporcional a las muestras de apoyo y simpatía que la Presidenta le ha brindado al archiodiado Hugo Chávez Frías.

El encuentro se llevará a cabo entre los días 26 y 28 de marzo en Rosario: una ciudad gobernada por los socialistas en una provincia gobernada por los socialistas. Incluye megaterios de cierto porte como el ex subsecretario de Asuntos Hemisféricos de Estados Unidos Roger Noriega, los ex presidentes Aznar (España), Vicente Fox (México), Julio María Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle (Uruguay), Jorge Quiroga (Bolivia), Osvaldo Hurtado (Ecuador) y Francisco Flores (El Salvador).

La munificente convocatoria –sólo en pasajes la cifra debe ser alucinante–, incluye fósiles del anticastrismo profesional como el cubano Carlos Alberto Montaner y el cubano-argentino Armando Ribas, en alegre mezcolanza con destacados conversos procedentes de la ultraizquierda latinoamericana, como el ex canciller de Fox, Jorge Castañeda, o ex ministros de Augusto Pinochet como Hernán Büchi.

Estados Unidos apuesta fuerte a la reunión de Rosario: participan y organizan varios think tanks conservadores como la Heritage Foundation, la Atlas Economic Research Foundation o el Cato Institute.

También pondrá sus fichas Alemania, con la fundación neoliberal Friedrich-Naumann-Stiftung, representada en la ocasión por el diputado federal Wolfgang Gerhardt y el directivo de la Naumann, Harald Klein.

La derecha boliviana enviará a dos prominentes enemigos de Evo Morales: el presidente del senado Oscar Ortiz y el Prefecto de Cochabamba, Manfred Reyes Villa. Para que Hugo Chávez no se sienta ignorado, los organizadores convocaron a dos conspiradores en activo: el dirigente estudiantil Yon Goicoechea y Marcel Granier, presidente de RCTV, la empresa televisiva que promovió el golpe de estado de abril del 2002 y cuya concesión recientemente vencida y no renovada originó una intensa campaña mundial sobre “atropellos a la libertad de expresión” en Venezuela.

La delegación argentina es un lujo. Está integrada –entre muchos otros– por Ricardo López Murphy, cuya gestión de quince días en el ministerio de Economía, durante el malogrado gobierno de Fernando de la Rúa, es recordada con emoción por universitarios, docentes y empleados estatales; el apologista de la dictadura militar Claudio Escribano (editorialista del diario La Nación); el empresario mediático, diputado y frustrado candidato tanto a gobernador bonaerense como a dirigente del PJ, Francisco de Narváez; el economista de la escuela ultraliberal austríaca Alberto Benegas Lynch (hijo) y, como ya se dijo, el empresario que nació exitoso: Mauricio Macri.

“El pabellón cubre la mercancía”, solía ironizar Juan Perón, y el pabellón que cubre esta mercancía es la Fundación Internacional para la Libertad, que comanda el talentoso novelista Mario Vargas Llosa, frustrado candidato a la presidencia del Perú en 1990 y activo propagandista en los sesenta y comienzos de los setenta de las ideas progresistas, que luego pasó a combatir con tenacidad de converso. La institución que preside está íntimamente ligada a FAES y por lo tanto al PP español. El “capítulo argentino” de la Fundación Libertad, que tiene sede en Rosario y por lo tanto actuará como organización anfitriona, está presidido por Gerardo Bongiovanni, un curioso self made man que comenzó regenteando un bar rosarino y pasó a convertirse en un exitoso empresario y propagandista mediático del establishment local y nacional. Su Fundación está ligada –a través de la “Red Libertad”- a los principales “tanques de pensamiento” de la derecha como IDEA, FIEL, CEMA y el Grupo Sophia, entre muchos otros más del país y del exterior.

Su pasión por la libertad parece concentrarse en la libertad de mercado, más que en las libertades civiles. De lo contrario no se explicarían sus vínculos con el “ingeniero” Blumberg, el ex secretario de Hacienda de Leopoldo Fortunato Galtieri, Manuel Solanet o el ya citado ministro de Pinochet, Hernán Büchi.

Ya desde los tiempos de Lino Gutiérrez, la Fundación “Libertad” mantiene una estrecha vinculación con la embajada de Estados Unidos. Como lo reconoció el actual embajador Earl Anthony Wayne en un almuerzo realizado en noviembre de 2006: “nuestra embajada ha tenido una relación duradera con la Fundación Libertad y la Red Libertad”, por ser firmes defensoras “de los principios del libre mercado” y contribuir a sostener y fortalecer “la democracia en la Argentina y su papel como ancla en la democracia de la región”.

El seminario de Rosario se titula “Los desafíos de América Latina” y lleva como subtítulo: “Entre las falencias institucionales y las oportunidades de desarrollo”. Es poco probable que en los múltiples paneles previstos se analice por qué las recetas que proponen hicieron estallar a la Argentina en diciembre del 2001, y menos aún cuáles habrán sido las “falencias institucionales” de tantos políticos entregados en los 90 al proyecto neoliberal, que llevaron a los ciudadanos de muchas naciones latinoamericanas a votar por modelos alternativos. O “populistas” como dice la Fundación. Pero el hecho cierto de que todos los seminaristas citados hayan fracasado –incluyendo a los conservadores norteamericanos– no debe llevarnos a subestimar la magnitud de su voluntad hegemónica y la ingente cantidad de recursos que pueden poner en juego para reinstalar su proyecto en términos político-electorales. La de Rosario no es, ciertamente, una movida menor.

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