Ante una marcha del pueblo, el agravio de un ridículo espectáculo forzado por el capital transnacional y sus lacayos.
El 17 de noviembre marcharon desde puntos extremos de la capital, lo más consciente, patriótico, digno, honrado, inteligente, vivo y valiente del pueblo costarricense. Multitudes venidas desde diversos puntos de la geografía nacional se manifestaron, en forma voluntaria, sacrificada, alegre, diáfana y decidida, levantando las banderas de la patria, por la defensa de al soberanía nacional, el derecho a producir, al trabajo, a la subsistencia, a la defensa del mercado interno, la defensa del patrimonio nacional, de las instituciones públicas construidas por el pueblo, la defensa de los derechos laborales, civiles y políticos conquistados por los trabajadores, campesinos, amas de casa y estudiantes, por la defensa de los recursos naturales, del derecho al estudio, a la cultura popular, a las riquezas autóctonas, por la defensa del derecho a la salud, por nuestra independencia verdadera y la libertad; sabiendo decir no a la imposición del “TLC” y rechazando de forma aplastante los planes de dominio de los Estados Unidos sobre nuestros pueblos.
El 24 de noviembre observamos un indignante, oprobioso y aberrante espectáculo gestado por el capital transnacional y sus lacayos criollos representados por: el sector del capital financiero, políticos corruptos vende patria, diputados, líderes de las cámaras empresariales y toda clase de especie rastrera en su decadente papel de servilismo a los mandatos de su amo del norte.
Sacaron forzados a trabajadores y trabajadoras, capataces y jefes de planta, administradores y gerentes, de plantaciones, de fábricas y maquilas, a punta de la terrorista y mentirosa campaña por “las fuentes de trabajo”, infame falacia propalada para tratar de argumentar a favor de un dictado anexionista (“TLC”), sin argumentos válidos que beneficien a nuestro pueblo.
Porque, por el contrario, el anuncio de riqueza, desarrollo, progreso, más exportaciones, competencia, modernización; en realidad significa más dependencia, pobreza, miseria, atraso, hambre, monopolización, coloniaje, enajenación, sometimiento y la destrucción del derecho a la independencia, a la soberanía, a la dignidad y a la vida para nuestro pueblo.
Seamos claros, con la danza de millones de dólares con la cual han inundado la televisión, la radio, los periódicos y otros espacios, con eslóganes falsos y patéticos para engañar a la masa políticamente ignorante, pobre e inconsciente, que no entiende de explotación del trabajo por el capital y que se juega la vida por un salario de hambre, a pesar de que manoseen su dignidad. Asimismo, de la forma más despreciable, planificaron cambiarles el día de trabajo, a una parte de la fuerza laboral, por un viaje a San José para asistir a un concierto con varios grupos de música popular, como una orden superior y bajo la amenaza de despido, si se negaban a proceder según lo establecido en un manual de instrucciones definido para esta actividad.
Por supuesto, que los obreros y las obreras prefirieron salir de las plantaciones y de las industrias (convertidas en auténticos campos de concentración), para evadir por lo menos por algunas horas, las miserables condiciones de explotación, donde se desgarran los derechos humanos más elementales y así trasladarse a la capital, aunque no se comprendieran los motivos políticos de tal actividad y aunque fuera otro acto canalla de extorsión de su conciencia. Estamos seguros que en tales empresas, expresar una opinión crítica o rechazar el “TLC”, es un motivo para la represión más vil e incurrir en la osadía de proponer la asistencia a la manifestación popular contra el “TLC”, hubiese representado la liquidación de su puesto de trabajo. De tal manera, miles que entendían la obligación patriótica de marchar para oponerse al Combo neoliberal, levantar la voz en defensa de la soberanía y por la derrota de los enemigos del pueblo y de la invasión opresiva que constituye el mal llamado “TLC”, no lo pudieron hacer.
No obstante, una somera graficación trazando algunas pinceladas de ambos eventos, en términos comparativos, nos proyectara luz suficiente para establecer sin atenuantes, el contenido y los intereses representados o en cual posición están realmente reflejadas las aspiraciones, demandas y derechos del pueblo, la soberanía, la independencia y la determinación efectiva a ser dueños de nuestro propio destino.
Mientras en la marcha popular contra el “TLC”, una marejada incontrastable de costarricenses, como fuerza compactada, inundaba toda la avenida segunda, desde el Paseo Colón a la Plaza de la Democracia y Cuesta de Moras, otro río humano avanzaba desde la ciudad universitaria Rodrigo Facio (San Pedro) y por Los Yoses hacia el oeste, para confluir, como un tsunami con la costa en las inmediaciones de la Asamblea Legislativa. Dimensiones gigantescas de conglomerados sociales desplazados en forma voluntaria, la mayoría por sus propios medios. Además en varios lugares del territorio nacional, se efectuaron manifestaciones, complementando la acción patriótica de San José y teniendo en cuenta que muchos no se pudieron movilizar para mostrar su voluntad de lucha.
La concentración auspiciada por el capital del “sí” al “TLC”, mostró a grupos de gente disgregados en la avenida segunda, entre la Plaza de la Democracia y la Caja Costarricense de Seguro Social, en un espacio reducido por autobuses parqueados intencionalmente a ambos lados de la calzada, evidenciando una débil y desnutrida participación, a pesar de la obligatoriedad con que se movieron a grupos laborales del área metropolitana y otros lugares.
La manifestación popular contra el “TLC” fue el resultado de una labor sostenida por colectivos de lucha y el pueblo organizado, como parte de un proceso de movilización y representa una actitud consecuente, voluntaria y abnegada de distintos sectores sociales. El financiamiento para divulgación y transporte era limitado y lo suministraron gremios, organizaciones sindicales y la misma gente, sacrificando sus desgarrados bolsillos.
La actividad organizada por los vende patria, fue un acto atroz, financiado con los dólares de los invasores (compañías made in USA) despilfarrando millonadas en propaganda en todos los medios, pagando grupos musicales y el transporte de obreros y empleadas, condicionadas a asistir en lugar de su quehacer en la jornada laboral y probablemente perdiendo el salario del día, pero sin opción a decidir por su cuenta.
En la marcha popular contra el “TLC”, estaban representadas todas las clases y sectores populares, los colectivos, organizaciones y frentes de lucha, que representan sus intereses. El mosaico multicolor, una gama intensa de diversa, amplia y pluralista imagen de símbolos, consignas, lemas, demandas, derechos, emociones, aspiraciones y propuestas del pueblo.
Trabajadores, campesinos, amas de casa, educadores, agricultores pequeños y medianos, transportistas, pequeños y medianos empresarios, pescadores, estudiantes de secundaria y universitaria, desempleados, empleados públicos, trabajadoras del Estado, como una fuerza articulada, en un esfuerzo unitario y coordinado de sus organizaciones, convergencias, sindicatos, frentes y comités de lucha.
Se comprueba una tendencia ineludible, contundente, combativa y decisiva, de la inmensa mayoría, estrepitosa, contundente y avasalladora.
Como un solo brazo un bloque infranqueable, granítico, se manifestó el auténtico pueblo, fiel reflejo de sus tradiciones, su sabiduría, su acervo y su disposición a no cejar en la batalla por la soberanía, por la patria y la autodeterminación, dando muestras de conocimiento de su lugar y papel histórico para seguir el ejemplo de 1856 y derrotar al neofilibusterismo, la dominación imperialista y aplicar la justicia popular a los traidores, mercenarios y serviles. Fue una página brillante de creatividad, de cultura popular, una viva trenza de voces, enlazadas en un haz de consignas, cantos, porras, llenando el espacio de fervor, convicción, de verdad, de emociones. Fue una muestra de arte propagandístico imaginativo, crítico, pensante, plasmado en pancartas, mantas, danza, música, poesía, teatro, máscaras, comedia, caricatura, un abanico de sensaciones comunes y multifacéticas, un torrente de energía generadora de las masas portadoras de la razón y la pasión, sabedoras de que caminan con las ideas de la libertad y el patriotismo verdadero de la justicia y del cambio social. Fue una oda a la alegría transformadora de la lucha del pueblo.
El oscuro acto de los entreguistas representaba los escudos y logotipos de las empresas transnacionales, de las compañías nacionales ligadas al capital gringo, pancartas con lemas preestablecidos, cuadrados por el manual de instrucciones hecho para amarrar y manipular lo que se escribía o se decía, cargadas por un “rebaño” amorfo, contingente dirigido y transportado ahí, como autómatas, sin identidad, ni voluntad, ni conciencia propia de su rol, liderados por las cámaras empresariales, vendepatria como Alberto Trejos, Anabelle González, Alberto Dent, Rogelio Pardo, politiqueros liberticidas como Otto Guevara, diputados vendidos como Joyce Zurcher y Laura Chinchilla. ¿Quién más puede estar detrás de una afrenta a la patria y a la dignidad nacional, como la sucedida el 24 de noviembre en San José, cuando uno de los símbolos visibles en ese oprobioso acto era la bandera del imperio? ¿Quién puede negar el carácter y el significado de ese ignominioso evento, cuando por ninguna parte se vieron consignas que denunciaran las políticas antipopulares del gobierno o el inconstitucional monopolio de Riteve, o los programas de ajuste estructural y el desmantelamiento del Estado, o la corrupción de los grupos en el poder, o la destrucción de los programas sociales, de la capacidad productiva de los agricultores o de los derechos laborales y la depredación del patrimonio nacional, o la condena de la tiranía fascista de Bush y sus agresiones genocidas sobre Afganistán e Irak, o de la estrategia recolonizadora de Washington y el Pentágona, representada en el ALCA, el Plan Puebla-Panamá, el Plan Colombia y de las bases militares que los Estados Unidos construyen en Costa Rica, entre otros temas esenciales para nuestro pueblo en la actualidad? ¿ Qué intereses efectivamente se estaban reflejando o se intentaban afirmar en ese infame acto?
Determinantemente ahí no estaba el pueblo de Costa Rica, cierto, llevaron a un poco de gente perteneciente al pueblo, pero de forma controlada y a contrapelo de su conciencia y su voluntad, jugando con su ignorancia y con su hambre, pero lo realmente trascendente es que ahí no había trabajadores ni trabajadoras, conscientes de sus derechos, ni campesinos ni amas de casa, ni educadoras, ni educadores, que a pesar de las amenazas urdidas por el MEP, que les intimidó con represalias la rebaja del día de trabajo y otras distracciones, sí fueron a la marcha popular del 17 de noviembre, ni mucho menos estudiantes y universitarios, ambientalistas, transportistas, arroceros, microempresarios y empresarios con espíritu nacionalista y por supuesto, no estaban las organizaciones, gremios, sindicatos y colectivos que representan los intereses populares y patrióticos.
Se puede concluir a ciencia cierta, que los grupos gobernantes del sector del capital financiero hegemónico, las cámaras empresariales, y los políticos corruptos mostraron su cara al pueblo costarricense y dejaron patente su conducta entreguista, su actitud de sometimiento al capital transnacional, su postración a los dictados, de anexionismo y esclavización a través del “TLC”, ALCA, Plan Puebla Panamá y la doctrina de la seguridad nacional de los Estados Unidos, haciendo jirones la soberanía, la dignidad y los principios patrióticos, mostraron su derrota, el acto del 24 de noviembre fue un despojo de traición a la patria.
Solo que la fuerza patriótica del pueblo que hizo retumbar los cimientos de la nación en la marcha popular del 17 de noviembre, dejó patente que en los cruciales momentos por los que transita nuestra historia, crece el calor de la lucha, se funden la perseverancia, la osadía, el amor y el tesón de la colectividad, que conforme se levanta con estatura invencible, por nuestras venas se hace más nítida la sangre de los combatientes que derrotaron a los invasores en 1856.
Queda demostrado que una vez más se impondrá la valentía, la honestidad, el decoro del pueblo humilde. El pueblo hará prevalecer la verdad, el sentido común, la razón histórica y la justicia social y con osadía, esperanza y ternura, sabrá como fuerza demoledora derrotar el “TLC” y aplastar a los enemigos imperialistas y a sus cómplices criollos.
Solo el pueblo salva al pueblo.
La democracia se construye en las calles.
Óscar Barrantes Rodríguez
Asamblea del Pueblo
Comité Cívico de Occidente
Colectivos de Resistencia y Acción Popular
Noviembre, 2005.
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