Ante la represión
apoyo mutuo y unidad popular
El fluir de los acontecimientos nos alecciona cada
día que pasa y en cada circunstancia en la que
nos vemos envueltos. Con la terquedad de una gota de
agua rebotando desde un grifo mal cerrado el curso de
los hechos, las tendencias del acaecer político
nos golpea en la cara. En distintas ocasiones se han
hecho apreciaciones de la situación, se analiza
el entramado político, la correlación
de fuerzas, el comportamiento de las mismas y el diseño
probable de su conducta, de sus decisiones y de las
diversas direcciones de su accionar y sus alcances.
A ciencia cierta, realizar un ejercicio constante de
reflexión sobre la realidad social y política
es una práctica saludable, por lo menos desde
nuestra humilde opinión. No se trata, ni siquiera
de poses vacuos, presumiendo de infalibles científicos
sociales o de politólogos avezados que se aventuran
a lanzar predicciones sobre el derrotero de la sociedad.
Pero, a menudo nos encontramos una densa apatía
o insensibilidad en la gente de los movimientos sociales
y de las organizaciones populares, ante planteamientos
oportunos y deliberaciones atinadas en torno al desenvolvimiento
de las cosas en el terreno de las confrontaciones sociales
y la lucha política.
Así las cosas, nos vemos obligados a una conclusión
dolorosa. Por una parte, existe desidia para afrontar
aspectos importantes del análisis y la planificación
del accionar de las corrientes políticas propias
y ajenas. Por otra, desgraciadamente no se le presta
atención y se subestiman opiniones, criterios
o enfoques sobre el curso las contiendas ciudadanas.
Los y las compatriotas no escuchan, no leen o no comprenden
lo que se quiere decir, en muchos de los casos.
En las protestas callejeras durante el día Internacional
de los trabajadores se produjeron algunas iniciativas
de rebeldía absolutamente comprensibles, desde
la perspectiva ideológica y las formas de acción
de las agrupaciones que las ejecutaron. Las repercusiones
inmediatas y mediatas de los hechos del Primero de Mayo
son sumamente preocupantes; no por que nos sorprendan,
sino que por el contrario porque ya estábamos
avisados de la dirección de la estrategia del
poder, las medidas del régimen imperante y del
diseño represivo del aparato de seguridad y policía.
Repudiamos en toda su dimensión el hostigamiento,
apresamiento, agresión, confinamiento y torturas
que sufrieron compañeros y compañeras
de varias organizaciones durante el día glorioso
de la clase obrera, de la mistad y la solidaridad de
los pueblos del mundo.
Tal y como condenamos esa violación ominosa
de derechos civiles y políticos fundamentales,
también levantamos nuestra voz de alerta y condena
a la confabulación rastrera de los aparatos coercitivos,
la prensa burguesa y grupos de provocadores con la que
pretenden llevar a los tribunales a compañeros
y compañeras de la Asamblea el Pueblo y de otras
colectivos políticos contestatarios.
Estamos observando claramente un acto más de
persecución política en este país,
donde ya se ha hecho una práctica cotidiana el
acecho, la amenaza, la intimidación y la guerra
psicológica contra el pueblo consciente, despierto
y combativo que manifiesta su justo descontento y demanda
sus derechos inalienables.
Se confirman, una vez más, actividades opresivas
desmesuradas, grotescas y sangrientas llevadas a cabo
por los cuerpos policíacos especializados. Porque
no se está descubriendo lo abominable, inescrupuloso
o degradante en las actuaciones de los organismos represivos;
a lo largo de varios lustros se han lucido mostrando
sus destrezas apaleando trabajadores en huelga, lanzando
gases y dispersando a punta de garrote protestas en
calles y carreteras, disparando contra campesinos indefensos
por su único “delito” de luchar por
la tierra, por el sagrado derecho a cultivarla y producir
alimentos y, revelando sus bien aprendidas habilidades
tácticas y la pericia en la manipulación
de armamento de infantería.
Es válido recordar que en los últimos
ocho años han masacrado a obreros agrícolas,
campesinos sin tierra, pescadores, periodistas y se
desplegaron operaciones represivas tremendamente violentas
contra manifestantes en las que se atropelló,
golpeó, hirió, redujo y se encarceló
a docenas de ciudadanos costarricenses. La sangre ha
corrido por nuestro suelo en el pasado y recientemente,
jamás podemos obviar esta realidad.
También se ha percibido la intensificación
del acoso, el seguimiento, la infiltración y
la penetración de los movimientos populares con
lo que se experimenta el influjo de la aplicación
de la estrategia de contención y la disuasión
civil, mediante una actividad sistemática, especializada
y dirigida de inteligencia, campañas de desmoralización,
mediatización y desmovilización, y el
reclutamiento y chantaje de dirigentes e integrantes
de gremios.
Desde meses atrás se ha advertido y se llamó
la atención sobre el recrudecimiento de la ofensiva
represiva. Las señales indicaban las características
de la arremetida, que a su vez, se hizo más evidente
con la penalización de las demostraciones y protestas
callejeras. Además las clases dominantes a través
de los sectores hegemónicos, servilmente, se
han hecho eco de las órdenes de Washington para
implementar una ley antiterrorista de paquete, la cual
sin duda se orienta a ejecutar planes de contrainsurgencia
para sujetar y someter el repunte las fuerzas del cambio
social y político, y enfilar sus métodos
crueles y siniestros contra el pueblo organizado.
Las consecuencias inmediatas no se hicieron esperar
y hemos vivido procesos judiciales descargados sobre
la integridad de compañeros y compañeras,
coacciones y apremios, compulsiones y arbitrariedades
con desenlaces despreciables como denuncias públicas
infundadas o despidos injustos de líderes del
movimiento sindical y popular.
Entendíamos perfectamente las aristas de una
estrategia en desarrollo, de la doctrina opresiva de
la oligarquía y el imperialismo en nuestro país.
Por una parte, gravita alrededor de una táctica
que precisa el descabezamiento de los movimientos sociales.
Es el persistente, vejatorio y provocador asedio sobre
líderes, activistas y dirigentes, como una suerte
de represión selectiva. Por otra, se han abocado
a un sostenido apuntalamiento de los contingentes policiales,
secciones especializadas, dispositivos técnicos
y unidades de apoyo; el fortalecimiento de su capacidad
táctica-operativa y el mejoramiento cualitativo
de sus equipos, armamento y medios en general.
Se han colocado en una espiral peligrosa y están
trepando por ese risco tenebroso de la militarización
y la escalada fascista, propias de aquellas oligarquías
que al agotárseles los argumentos para imponerse
por la vía del “consenso”; o de la
mal llamada “democracia representativa”,
la concertación y la negociación, echan
mano al último elemento para sostenerse en el
poder, el recurso de la fuerza y el fascismo.
Están utilizando el argumento de la recuperación
de la seguridad ciudadana y el combate a la delincuencia
y al tráfico de drogas para justificar sus propósitos
de profesionalización de la maquinaria policial,
perfeccionamiento de cuerpos de seguridad específicos
y la consolidación de unas fuerzas armadas mejor
estructuradas.
Propalando cruzadas ideológicas en las que se
le achaca la causa del incremento del delito al insuficiente
aparato de seguridad y control, emiten falsos conceptos
que deforman la situación política, económica
y social, torciendo la significación de la seguridad
ciudadana y ocultando el origen verdadero de la transgresión
de la ley y el crimen y su inflexión desorbitada.
De tal manera, crean un ambiente sombrío, tétrico
entre las masas y manipulando la ignorancia inyectan
la ponzoña del miedo, lo cual les permite montar
la plataforma para la militarización.
Volvemos a instar a las organizaciones populares y
revolucionarias a aplicarse más en la observación
de las propensiones del estado oligárquico y
de la actual tendencia hegemónica en su política
policíaca, represiva y militar. Con el pasar
de los días los conflictos sociales y políticos
se tensan y el escudo de las clases dominantes para
salvaguardar sus intereses, privilegios y sostener su
dictadura se hace más repulsivo y agraviante.
Recapitulemos al maestro bolchevique Víctor
Serge: recalcaba mantener ojo avizor en toda época,
particularmente en los períodos de imaginaria
paz social ya que en ellos tendemos a relajarnos y olvidar
la seguridad y la protección de nuestros colectivos,
facilidades aprovechadas por el enemigo que intensifica
su actividad para agrietarnos, fracturarnos y penetrarnos.
Recojamos la enseñanza y afilemos cuchillos y
tenedores.
Se ha planteado hasta la saciedad, no obstante, nunca
terminaremos de gritarlo, los tiempos nos exigen voluntad,
humildad y valentía para construir unidad del
movimiento, popular, patriótico y revolucionario.
De la probidad para alcanzar esa consigna dependerá
el triunfo del pueblo costarricense en lucha por su
liberación definitiva. Uno de los momentos que
pondrá a prueba esa honestidad y dignidad será
indiscutiblemente el respaldo, colaboración y
solidaridad con los compañeros y compañeras
que están en la mira del autoritarismo y la tiranía
vigente.
Tengamos presente que los tiempos se pondrán
cada vez más difíciles y sólo con
el apoyo mutuo, mancomunando y amalgamando nuestras
fuerzas, tendremos los arrestos para enfrentar la represión
de toda índole, pero, efectivamente requerimos
del compromiso de todas las agrupaciones revolucionarias
y de los movimientos sociales combativos para enfrentar
al enemigo común, más allá de las
diferencias filosóficas o ideológicas,
poco relevantes cuando se trata de la integridad física,
espiritual y de la vida de los compañeros y compañeras
combatientes por la felicidad de nuestro pueblo.
Armémonos de sabiduría y demos el salto
para satisfacción y confianza de toda la colectividad
de lucha social, necesitamos del concurso de todos,
nadie sobra en esta marcha histórica, sólo
con esa luz triunfaremos de lo contrario no alcanzaremos
la victoria; se nos seguirá escapando como el
agua entre los dedos.
Oscar Barrantes Rodríguez
Miembro:
Círculo Bolivariano Yamileth López
Asamblea del Pueblo
San Ramón-Costa Rica
Mayo 30 de 2009
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