Ahora le toca a las organizaciones sociales de base.
La encrucijada que vive hoy el movimiento social en Costa Rica es una oportunidad histórica sin precedentes. Es el momento para su renacimiento y definitivo replanteamiento. A raíz de la importante movilización contra el contrato-ley del “tlc”, como ayer contra el contrato de Alcoa y contra el combo ICE, se pone a la orden del día la reorientación del movimiento social, capitalizando las experiencias acumuladas. La manifestación del jueves 17 de noviembre del año pasado, creo que debe marcar el inicio de la reconstrucción de dicho movimiento. Esa manifestación fue una señal clara de la voluntad de las bases populares, de plantear el combate a las políticas neoliberales impulsadas por los últimos gobiernos de este país. Fue una advertencia clara para las clases dominantes y para sus proyectos políticos. En medio de un desteñido y aburrido proceso electoral, se hizo presente un movimiento social que exige ser escuchado. Esta marcha tiene connotaciones muy importantes, pues ni siquiera sus organizadores realmente previeron semejante presencia en las calles, de haberlo sabido creo que la marcha debió haber partido desde La Sabana y no desde el Parque Central. Tal fue la manifestación popular, que cuando la cabeza de la marcha llegaba a la Asamblea Legislativa, todavía había gente más allá del Parque Central. Además, es importante resaltar otros hechos que muestran la potencia de esta demostración del movimiento social: - se realizó aún cuando el “tlc” no está siquiera en discusión en la ineficaz asamblea legislativa; - no pudo asistir toda la gente del “otro país”, de las zonas rurales, que también está contra ese “tratado” y contra las políticas neoliberales; - la gente que estaba en las aceras, no eran simples espectadores, ni curiosos, era gente que también se manifestaba contra la imposición imperial, lo cual era evidente por los signos externos y por los aplausos al paso de la marcha; y - la diversidad de sectores sociales y políticos presentes, desde campesinos hasta educadores, desde partidos políticos hasta colectivos anarquistas. Sostengo que esta manifestación debe marcar el relanzamiento decisivo del movimiento social de nuevo carácter. Tal y como se planteo en el encuentro de dirigentes sociales en julio del 2005 en San Ramón, convocado por la Asamblea del Pueblo, son las bases quienes deben tomar en sus manos la conducción del movimiento popular y son las bases quienes deben definir la agenda de lucha de dicho movimiento. Ahí está el Manifiesto Popular de San Ramón, expresando claramente las nuevas orientaciones del resurgimiento del movimiento social, que en la práctica se plasmaron en la potente manifestación del jueves 17 de noviembre. Por eso, debemos continuar fortaleciendo el movimiento social autónomo, autogestionario, pluralista, de izquierda no electoral. No debemos dar ninguna importancia al ruinoso proceso electoral, debemos concentrar toda nuestra energía y recursos en la educación y movilización popular. La participación en estas elecciones no contribuye al fortalecimiento del movimiento social de nuevo tipo. La Asamblea del Pueblo debe continuar con su trabajo de bases, reorganizando y fortaleciendo el movimiento de bases, convirtiéndose en una alternativa como movimiento político, no partidario, ni electoral. Los ejemplos de lucha de otros pueblos de América Latina, en la misma dirección y con características similares, nos debe servir de aliciente, de motivación, por construir este nuevo movimiento social de bases, autogestionario y plural. Cabe destacar en este contexto la VI Declaración del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en donde se han planteado la necesidad de construir un movimiento político, no un partido político, compuesto por todas las organizaciones sociales, comunales, gremiales y de paso rehusar la participación en el proceso electoral que también vive México. Creo que es la misma necesidad que plantea la mayoría de los sectores que nos manifestamos el jueves 17 de noviembre en San José. Estamos cansados de las promesas y los engaños electorales, estamos hartos de los partidos políticos y de sus pretensiones mesiánicas, solo podemos confiar en nuestras fuerzas. Solo las bases populares pueden realizar la renovación del movimiento social. El jueves 17 de noviembre fue, no solo una advertencia para las clases dominantes y un rechazo para los políticos electoreros, sino también un rechazo definitivo para las cúpulas sindicales y gremiales al servicio de esas clases y de esos políticos. Esta marcha es la lápida sobre el movimiento sindical claudicante, concertador y el inicio del despliegue del movimiento social autónomo, autogestionario, de acción directa, movilizador, pluralista, de izquierda. Para terminar esta reflexión, reitero lo señalado en el discurso de bienvenida al encuentro en San Ramón, el 2 de julio del 2005: Siempre bajo el reclamo histórico y revolucionario de Kropotkin: “¿Dónde están los que han de venir a servir a las masas, no a utilizarlas para sus propias ambiciones?”.
Hoy... el poder es para las bases.
Jorge Castillo Arias
San Ramón, enero, 2006.
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